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Requiescat in pace, Cataclismo

Requiescat in pace, Cataclismo

Requiescat in pace, Cataclismo

Ha pasado poco más de un año desde que envié la nota sobre World of Warcraft: Cataclismo para el Mikonomikón.

Al releer la nota a mediados de diciembre de 2011 y con el anuncio de “Mists of Pandaria” como expansión sucesora, sentí la necesidad de escribir un epílogo, unas palabras finales que revisen la marca que dejó Deathwing en Azeroth… y en World of Warcraft.

 

La rebelión de los elementos

Era el porqué de la transformación de Azeroth, y cabe admitir que se mostró con éxito: zonas totalmente cambiadas y el constante asedio de los sirvientes de Deathwing son palpables en muchas zonas de Cataclismo. Sin embargo en otras, como Azshara o Thousand Needles, el propósito parecía limitarse a hacer notar con cierta tibieza la presencia de las nuevas razas, los Goblins en este caso.

Y en el relato de la rebelión elemental no podía faltar Thrall, el más grande chamán del juego. Lamento decir que su rol decisivo en la reparación de Azeroth se vio desfigurado por ciertos matices “tele novelescos” hacia el final de la historia que prefiero dejar fuera de estas palabras.

Me hubiese gustado ver más de Garrosh enfrentándose a Varian Wrynn, más conflicto Horda-Alianza llevado a sus máximos representantes ¿No era esta la expansión de la guerra abierta y total? En lugar de eso sólo vemos en las quests control de recursos y territorio.

 

Nuevos amigos

Particularmente no me sentí atraído a rolear un Worgen o un Goblin. A diferencia de Wrath of the Lich King, no había una clase nueva para probar, y crear un personaje de cualquiera de las dos razas sería una carrera por salir de la zona inicial lo más pronto posible, a sabiendas de que una vez fuera de ella, ambas razas tendrían nula incidencia en la historia.

Esto es parte de un vacío que World of Warcraft arrastra desde hace tiempo sin una solución certera: el camino no es la recompensa. Siempre acecha al jugador la urgencia de llegar al máximo nivel y recién ahí disfrutar del “verdadero juego”.

Ajuste de tuercas

Mecánicas simplificadas, modificaciones en la adquisición de habilidades, el nuevo sistema de maestría y el proceso de reforjado de objetos resultaron cambios muy bienvenidos. Eran necesarios para arreglar un sistema obsoleto y a veces falto de lógica.

Cabe destacar que dichos cambios se completarán en Mists of Pandaria y que parte de los mismos se perdió con Path of the Titans, una característica que tenía como finalidad ampliar el sistema de glifos y que Blizzard decidió no incorporar a Cataclismo.

 

Jugador contra jugador

Los nuevos campos de batalla fueron uno de los aspectos más decepcionantes de la expansión. Tol Barad se destaca: lo poco de estrategia que tenía fue eliminándose cambio tras cambio hasta convertirse en un gigantesco signo de pregunta en la cabeza de Blizzard. Igual decepción con Battle for Gilneas y Twin Peaks, una sombra de sombra de sombra de sus originales: Arathi Basin y Warsong Gulch.

Poco tengo para decir de los Rated Battlegrounds y los Wargames. Ninguno constituye una actividad sólida y frecuente entre los guilds que he conocido ​en el juego, en especial si tienen como prerrequisito cierto rating, que un jugador nuevo difícilmente puede alcanzar.​

 

La unión (ahora) hace la fuerza

Afortunadamente Blizzard se dio cuenta de que estar en un guild era casi lo mismo a no estar en uno e hizo algo al respecto. Las bonificaciones y habilidades por pertenecer a un guild, como la invocación masiva, hacen una diferencia importante y facilitan las actividades como quests, raideo, instancias de 5 jugadores, etc.

 

Instancias y Raids

Supuestamente se quería retomar la dificultad de The Burning Crusade en los raids e instancias de Cataclismo y fue así durante las primeras semanas. Vino este post, luego un importante nerf a las instancias y a ciertas mecánicas de raid, y un constante tira y afloje entre elevar el grado de dificultad y dar acceso al contenido.

Ganó el afloje: se incorporó el LFR (Looking For Raid) que permite armar un raid con jugadores al azar y “ver” el contenido con mecánicas muy simplificadas, sin tener que hacer frente a la versión más difícil (modo heroico).

Blizzard ha manifestado que la mayoría de los jugadores ha recibido con los brazos abiertos el sistema de LFR, mientras que la cantidad de jugadores que ha vencido a Deathwing en modo heroico difícilmente supere el 10%.

 

Palabras finales

Cataclismo fue una de las expansiones con menos brillo de World of Warcraft. Deja un enorme interrogante sobre lo que podría haber sido, y por qué no llegó a ser.

Las dudas, inconsistencias y pasos en falso que tuvo opacan sus aciertos, que la transformaron y la redujeron a un bonito packaging con algunos positivos a modo de disculpas por aquello que nunca llegó.

Es mejor dejarla descansar en paz y esperar la resurrección con Mists of Pandaria.

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