Reviews

Mis experiencias lésbicas en Mass Effect (II)

Mass Effect y el amor

PARTE II: Ya superado el romance con el turiano, era el momento de aventurarme al amor con la colorada Kelly Chambers, que me hacía mohínes cada vez que la veía en el puente de mando.

PREVIOUSLY ON [i]: EnMis experiencias lésbicas en Mass Effect“, les contaba las peripecias de mi Jane Shepard mientras demostraba lo excelente Comandante que era al motivar a su tripulación. Si bien mi Jane era feliz con Jacob, la pelirroja Kelly Chambers le ponía duritos los pezones.

PERO ALGO ANDABA MAL. Por fortuna, no demoré mucho en entender que a Mass Effect no le gusta la bigamia. Así como no había podido concretar con Jacob cuando estaba en amoríos interespecies con Garrus, tuve que tomar una decisión. Si quería transarme a Kelly (irresistible con esos ojos verdes), debía terminar mi relación con el soldado Jacob Taylor.

Como cualquier mina humana, lo decidí casi al instante y corté con Jacob. Me puse un poco triste. La llevé a verlo en su sector de la nave, quien, ya sin tratarla con los respetos que normalmente mostraría como subordinado, la abrazó por la cintura: “Mi amor”, le dijo. Shepard le cortó el rostro ahí nomás, con una frialdad que nos rompió el corazón a Jacob y a mí (sí, incluso a este cronista mismo, porque evoqué ciertas minas de mi turbulento pasado en la Tierra).

 

Mass Effect y el amor
La pelada de los tattoos hubiera sido una opción, tal vez. Pero Miranda es amor. Aposté mal, como siempre.

Ya libre del plomazo de Jacob, volví con Kelly, no sin darme un par de vueltitas por la oficina de Miranda Lawson, a quien siempre le tuve ganas pero nunca me dio pie. Incluso cuando desprecié a una sensual Jack para quedar bien con la morocha de Cerberus.

Kelly era otra cuestión. Fue un romance a primera vista. Decía tener miedo de afrontar el destino de la Normandy (que era, básicamente, hacerse pelota contra los Reapers) pero que con Jane a su lado, se sentía segura. Yo (Jane) le decía que (sí, mamita) la abrazaría como a nadie.

 

Mass Effect y el amor
Kelly Chambers, cosita roja y sexy. Como un Reaper del amor que sacara la lesbiana que llevo adentro.

Lo hacía luego de cada maldita misión. Incluso hacía las misiones no para piantar a los Reapers sino para volver a ver si se habían activado más opciones cachondas en el sistema de diálogo.

Y ya se sabe, tanto insistir, preguntar mil veces lo mismo y recibir la misma respuesta, una noche me llegó un mail de la colorada. ¡Oh, sí! “Voy a estar vestida como para que no me olvides jamás”, decía, algo así, no recuerdo mucho de la emoción. Con el mouse tembloroso, fui corriendo a mi camarote de Comandante y llamé a Kelly por el transmisor.

 

Mass Effect y el amor
¿Dónde lo vimos a esto? Bueno, no importa. Si el Universo se hace pedazos.

Apenas entró, ese tremendo pedazo de mujer que era Kelly Chambers me voló la rubia peluca. Estaba impresionante. Se podía transar (chapar) en el diván y hacer que la colorada nos haga un baile erótico del infierno. ¡Cuánto amor tiene este fichín!, pensaba, e incluso le mandé un mail a EA agradeciendo tanta alegría.

 

Mass Effect y el amor
El amor llega un día, eterno y loco, y así se va.

Luego las cosas se pusieron difíciles. Kelly, que ya era mi pareja y echaba alimento a mis pecesitos cuando yo no estaba; Kelly, que sufría en silencio cada vez que salía de misión y se alegraba de verme retornar entera, fue arrastrada a su destino. Las cosas se precipitaban a medida que los Reapers consumían la vida de la galaxia. No podía dejarla sola. ¡No a ella, no a mi Kelly! Estaba enamorada, ¿verdad? Sólo el amor podía salvarnos. [Continúa aquí]

Escribe un comentario