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De milagros, ilusiones y despechos.

 

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Suele suceder. “Ella entra, cierra la puerta tras de sí y cruza el cuarto en diagonal”. Escucha el disco mientras fuma un cigarrillo en su cuarto, lleno de recuerdos. Uno a veces se ilusiona, buscando un milagro, cualquiera que sea este, y lo sigue, porque claro uno QUIERE creer. No estaba seguro de qué día era, ni la hora. Pensando en el infinito, escuchando el disco de Jorge Drexler y fumando un Derby Cool. La mirada perdida color atardecer, y una mente rumbo al mundo abisal. Así que supongamos por él.

Supongamos por ejemplo, que uno no se tiene que sentir mal porque George Lucas vendió por un poco más, un poco menos del vil metal que mueve al mundo; a nuestro sueño, a Yoda, y a la esperanza de que haya sables láser lo más rápido posible en el mundo. Supongamos que no tenés que sentirte mal porque perdiste al amor de tu vida, o porque en la heladería no hay helado de dulce de leche. ¿Qué queda entonces?

Quedamos nosotros, que nos ilusionamos con que suceda el milagro, y para quedar despechados cuando lógicamente no se da.

Suele suceder.

 

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