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“Tenemos que hablar”, los Oscars y otros inventos del averno

 


Serge Gainsbourg con cara de que le acaban de decir “Tenemos que hablar”


Hablemos del “Tenemos que hablar”, esa frase desgraciada tan odiada por todos debido a su carácter profético-apocalíptico que sobrepasa a cualquier producción hollywoodense. Porque no nos mintamos: Nunca nada bueno siguió a esa frase, jamás un “Tenemos que hablar” seguido de “Te dejé de querer sólo como amigo/a y te quiero entrar como a pollo con fritas”, un “Aprobaron un subsidio al vodka” o un “Las FARC secuestraron a Shakira y a Justin Bieber”. No. Nunca. En cambio, uno al escuchar esa frase del averno, se tiene que ir preparando para un “Creo que esta relación no está yendo a ninguna parte”, dándonos a conocer que tendríamos que haber estado yendo a algún lado en primer lugar; un “Tu rendimiento no está llegando a la altura de las expectativas” que te hace pensar que la gente es muy ingenua por seguir teniendo expectativas; o un “Arjona va a sacar un disco nuevo para explicar su disco anterior” dato que, además de hacer que recapacites sobre la supuesta superioridad de la especie humana sobre otras especies de este mundo, es aunque cueste creerlo, dolorosamente cierto. Y esa es justamente la peor parte de todo: La espera (Bueno, después del disco nuevo de Arjona). Porque claro, la otra persona ya te dijo “Tenemos que hablar” y se queda mirando como vos te mortificás por dentro pensando en qué joracas hiciste esta vez; qué se enteraron por fin que hacés; si tus amigos fueron tan fanáticos de Glee como para subir ese video en el que hacés un mash-up entre el Harlem Shake y el Gagnam Style a YouTube; o si quizás (y que Chuck Norris, Gokú y Hendrix nos libren), uno de tus progenitores/compañero de cuarto/cónyuge/pareja encontró lo que tenés escondido bajo tu cama haciendo que consideres fugarte a Burkina Faso. La espera desespera bien dice el dicho y en este caso es además un juego sadomasoquista y manipulador por parte del emisor de dicha frase que disfruta viendo como las peores probabilidades carcomen las pocas neuronas que te quedan vivas, esperando tal vez que confieses algún otro crimen del cual te sientas avergonzado, como que viste y disfrutaste todo el Festival de Viña del Mar coreando más de una canción de Gloria Trevi; que una vez te sacaste una autofoto en el baño , la subiste al facebook y etiquetaste a personas del sexo opuesto (o del mismo si es lo que te va); o que tenés una carpeta escondida en tu compu con el glorioso nombre de “Mix de reggaetón” que guardás para cuando salís con claras intenciones de ensayar para tu eventual perpetuación de la mitad de tus genes (Perrear, bah). El “Tenemos que hablar” es, junto con Facebook, una de las principales razones de separación de parejas, sobre todo cuando es dicho tras un fin de semana, cuando la cantidad de “Estaba borracho/a” aumentan más que mis ganas de golpear reiteradamente en la cabeza con un palo con clavos en la punta a la gente a la que no le gustan los Beatles, sólo para ver si tienen algo dentro.

Pero divago un poco para variar y como toda excepción hace la regla, propongo decirles un “Tenemos que hablar” que con suerte y algo de buena voluntad, no les traiga sufrimiento. Tenemos que hablar de:

-Arjona que hizo más daño a la humanidad que Hitler, Pol Pot y los derrames de petróleo juntos, pero sin embargo estamos permitiendo que lance otro disco.

-Que Chavez sigue ahí, más indeciso que minita virgen, sin decidirse si vive o no, generando todo tipo de apuestas, que espero no perder.

-Que todas las historias de amor son básicamente de ciencia ficción, pero aún siendo así yo una vez me cyberenamoré. Bueno, más de una vez. Bueno, entré a RedTube NO ME JUZGUEN

-Que respecto a los Oscars diré que Daniel Day Lewis es el Gokú de la actuación, Jack Nicholson fue lo mejor de la entrega para variar, que Salma Hayek sin escote fue un desperdicio y que hicieron que Wolverine (Hugh Jackman) cante una canción, haciendo que nunca más vuelva a ver a X-Men de la misma forma.

Así que mientras tratamos de equiparar lo malo con lo bueno de la vida, balanceando la saturación en los medios del Festival de Viña del Mar que representa todo lo que está mal con la música con la salida de un nuevo disco de Hendrix (de pie gente), o mientras esperamos que ahora que Benedicto XVI (pueden sentarse tranquilos) oficialmente no tiene nada que hacer  comience a tuitear algo interesante, tratemos de vivir lo mejor posible en este mundo que nos tocó vivir, tratando de gambetear cual Messi los “Tenemos que hablar”, Testigos de Jehová y la gente con remeras de Nicki Manaj. Pero sobre todo actitud, vodka y buena vibra, que, lo que no te mata, te da buenas historias

 

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