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[REVIEW] The Vanishing of Ethan Carter


Experiencia Narrativa

Que el juego se defina como una experiencia narrativa y no como un relato interactivo no es casual. The vanishing of Ethan Carter dista mucho de ser un relato, justamente porque nadie relata nada. La historia está ahí, agazapada, escondida bajo cada piedra y detrás de cada rincón esperando a ser encontrada por nosotros. Nadie se va a tomar la molestia de contárnosla. El desarrollo del argumento depende exclusivamente de nosotros, y es por eso que la forma en que cada uno experimenta este fichín es siempre única y personal.

Julio Cortázar tenía su propia opinión acerca de los lectores y los diferenciaba en dos categorías. Por un lado los lectores pasivos, aquellos que disfrutan sentarse cómodamente en un sillón, abrir un libro, dejarse llevar un rato por una historia y sus personajes, y deleitarse con los desenlaces. El otro público, los lectores activos, tienen una actitud bastante diferente, ya que no buscan ser entretenidos, sino entretenerse. Su participación en la obra tiene un rol elemental, porque no son espectadores, son cómplices. Rechazan recibir toda la información masticada y prefieren ser parte del juego, alcanzando las soluciones por ellos mismos.

Julio Cortázar, por supuesto, escribía para los lectores activos. The Vanishing of Ethan Carter, también.

Este fichín requiere de un jugador activo, un jugador cómplice. Alguien que no espere que las cosas sucedan, sino que las haga suceder. De ahí la complicidad, el juego progresa siempre y cuando progresemos nosotros. Porque a fin de cuentas somos los que narramos la historia, no en un monitor, no en una tele, sino en nuestra cabeza, colocando cada pieza del puzzle argumental en su lugar.

¿Pero vamos a encontrar acción? Claro que sí. En cada crujido de las ramas, en el susurro del viento, en el movimiento de las plantas y en el reflejo del sol. La atmósfera es toda la acción que necesitamos, y es mucho más poderosa que cualquier combate, tiroteo o salto.

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