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[REVIEW] Fallout 4


Los primeros días en Commonwealth

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Antes de asomar la cabeza fuera del refugio 111, atravesamos un tutorial que nos refresca todos los comandos y nos introduce nuevamente en la mecánica de juego. Todo se maneja mediante esa computadora de pulsera llamada Pip-Boy. Tan importante es, que Bethesda hizo una edición especial con un Pip-Boy real en el que puede ponerse un iPhone 6 con una aplicación que se conecta vía Wi-Fi con el juego en cualquiera de sus plataformas. Todo puede controlarse desde la pulsera real. Lo cierto es que allí articulamos con el mapa, el inventario y absolutamente todo lo que tiene que ver con el personaje. Pip-Boy es lo que un smartphone para nosotros, sin él funcionamos a medias.

Más allá de esta brújula virtual, otro detalle muy importante del gameplay es el combate. Si bien Fallout tiene miles de kilómetros para explorar y una cantidad impensada de personajes y de misiones para enriquecerlo, siempre hay que pelear. Pero por suerte aquí hay dos maneras de pelear que pueden combinarse y eso enriquece mucho el gameplay. En Fallout 4 puede utilizarse la modalidad V.A.T.S. una especie de “bullet time” en el que podemos elegir a qué zona apuntar de nuestro enemigo, para causar más daño. Esta modalidad está por supuesto, sujeta a todas las habilidades de nuestro personaje. Si no tenemos desarrolladas las que influyen en la puntería y la suerte, nuestro disparo a la cabeza probablemente rompa el vidrio del vecino. Por suerte para los que no manejamos bien esta modalidad, existe la posibilidad del FPS tradicional. Apuntar y disparar, o hacer un zoom para mejorar la precisión, es el formato más convencional, y el que puede salvarnos el pellejo más de una vez.

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También es clave para nuestra supervivencia el poder manejar nuestro inventario, nuestro armamento y las armaduras. Es vital poder personalizar todo esto en las mesas de trabajo correspondientes, haciendo un promedio entre peso y rendimiento. Fallout 4 es alquimia constante y eso lo convierte en una experiencia de juego maravillosa.

Cerca de estas mesas tenemos también la posibilidad de edificar y construir cosas, siempre que tengamos materiales suficientes, producto de nuestras incursiones de chatarreo. Esto inserta un elemento minecraftiano interesante, mediante el cual podemos mejorar la forma de vida de nuestros colaboradores. Si ellos están cómodos y se sienten seguros, van a estar más felices y todos comeremos perdices.

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