La historia de StarCraft y Brood War
La historia del StarCraft original arranca con un raza alienígena de cucarachas mutantes, conocida como Zerg, apareciendo de la nada. Los Terran, que venimos a ser los humanos, estábamos llevando adelante una guerra civil entre dos facciones, el Dominion y los Rebeldes, porque unos eran unos dictadores y los otros estaban hartos de la dictadura galáctica. Los mayores representantes de este movimiento anti-Dominion son Jim Raynor y Sarah Kerrigan. El primero es básicamente un cowboy del espacio y la segunda es la Bruja Escarlata. Ellos se ven liderados por Acturus Mengsk, el líder carismático de los rebeldes que quiere una galaxia justa y honorable para todos. En el medio de este bardo, los Zerg empiezan a romper todo porque son bichos con ansias de sangre que no conocen otra cosa salvo la destrucción y el dolor. Como si fuesen una raza de barrabravas, pero todos del mismo equipo.
No hay dos sin tres, así que al baile entre Terrans y Zerg se suman los Protoss, una raza alienígena súper avanzada de rastafaris sin boca ni orejas.
Los Protoss, como cualquier rastafari que se digne de serlo, están ahí para evitar que se arme la gorda. En consecuencia, deciden que lo mejor es hacer estallar a los Zerg y a los Terrans por el aire por igual. El encargado de esta tarea es Tassadar, que, como no es una mugre, decide que no está bien cometer un doble genocidio porque “es más fácil que tratar de ver cómo ayudar.” El Conclave Protoss decide que Tassadar es un tibio y lo manda a matar. El encargado de esta otra tarea es Artanis, aprendiz de Tassadar que, cuando lo encuentra, decide que no está bien asesinar a su maestro no-genocida. En el medio, aparece Zeratul, un Templario Oscuro que al parecer sabe lo que hace. Ah, cierto, no les dije lo que eran los Templarios. En síntesis, todos los Protoss están unidos telepáticamente por sus rastas, y se llaman Templarios. Los Templarios Oscuros son los Protoss que no usan rastas y entonces son considerados herejes y merecen el exilio eterno.
Al parecer los Zerg son los únicos que no tienen líderes Nazis. Igual, son muy mala onda y por alguna razón quieren quemarle el rancho a los Protoss también, así que se ponen a buscar Aiur, que es el mundo natal de los rastafaris.
Al ver que los Zerg quieren limpiarlos del universo, Artanis, Tassadar y Zeratul se unen (porque son los únicos Protoss no-racistas) y atacan a los Zerg. Lamentablemente, los Zerg terminan averiguando dónde queda Aiur y lo hacen de goma. Sin embargo, no les sale barato: Tassadar, con la ayuda de los Templario y los Templarios Oscuros por igual, se inmola para destruir a la Overmind Zerg y salvar a su raza del exterminio total. Por más que Aiur cayó bajo el poder Zerg, el resto de los Protoss puede escapar a Shakuras, el mundo de los Templarios Oscuros, y tratar de hacer las paces entre ellos.
A todo esto, los rebeldes Terran ganan la guerra civil y Mengsk es coronado emperador. Por supuesto, todo lo de la unión era mentira y se convierte en un dictador de primera mano. Entre sus grandes logros están traicionar a Raynor y Kerrigan (dejando a esta última morir a manos de los Zerg). Raynor le hace la cruz, porque le mató a la novia -Kerrigan- y empieza su propia rebelión. Sin embargo, Sarah estaba viva, porque los Zerg deciden transformarla en su nueva reina en lugar de devorarla.
Posta, los Zerg son los mejores de los tres. Si tuvieses manos en lugar de garras seguramente te invitarían a tomar el té.
Kerrigan renace como la Queen of Blades y, con la ayuda de Protoss y Terran por igual, gana la guerra por el control del enjambre Zerg con la promesa de que no va a romper todo en cuanto pueda manejar a los Zerg salvajes. Obviamente, rompe su promesa porque esto es el universo de StarCraft. Raynor le jura venganza, Mengsk sigue siendo un garca y los Protoss siguen siendo racistas. Pasamos a Starcraft II.