Un horizonte demasiado lejano para Pedro Picapiedra
“Selva, ruido de animales salvajes, jungla. Baila, baila, baila hasta salir de tu cuerpo”. Mientras cantaba esta canción (que perfectamente podría ser la banda de sonido de este fichín) toda mi vida cavernícola pasaba frente a mis ojos. Un enorme tigre dientes de sable corría detrás mío olfateando el miedo, o el olor a materia fecal. Sí, lo admito, cuando me asusto tengo incontinencia.
Far Cry es una saga que disfruto tremendamente. Tiene esa combinación justa de acción, exploración y open world que necesito. La pasé bomba con cada una de sus entregas y tengo que reconocer que con Primal tenía mis dudas. Porque una cosa es andar a los tiros por la selva o el desierto. Otra muy distinta es correr de animales prehistóricos. Es imposible hacerles frente con un mazo o un arco con flechas. Pensé: “como la estan pifiando estos pibes de Ubisoft”. Me pone muy feliz haberme equivocado.
Primal abandona el presente y las armas de fuego para contar la historia de Takkar, 10.000 años antes de Cristo. Takkar es de la tribu wenja y los pocos integrantes de su clan son atacados durante una cacería. Nuestro héroe logra escapar con vida y recorre las tierras de Oros pensando que es el último de su especie, hasta que se encuentra con Sayla. Ella también es wenja y juntos intentan reconstruir la comunidad. Con nuestra ayuda, Takkar corretea por las tierras de Oros tratando de reunir a un puñado de personajes que pueden ser útiles para la comunidad y que tienen conocimientos clave para mejorar su superviviencia. Poco a poco vamos explorando el territorio y recolectando elementos para optimizar nuestras instalaciones y las expectativas de vida de todos. Pronto Takkar se convierte en una leyenda y sus nuevas habilidades son indispensables para convertirse poco a poco en un nuevo líder.
Takkar debe ir explorando el mapa y poco a poco conquistando campamentos y fogatas enemigas para expandir el reinado de la tribu Wenja. Al principio todo es bastante simple y nuestro armamento es básico, pero iremos perfeccionándolo para poder enfrentar criaturas más poderosas y lidiar con otras tribus que solo quieren aplastarnos como cucarachas. Las peleas son brutales y sangrientas, pero no imposibles. Mejorando nuestras habilidades podemos torcer la balanza a nuestro favor.
El armamento va mejorando a medida que aprendemos de otros personajes y conseguimos nuevos elementos para trabajarlo. Dominar bestias e interactuar con ellas es clave a la hora de tener éxito en misiones que parecen imposibles. Al principio interactuamos con criaturas carroñeras y cobardes como los perros, pero si hacemos bien nuestra tarea terminaremos montados al lomo de tigres dientes de sable o mamuts. Estas criaturas pueden ayudarnos en combate o transportarnos si son de gran porte. Está claro que no es lo mismo avanzar sobre una tribu enemiga con un lobo a nuestro lado que montados en un león o un mamut que aplasta todo a su paso. Estas criaturas son fieles y podemos llamarlas en todo momento para acompañarnos en nuestra alocada aventura. Responden a órdenes básicas como atacar o ir hasta un punto determinado, y pierden su energía al combatir. Si los queremos luchando en forma incondicional a nuestro lado, solo basta un pedazo de carne para mantenerlos fieles y saludables.
Las tierras de Oros son extensas. Podemos recorrerlas libremente y resolver misiones random que aparecen en nuestro camino, rescatando prisioneros, ayudando a otros miembros de nuestra tribu en problemas, o siguiendo las misiones principales. Hagamos lo que hagamos, Takkar gana puntos de habilidad que pueden ser distribuidos en nuevas habilidades, vitales para mantener su pellejo cavernícola en una pieza. Oros tiene vida propia, está lleno de criaturas con su propio comportamiento y moverse de día no es lo mismo que vagar bajo la luz de la luna. Por la noche lidiamos con criaturas más feroces y descansar hasta que salga el sol puede ser una buena opción si queremos mantenernos en una pieza. Si nos hacemos los guapos bajo las estrellas tenemos grandes chances de convertirnos en el plato principal de una jauría de lobos hambrientos, que sólo se mantienen a raya si estamos acompañados de algún animal más feroz o corremos revoleando un garrote en llamas.
Es interesante ver como el motor de un juego preparado para combatir con armas de fuego en el Himalaya puede convertirse en un fichín de exploración y supervivencia en la edad de piedra, y aún así mantener el interés.
Las versiones para Ps4 y Xbox One son maravillosas en cuanto a detalles. Podemos pasar horas paseando y admirando el entorno. Los amaneceres y las puestas de sol son increíbles y cada detalle es una delicia visual. La versión para PC supera a las de consola con 60 FPS, convirtiéndola en la opción ideal si tenemos la máquina adecuada.
La música está llena de percusiones, creando climas de tensión en los combates. Todas las bandas de sonido de Far Cry son maravillosas y tienen detalles muy típicos de cada cultura. Primal no se queda detrás, explotando en golpes de la manera más primitiva, llevándonos con nuestros oídos a esa era.
Al menos por ahora, esta nueva entrega de Far Cry no tiene multiplayer, pero aplaudo de pie su desfachatez en un mundo donde el online es una costumbre y el contenido original orientado al jugador solitario escasea. Festejo el idioma de las cavernas subtitulado, y como dijo el maestro Tangalanga alguna vez: “No se te entiende una mierda, pero ubicás bien las palabras”. [i]
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DESARROLLADO POR: Ubisoft Montreal
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DISTRIBUIDO POR: Ubisoft
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GÉNERO: Acción / Aventura
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PLATAFORMA: PC, PS4, Xbox One
CALIFICACIÓN
80%
QUÉ ONDA: Un nuevo capitulo de la maravillosa saga de Far Cry.
LO BUENO: Buena historia, un nivel de detalle increíble, un universo abierto maravilloso y una brutalidad sorprendente.
LO MALO: No tiene multiplayer, pero con tantos juegos online ¿a quién le importa?