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[SUPER REVIEW] Dark Souls III


Linaje, maldito linaje

Podríamos retrotraernos, rastrearlo hasta los '90, si se quisiese hallar el origen de la encantadora y funesta maldición; desempolvar aquel viejo nombre King´s Field y estirpe, saga. Podríamos, así  mismo, remontarnos al no tan distante pasado, a aquella extraña joya en bruto nombrada Demon Souls. Podríamos, sí pero, sin lugar a dudas, es otro el nombre que resonará con más intensidad y, donde reside el comienzo de la relación amor/odio para la mayoría. Oh Dāku Souru…Dāku Souru…te has arraigado.
 
Gestado en la rebuscada mente de Hidetaka Miyazaki a lo largo de estos títulos anteriores, fue en el 2011 que pudimos deleitarnos con el refinamiento del concepto, su obra, y así, nos adentramos en el siniestro mundo del Dark Souls. Aclamado por la crítica dadas sus particulares propiedades, tuvimos en nuestras manos algo fresco luego de la sequía.
 
 
Esa historia críptica minimalista, que podía escurrirse de nuestro saber y nos llevaba a escarbar cuanto fragmento de información pudiésemos hallar, en pos de completar un rico e intrigante folclore. Esa desgastante dificultad que podría hacernos pensar que todo era un mal chiste, hacernos llorar; y ese arduo combate preciso, sin tregua, logró que este anidase a los picotazos, devolviendonos un sentimiento de victoria merecida, de habilidad. Es entonces este el nombre que marca el corazoncito del mico y finalmente nos trae a este punto…
 
Oh Dāku Souru…Dāku Souru…
 
El tiempo siguió su curso, eventualmente, otorgandonos una secuela. Donde DS segregó a muchos jugadores, armándose de un público que soportara la marca del peregrino, DSII intentó conciliar.  Refinando varias mecánicas para bien, dejando algunas otras de lado para mal; la nueva entrega quiso acercarse a muchos más micos, mutando, sin dejar de lado la esencia que lo caracterizaba. Aún así, algo faltaba…Miyazaki. La mente maestra, continuó como supervisor del proyecto, pero la inspiración no era la misma, la estética era otro “polo” y en algunos caso, hasta bordaba la falta de chispa; pero principalmente su dificultad habia decaido. Esto se expresaba no solo en diseño de combate, sino, también, en el modo en que el jugador se relacionaba con el ambiente, con lo “oculto” por descubrir. Se había perdido ese famoso sentimiento de engaño, el infame “trolling”.  No obstante, esto no fue suficiente, de ninguna manera, para convertir al DSII en una mala entrega; solo se sentía,…diluida.
 
El tiempo siguió su curso…el “hype”, tambíen.
 
Hoy, en las respectivas consolas, se enciende otro capítulo de la fatídica saga. ¿Está ante nosotros el final de un ciclo? ¿Hace justicia al nombre que lo apadrina?

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