♫ We’re diyiiing in the rain ♫
El aire se volvió denso, pesaba sobre los lomos erizados. Por un momento todo el páramo se enmudeció, expectante y sumido en tensa tranquilidad. Cada uno de los seres que lo habitaban pudo sentir el cambio con cada milímetro de su cuerpo. Silencio y, luego, el estruendo. Las gotas rasgaron el aire ferozmente. Ya era tarde, la tempestad los había alcanzado y como un ave rapaz, cruel y despiadada, arrasaría con todo lo que hallara a su paso. Las luces del alba se reflejaron en el rocío, en el nuevo día después de la tormenta y sobre aquel pastizal que ahora carecía de vida.
https://www.youtube.com/watch?v=kxbQy0U92R4
Lo que el arca dejó atrás.
Felinus Babosus, o “Catslug” (para abreviar y porque resulta jocoso) es, como el nombre lo indica, esa especie de cruza entre gato y gusano la cual tendremos el gusto de encarnar. Dicho esponjoso animalejo “pseudo marsupialoide”, ya que en rigor de verdad se acerca más al hurón de lo que su casta probablemente admita, pasa sus días en una pequeña manada, cazando desde que se alza el sol hasta acurrucarse en refugio por las noches. Uno de los pocos vestigios de ternura que quedan en Rain World, este devastado y distópico mundo en el que los rastros de una avanzada civilización, que ya dejó de ser, sirven de cuna para unas agresivas flora y fauna, mientras luchan fervientemente por su alimento, su supervivencia y, por sobre todo, ampararse del diluvio. Sí, micos, pronto aprenderemos por las malas que las precipitaciones por estos lares son de proporciones bíblicas y no moco de pavo como para andar homenajeando a Gene Kelly y su danza con paraguas.
Kansas it’s going bye bye.
Luego de una pintoresca secuencia introductoria, minimalista pero cargada de una buena dosis de crueldad al mejor estilo Disney, nuestro escurridizo protagonista quedará desamparado, solo y a la merced de nuestro mando; recaerá en nosotros ayudarlo a encontrar el camino de regreso a casa, recorriendo eso húmedos y apremiantes recovecos que se enmarañan por delante de sus bigotes. Pero no todo está perdido, y como suele ser en la narrativa del tipo, un mentor vendrá a nuestro auxilio. Serán escuetas y efímeras sus palabras provenientes de este insecto luminoso que se ha apiadado de nuestra situación, tras marcar las primeras huellas: Salta, trepa, caza, come… pero principalmente, ¡CORRE! La lluvia se aproxima. Y así el fichín nos plantea las mecánicas básicas y esenciales que lo rigen. ¡Pan comido! ¿No?
Lab rat.
Que las apariencias no nos engañen; aunque las bases sean simples, tenemos un rebuscado fichin entre nuestras manos. Como mencionamos, nuestra tarea será la de lograr avanzar a lo largo de las laberínticas pantallas con disposición “plataformera”, logrando encontrar la forma de conectar los ductos que entrelazan los ríspidos parajes. Ya sea escalando, surcando recovecos, saltando brechas o colgándonos de vigas; pantalla tras pantalla estaremos ante un pequeño puzzle por resolver y para lo cual deberemos ser observadores. En ciertas oportunidades, el camino será claro y en otras, cada vez más frecuentes, deberemos estar tan avispados como para, por ejemplo, tomar una pequeña lanza con nuestras manecitas y clavarla en tal o cual parada en pos de poder ascender. La primera opción no siempre es la correcta y varias, quizás “obvias” a primera vista, están allí solo para engañarnos, llevándonos a la nada misma; o lo que es peor, una pérdida de tiempo. Puede que se cruce por la mente “hay más tiempo que vida”, pues…
It’s raining death, Hallelujah!
Ya mencionamos cierta lloviznilla molesta, molestamente letal; y aquí tenemos el empalme de mecánicas, porque a nuestro pesar, el elemento climático no es solo un factor estético. Las desventuras estarán dispuestas en ciclos compuestos de algunos minutos en los que, al trascurrir el lapso, la tormenta azotará la tierra arrasando todo a su paso. Con tal primicia, deberemos encontrar alguno de los designados refugios desperdigados entre pantallas para así hibernar, sobreviviendo la tormenta. ¡Pero esperen, micos! En virtud de ello, habrá que estar bien alimentados, más precisamente 4 puntos en el medidor de hambruna, por lo cual debemos cazar. Tal medidor consta de siete puntos, cuatro para lograr pasar la noche y tres de reserva. Sea animal o vegetal, estos alimentos son escasos y debemos ser rápidos en la búsqueda, el reloj está corriendo.
Pixel Darwinism.
No, el “Catslug” no se halla en la cima de la cadena alimenticia. Multiplicidad de bestias esperan, ansiosas, hincarnos el diente. Desde lagartijas ávidas en la mimetización a cefalópodos terrestres gigantes, todas y cada una de ellas pulularán los ecosistemas buscando su tentempié cuasi felino. Para ello, si bien no podremos hacer frente con garras o colmillos, utilizaremos nuestro ingenio, optando por artilugios de distracción, escondrijos o en ciertos casos, las peleas entre razas. Cada uno de ellos posee un comportamiento particular y un método de ataque propio y esto, en definitiva, agregará otro tipo de acertijo a la ecuación.
Disección binaria.
Hasta este punto todo es fresco e intrincado, interesante sin lugar a dudas. Visualmente nos encontramos con una dirección artística llamativa. Si bien no sobresale por encima de otros con la misma orientación, podremos apreciar el hincapié en lograr un sentimiento de claustrofobia y opresión. Este clima se halla perfectamente logrado, haciéndonos sentir realmente pequeños y frágiles dentro de un mundo cruel, rapaz y al mismo tiempo hermoso a su manera. La variedad de criaturas, aunque no demasiado grande, es bienvenida. Algo para destacar, cuando funciona, son las físicas que afectan la vida dentro de esta “burbuja”. Nos deleitaremos viendo como estos bichos se mueven, caen o retuercen; nos esbozará una sonrisa observar a nuestro protagonista estirar sus bracitos al intentar alcanzar una presa que se escapa. Al mismo tiempo, la inteligencia artificial con la que se encuentran provistos los oriundos es impredecible, intensificando la sensación de “vida” a nuestro alrededor.
Pero no todo es color de rosas. Donde el fichín se destaca es, al mismo tiempo, donde falla. Todos los elementos previamente mencionados, a lo largo del tiempo, dejarán un dejo de sabor amargo. Cada mecánica pareciera carecer de un ajuste final. Por empezar, salvo las primeras instrucciones, el fichin hace muy poco por explicarnos datos necesarios para nuestra supervivencia y deposita la iniciativa de que el jugador experimente llevándolo al extremo de la desinformación. Si bien esto podría ser algo que nutre a la vivencia, la carrera contra el tiempo es un factor completamente antagónico que deniega el concepto. Elementos como el estatus moral o kármico de nuestro personaje, son pasados por alto en el entrenamiento. Ciertas compuertas entre áreas precisan de un determinado nivel en la escala de este estado para ser activadas y, lamentablemente, nunca se nos explica nada al respecto. Así mismo, la azarosidad que emana de la inteligencia artificial creará muchas situaciones inesperadas e imposibles de proyectar que, finalmente, nos conducirán a cientos de muertes baratas e inmerecidas. Un juego de plataformas no puede estar librado al azar. A esto podemos sumarle algún grado de imprecisión en la respuesta de los comandos o las propias físicas. Por otro lado, la falta de una narrativa más elaborada mellará el interés y la voluntad para continuar con la aventura.
No obstante, no habremos elegido un mal producto, pero sí uno que a pesar de sus bellos matices, posee demasiadas faltas al otro lado de la balanza. [i]
DESARROLLADO POR: Videocult
DISTRIBUIDO POR: Adult Swim
GÉNERO: Aventuras, Puzzle
PLATAFORMAS: PS4, PC
CALIFICACIÓN
60%
QUÉ ONDA: La peculiar odisea de una entrañable criatura que lucha por sobrevivir en mundo azotado por lluvias y en el cual seremos tanto predador como presa.
LO BUENO: Las mecánicas frescas. La estética y ambientación. La sensación de un mundo vivo.
LO MALO: La falta de ajustes en varias mecánicas. La desinformación. La frustración resultante de la elevada dificultad y azarosidad de algunos elementos.
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