[REVIEW] Pyre

tl;dr

Me tambaleo en el desierto, esperando mi final. Estoy lleno de arena en mis botas, pero aún más en mis partes privadas. Si alguien me viera ahora, de seguro me confundiría con un imitador de Donald Trump. Bueno, allá se van mis sueños de ser director técnico de básquet profesional. Exhalo lo que parece ser mi último aliento, cuando a lo lejos diviso una carreta dando tumbos, luchando por recorrer el terreno que nos separa. Llegan hasta mí, extendiéndome una cantimplora. Un perro con bigotes y una Sabatini con cuernos se me quedan mirando, mientras un galancito me pregunta si estoy bien. Y yo siento que clavé un triple cuando el marcador anunciaba el último segundo del partido.

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Me suben a la nave, y me cuestionan sobre si sé leer. Sí, claro que sé, chicos, pero vamos a conocernos ¿Qué saben de la NBA? Me ignoran, y me siguen preguntando sobre qué hay escrito en un libro raro que, yo no sé, parece engualichado, yo no lo tocaría mucho. Muchachos, ¿Qué opinan de Space Jam? Ni bola. Sí, pará, Dalí con pulgas, ya te digo. Dice algo de unos ritos. De que todos los que estamos excluidos acá en el último cordón del Commonwealth tenemos unas chances de volver a la buena vida a través de una competencia. Me empiezan a charlar todos de sus problemas personales y comienzo a sospechar que no entienden un pomo de deportes. No sé cómo decirles que yo muy fan de la lectura no soy, el último texto al que le presté atención fue al manual de la tele que me compré para ver las finales entre Warriors y Cavaliers. Ah, que tiempos aquellos.

Bueno, que se yo, me siguen taladrando con sus planes y sus problemas hasta que me llevan al bendito ritual. Llegamos a la supuesta cancha, y me vuelvo loco: una pira de cada lado, un fueguito que proteger. Se juega de tres en tres, hay que embocar una pelota en la llama ajena sin que logren marcarnos, hay que correr, esquivar, y usar las manos en un espacio corto. No hay duda, estoy en mi salsa.

Tras cartón, mis compañeros de viaje me dicen si los puedo ayudar a conseguir la victoria. Creo que se dieron cuenta de que mi estado físico es deplorable, y me mandaron directo a la posición de coach. Mas no me molesta, al contrario… no quepo en mí de la alegría.
Mis nuevos amigos saltan, corretean, se hacen pases, se impulsan y la embocan en el aro, todo bajo mis órdenes..
¡Saltá! Matalo. Matalo. ¡Marcalo ahí! ¿Pero no ves que estaba sólo? Tenés una abertura a la derech… ¡pero pasala, ¿querés?!

El juego, si bien se le parece, no es un calco exacto de mi querido deporte. Alguien puso un poco de quidditch en la mezcla. También tenemos un relator que es juez al mismo tiempo. No se trata de incrementar nuestro puntaje, sino de extinguir la llama del rival. No todos los goles valen lo mismo, sino que depende de la contextura y el estilo del jugador: más grandote y lento, más puntos resta que la emboque.

Igual, le agarro la mano. El partido se nos hace breve, pero lo ganamos por goleada. Desde ahora somos los Nightwings, nombre que me hace acordar a Batman, y si me hace acordar a Batman entonces es bueno.

Se suma gente a la carroza, y todos me llaman “Lector”. Justo yo. Diganme “deté”, por favor. Doctor. Master, capo, campeón, figura, fiera. ¿Pero qué tengo de lector? Otra vez el libro, sí, dice algo de las estrellas. ¿Cuándo viene el próximo partido? Me quedo esperando mientras me aburren con detalles de planes de revolución. La verdad que no me importa. Porque después de todo, parece que acá puedo cumplir mi sueño. El galancito me viene a hablar de nuevo y, mirá, me cae bien, le doy cabida, pero otra vez sus planteos sobre cómo era la vida antes del exilio, y que pobre la chica-demonio, y que pobre el perro-tipo. Ustedes deberían estar concentrando, pienso, y los mando a practicar.

La carreta continúa su paso en dirección al próximo encuentro. Está muy lindo el paseo, pero no poder bajarme a recorrer el lugar me resulta tan embolante como escuchar parlotear sin parar a mis compañeros.

Llega el día, salimos de nuevo a la cancha y nos presentan a nuestros rivales. Me sorprende cuan diferentes a los anteriores resultan, está claro que cada equipo es un mundo con sus propios problemas, intereses y formas de jugar. Aún así, conmigo en el timón, llevamos este barco a buen puerto y terminamos ganando con ventaja holgada. Nos empezamos a confiar y eso no es bueno, yo lo sé, pero estos pibes no, y de vuelta a parlotear sin parar en vez de estar entrenando. Y yo deseando que el próximo encuentro llegue de una vez por todas.

En el camino seguimos juntando gente, todos jugadores suplentes que me vienen al pelo para cuando a alguien del equipo fijo se le ocurre no jugar porque no le gusta quien tiene enfrente, o porque le duele una uña.

El intercambio de palabras entre los demás no para, y la verdad es que estoy cansado de escucharlos. Pero si quiero ganarme su confianza y darles ánimos para mejorar, tengo que hacerlo. Aunque en el fondo lo único que piense es cuánto falta para el próximo enfrentamiento.

Pasan los días, las semanas, y no hay nadie que nos rompa el invicto. La carreta ya está llena de porquerías y yo ya me estoy cansando de tantas historias personales que no van a ningún lado. ¿Quieren saber cómo terminé exiliado? La historia los va a aburrir, igual que a mí me embolan las suyas. Si no me hicieran leer tanto, quizás les tomaría algo más de cariño.

Y entonces pasa. Después de haber derrotado a innumerables contrincantes, llega el partido clave, y debo decidir. No me lo esperaba, pero la determinación de quién se vuelve a casa, si es que ganamos, recae en mí. ¿Pero… cuál de todos? Bueno, Rukey estaba contrabandeando para ayudar a la madre, que lo está esperando. Pero Jodariel, por otro lado, se sacrificó por… no, esperá, a Hedwyn lo aguarda su amada del otro lado. Hmm.

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Es una decisión que me pesa, y de gran responsabilidad, pero finalmente elijo. Esa tarde jugamos un partidazo memorable que nos hace transpirar la camiseta como nunca antes. Yo saco al Phil Jackson que hay en mí y, con un tanto final de esos para alquilar balcones, los Nightwings dejamos al rival de rodillas pidiendo la hora al juez.

El afortunado en irse se acerca al torrente de luz. Sus compañeros, que dieron todo, lo abrazan. En el fondo desean ser el próximo, pero no tienen prisa. Nos despedimos y lo vemos marcharse, impulsado a los cielos. La ceremonia es épica.
Y yo me siento un dios, pero también me siento un poco raro.

Esa noche hay fiesta en la carreta. La música que suena es la mejor que escucho en mi vida. Todos me dan palmaditas, me dicen “gracias, Lector”, y yo les regalo una sonrisa torcida. Me preguntan qué dice ahí, y yo les leo. Se ríen, debaten, urden planes conspiratorios. Vuelven a reír.

Y hablamos de que aún quedan muchos, muchos partidos. Y de que se va a seguir yendo gente, de a uno, de a una. Hablamos hasta que finalmente, todos se van a dormir.

Pero yo salgo un rato a sentarme sobre la arena, salgo para apreciar el silencio. Un rato de silencio. Fijo la mirada en todas las estrellas del firmamento. Y me largo a llorar como un tarado. [i]

https://www.youtube.com/watch?v=lBi5Dd1vn4A

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DESARROLLADO Y DISTRiBUIDO POR: Supergiant Games
GÉNERO: Novela visual + deportes + RPG
PLATAFORMAS: PS4, Xbox One, Win, Mac, Linux.

CALIFICACIÓN

75%

QUÉ ONDA: El deporte creado en el nuevo fichín de Supergiant es delicioso de jugar, pero entre partida y partida nos esperan cientos de diálogos e historias ramificadas que hay que estar dispuesto a escuchar.
LO BUENO: Personajes entrañables. Apartado visual impresionante. La banda de sonido se integra con la historia, y como nos tienen acostumbrados, nos deslumbra. Jugar al basquidditch es muy divertido. Amplia rejugabilidad de la campaña al obtener distintos resultados dependiendo nuestras decisiones, triunfos y derrotas.
LO MALO: La ansiedad por jugar la próxima partida nos distrae de la historia. Demasiada carga de diálogo escrito. No poder recorrar los mapas con libertad es un crimen. Pide multiplayer online a gritos. Le faltan modos de juego para darle rejugabilidad. Por ahora, sólo en inglés.