Un nuevo “Bungie Jumping”
Me cansé de recorrer los mismos planetas y de repetir viejas hazañas, solo para recolectar puntos. Ya lo dijo el Teniente Murtaugh en Arma Mortal: “estoy muy viejo para esta mierda”. Mientras pienso en esto, revuelvo una pequeña porción de frijoles. Siento un chasquido y me oculto tras unos arbustos. Un puñado de caídos me busca con cuidado y veo que mi arma quedó en el suelo. Me acurruco esperando a que pasen y al hacerlo aprieto las tripas. No pude contener el horror. Mi ventosidad se escuchó hasta en el último planeta del sistema. Mientras los caídos me rodeaban entendí por qué en el lejano oeste siempre comían frijoles: en el desierto nadie nos escucha pedorrearnos.
La seductora burbuja de Destiny explotó a poco tiempo de su lanzamiento. Una saga que prometía vivir varios años nutriéndose de las expansiones y una gigantesca superproducción con mucho marketing, se enroscaron en una mezcla de FPS con tintes de RPG. Todo prometía ser revolucionario. Una revolución que duraría unos 10 años. Y cómo no creerlo, si detrás de esto había gigantes como Bungie y Activision. Para quienes viven ajenos al mundo de los fichines, Bungie fue la empresa responsable de una de las sagas más famosas y exclusiva de la consola de Microsoft: Halo. Activision por su parte es uno de los publishers más emblemáticos, y responsable de gloriosas publicaciones como Mechwarrior o Call of Duty. Pero cuando se estrena una gran producción de Hollywood repleta de figuras, si algo puede fallar, falla. Destiny fue un proyecto con un gran esqueleto y una aceptable historia principal, pero una vez terminado el contenido de la campaña, no pasaban grandes cosas y los fanáticos se apagaban como las velitas de cumpleaños de una quinceañera, a la espera de nuevas hazañas que tardarían en aparecer. Con las expansiones la cosa fue acomodándose y tomando otro color. Sin embargo, para algunos de nosotros, todo eso llegó tarde. Hoy Bungie y Activision buscan la redención y lo hacen con la ayuda de Blizzard. Aunque como dicen desde el siglo XVII, las segundas partes nunca son buenas. ¿Será?
Un trabajo difícil, pero alguien tiene que hacerlo
Que difícil es hablar sobre Destiny 2. Es enorme, complejo y necesita muchas horas de juego. Una cantidad difícil de tener, cuando la vida nos bombardea con 10 o 12 horas de castigo laboral. Así fue como durante varias noches renuncié a toda vida social y amistades cibernéticas, para embarcarme en esta empresa titánica. Destiny 2 reconoció mi personaje anterior, algo que me alegró tremendamente porque evité el engorroso pero necesario proceso de creación del personaje. Para quienes entran al maravilloso mundo de Destiny por primera vez, no es un problema, porque nada de lo que hayamos hecho en el anterior va a servirnos demasiado en esta nueva historia. Sí, todas esas horas de juego pueden ir metiéndoselas justo ahí donde están pensando.
La secuencia inicial es lo que se pudo probar en la beta. Nuestro personaje llega a la Tierra y la Última Ciudad está siendo invadida por una facción de los Cabal que se llama Legión Roja. Su líder, un horrible personaje llamado Dominus Ghaul pretende “chorearse” al viajero y con él llevarse la luz. Con esto Dominus desactiva a los Guardianes que, como todos sabemos, necesitan de la luz para tener sus poderes o poder revivir en combate. Nuestro héroe es uno de los pocos sobrevivientes a ese ataque, y con la ayuda de su Ghost (ese aparato parlanchín que siempre nos acompaña) se las arregla para recuperar un poco de luz. Mientras todos caen como moscas, somos los únicos con la habilidad de revivir. Por esta razón todos nos ven como una especie de Mesías o elegido. Pero no se emocionen, porque hasta que llegamos a ese punto, la pasamos realmente muy mal. Los enemigos abundan y nuestro equipo claramente no está a la altura de las circunstancias. Hasta que conseguimos algo de luz para defendernos y recuperamos algo de luz, se trata de huir y combatir en forma inteligente. Hay que pensar como un Vietcong escondido en un campo de arroz, combatiendo con piedras a helicópteros enemigos.
Con el tiempo la cosa cambia, y se empieza a parecer mucho más al viejo y conocido Destiny.
La campaña principal consiste en reunir a los principales líderes para darle “pesto” a Dominus y recuperar el viajero. Las misiones de la campaña duran una media hora, y nos van paseando por distintos planetas y lunas del sistema. Se puede hacer todo en solitario o se puede jugar en party con algún amigo o conocido de las redes. Jugar solo es de amarrete, pero es ideal porque no se pierden detalles. Nadie se apura y el éxito depende de uno mismo. Pero claramente la experiencia más gratificante es jugarlo con alguien más. Cuando un amigo nos cuida las espaldas nos envalentonamos, nos convertimos en el ser más temerario y arrojado. En lugar de escondernos, salimos a los tiros y en lugar de sobrevivir, morimos como loco.
La experiencia de juego es casi la misma. Quienes hayan jugado el original y sus expansiones, se van a sentir como panchos por su casa. La magia está intacta, y lo único que parece haber cambiado es la desaparición de la luz. Esta vez vamos a ir subiendo de nivel hasta llegar a un tope de 20 (al menos por ahora) pero en lugar de puntos de luz, tenemos puntos de poder. Estos puntos como en la versión anterior, son un promedio entre defensa y ataque del equipo que llevamos y esto hace que nuestro loot tenga mucho valor. Por ahora el tope de puntos de poder es de 300, pero probablemente esto cambie con próximas expansiones.
Además de la campaña principal tenemos varias misiones secundarias para levelear a nuestro personaje. Los Asaltos son cooperativos y las patrullas pueden resolverse en solitario o en squad. Los desafíos son un poco más complicados, y como en el Destiny original, nos obliga a hacer varias patrullas, usar un arma en particular o encontrar cofres. Todos estos eventos nos hacen recorrer una y otra vez los mismos escenarios, algo que puede resultar monótono y tortuoso para los impacientes. En más de una oportunidad me dormí correteando a altas horas de la madrugada en busca de algo. Me desperté con el sonido de mis propios disparos al presionar inconsciente el gatillo del joystick, o abrí los ojos encajado en una piedra sin saber como había llegado hasta allí.
“¿Cómo podés dormirte jugando Destiny 2, hereje?”, se preguntarán algunos. Bueno, la ansiedad y las ganas de avanzar para escribir estas líneas tienen un precio: sacrificar horas de sueño. Como dije antes, esto es un trabajo duro y alguien tiene que hacerlo.
https://www.youtube.com/watch?v=KQvEthiHGPg
Listo! Terminé! Finishe! Ahora… ah no… un momento.
Una vez terminada la campaña se desbloquea Nightfall. Son misiones más complicadas para las que se necesita por lo menos 240 puntos de poder. Duran 10 minutos y hay que hacerlas en squad. Para estas misiones no hay matchmaking asi que si no tienen amigos que lo estén jugando, vayan consiguéndose algunos.
También está el famoso modo Raid. Por ahora solo hay una raid llamada Leviathan. Hay que meterse en un dungeon con otros jugadores, y para poder hacerlo se necesitan 260 puntos de poder. Si decidimos aventurarnos a tener audiencia con el emperador Cabal, hay que completar 5 etapas: Castellum, Royal Pools, Pleasure Gardens, Gauntlet y para terminar hay que agarrársela con Calum. Cada etapa es distinta y extremadamente difícil. Es necesario recurrir a todo nuestro manual de artilugios o estrategias de mercachifle barato, y es vital jugar con micrófonos para coordinar los esfuerzos. The Legend Himself fue el primer clan en completarla y le llevó unas 6 horas, algo impensado para los gamers con trabajo o familia.
Por último y no menos importante, tenemos las opciones de Crisol, enfrentamientos de 4 vs 4 ahora en dos envases y con distintos sabores. En la primera tenemos Supremacía, Control y Clash. No podemos elegir cual modalidad jugar, las partidas son aleatorias y como diría mi abuela: “lo que toca toca en esta suerte loca”. Por otro lado tenemos Survival y Countdown. En Survival los integrantes del equipo tienen un número de vidas limitado. Una vez que se acaban, ya no pueden revivir, dejando el destino de la partida en manos de los integrantes que quedan en pie. En Countdown, al mejor estilo Counter Strike, un equipo tiene que poner una bomba y defenderla mientras que el otro tiene que desactivarla. Nada mal para pasar un buen rato y extender la vida útil de Destiny, pero no vayan esperando ideas revolucionarias.
Para ir redondeando (el párrafo que todos esperaban desde que leyeron “Bungie Jumping”)
Si se fumaron todo lo que dije hasta acá, se merecen mi amor incondicional. La gente es vaga y no lee más que este párrafo y el puntaje. Destiny 2 es un Bungie Jumping, un salto de fe y un piletazo para revivir y reposicionar una saga que podría ser genial.
Destiny 2 tiene grandes mejoras gráficas que se ven en pequeños detalles. Inmensos espacios abiertos, paisajes increíbles y cielos maravillosos. Cada planeta y cada paisaje es único, hermoso. El gameplay está pulidísimo y conserva todos los aciertos del original con todas las evoluciones de las expansiones. Tiene una historia sencilla, pero mejor contada y está repleto de contenido adicional y misiones secundarias para estirar la vida útil hasta la llegada de próximas expansiones.
Pero (y sí, siempre hay un pero) una vez más está diseñado para ser el esqueleto de algo que todavía no tenemos: las expansiones. Una vez que se acaba la campaña estamos condenados a vagar por las mismas tierras en busca de misiones, para aumentar nuestro poder y calificar para una Raid que dificilmente podamos resolver. Digo esto porque en el mejor de los casos (y siendo MUY habilidosos) necesitamos por lo menos 6 horas y un grupo de gente que como nosotros tenga ese mismo tiempo. De a ratos (y esto lo digo de manera MUY subjetiva) siento que más que Destiny 2 es Destiny 1.5, al menos hasta que lleguen las expansiones. Pero aun asi, como diría Héctor Alterio, “la puta que vale la pena jugarlo”. Ahora ,si me disculpan, tengo que seguir recolectando puntos de poder para la Raid. Me espera una noche larga…MUY LARGA. [i]
DESARROLLADO POR: Bungie
DISTRIBUIDO POR: Activision
GÉNERO: FPS, Action RPG
DISPONIBLE EN: PS4, Xbox One, PC
CALIFICACIÓN
80%
QUÉ ONDA: La esperadísima secuela de Destiny.
LO BUENO: Buena historia, conserva la esencia del gameplay original con todos sus aciertos. Visualmente maravilloso.
LO MALO: Se siente una vez más como el esqueleto para las próximas expansiones.