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Spintires: MudRunner [REVIEW]

spintires mudrunner review

Aquellos leñadores extremos

EN VACACIONES, con las botas llenas de agua, hundidas en la espesura de la selva amazónica, no puedo dejar de pensar en Mario, mi ex-compañero de la facu, y nuestra aventura en la estepa rusa de hace 3 años. Es así que para los que no pudieron leerla en su momento —y como ejercicio de memoria intentando contener al tan temido alemán— acá va una nueva versión de la epopeya publicada en el número 20 de nuestra revista [IRROMPIBLES].

Lo primero que recuerdo es un telegrama de Mario después de un largo tiempo sin noticias suyas. Decía algo así como “Venite ya. Pasajes para Rusia. Frío de cagarse”. Lo medité por tres días, hasta que preocupada, mi familia entera golpeó la puerta del baño. Finalmente armé las valijas con medio ropero y salí para Ezeiza. Fue casi una semana entre aeropuertos, nubes y fibrones.

Al llegar a mi destino, Surgut, una de las ciudades más antiguas de Siberia, no me esperaba nadie. En ese entonces mi ruso era tan bueno como mi tagalo, suajili o creole, algunos de los tantos idiomas que ignoraba por completo. Estaba al borde de la desesperación cuando se me acercó un personaje andrajoso, maloliente y ojeroso al que instintivamente atiné a dar algunas monedas. Era Mario, o lo que quedaba de él. Sin mediar palabra, ni abrazo —menos mal—, me hizo señas de que lo siguiera.

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El para qué estaba ahí, seguramente se haya perdido en algunas de las sinapsis destruidas por tantos años de falta de sueño, estrés y hamburguesas, al escribir estos reviews. Pero lo cierto es que Mario no dudó un instante en cederme el volante de su E-7310 para ponerse a mi lado de copiloto.

Salimos con el sol apenas asomado en el horizonte, la almohada pintada en la cara, sin GPS ni MP3. Tan sólo un mapa de la zona, una brújula oxidada y el florido canto de los pájaros. El primer desafío consistía en dirigirnos desde su garaje hasta una zona observatorio. El motor rugió y las 8 ruedas comenzaron su blando, aunque arduo recorrido. Mis brazos bailaban en un lento contoneo al son del volante.

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Llegados al lugar, Mario subió al techo del camión para otear el horizonte que se escondía entre la espesa vegetación y la densa niebla. “Para allá, al oeste”, me dijo al tiempo que se metía en la cabina, tomaba el compás y señalaba hacia la derecha del parabrisas. Puse primera y aceleré bien despacio. “Acá empieza la verdadera prueba”, pensé. Los charcos eran cada vez más grandes.

Después de varias indicaciones y algunos cambios inesperados de rumbo, llegamos a un río torrentoso. Buscamos un puente, imposible de pasar. Era varios talles menor que el calzado de nuestro rodado. “¿Pasamos por abajo?”, preguntó Mario, casi negándose. “De una, ya me estaba aburriendo”, respondí con un brillo en los ojos típico de los que gustan de retos imposibles. “No, este trasto se banca el baño, ¿pero vos?”, agregó. “Ni idea, a ver…”, respondí. Activé el bloqueo diferencial, habilité la tracción en todas las ruedas y metí primera baja. El agua entró al habitáculo sin pedir permiso. “Mario, menos mal que llevo puesto mi traje de neoprene”, grité. “¡Qué suerte! Yo me lo olvidé. ¡Decí que ya tengo hijos!”. Una fría carcajada lo contuvo de gritar.

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El día pasó volando. El sol se ocultó lentamente mientras recargábamos combustible y hacíamos algunas reparaciones —cómo envidié a mi primo Carlitos en su pulcro taller—. Con la luna asomando entre las copas de los árboles y un Mario recién salido de una fangoterapia a fuerza de bajar una y otra vez para operar el cabrestante liberador, vi la punta de una grúa.

A partir de este punto hay una gran laguna en mi cerebro —quizá por el agua y el barro que entraron por todos mis orificios—. Tan sólo quedan imágenes fragmentadas —un vehículo empantanado, un conductor moribundo, Mario nadando soga en mano— y el final de una frase —“…¿por qué?”—, acompañado de una certeza que percibo, pero no logro poner en palabras. Tal vez deba consultar mi viejo review para entender de qué se trataba… [i]


DESARROLLADO POR: Saber Interactive
DISTRIBUIDO POR:
Focus Home Interactive
GÉNERO: Carreras, Simulación
DISPONIBLE EN: Windows, PlayStation 4, Xbox One

QUÉ ONDA: Con Spintires: Mudrunner vuelven los brutos camiones soviéticos en el lodo. Sigue siendo único en su tipo.
LO BUENO: Mejoras en la física y gráficos en general. Muy difícil. Ciclo día-noche. Guardado de partidas multijugador de hasta 3 personas. Nuevos vehículos (13), mapa sandbox (1), tutorial, desafíos (9), vista de cabina y configuración de volante.
LO MALO: Spintires: Mudrunner es muy difícil. No funcionan los espejos retrovisores en la vista de cabina. Los desafíos se terminan pronto.

El análisis de Spintires: Mudrunner fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.

  • CALIFICACIÓN84%
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