Volare, nel blu dipinto di blu
Después de la entrega de amor explosivo realizada en Niza, aquellos que me habían sometido a sus pérfidos designios, desaparecieron. Me dejaron ahí nomás, al volante de mi amado Volvo FH16, con un tanque a mis espaldas y un almacén en llamas por delante. Entonces corrí y corrí. Hice dedo hasta Génova. Dormí a la intemperie en el puerto. Revolví tachos de basura en busca de comida. Y volví a hacer dedo nuevamente con destino Milán.
La antigua sede de mi imperio de transporte seguía en pie. “Y claro, estamos en Italia, donde convivimos con la historia clásica de occidente”, pensé y me felicité al mismo tiempo por semejante reflexión. Mis viejos compañeros de ruta seguían yendo y viniendo como si nada hubiese pasado. “Qué simple es la vida de algunos. ¡Momento, otra gran reflexión, hoy estoy a full!”, dije entre dientes.
La cuenta bancaria había engordado en mi ausencia. Tenía lo suficiente como para comprarme otro camión, ¿pero cuál? Scania acababa de presentar la última generación de sus modelos R y S, así que pasé por un concesionario y me hice con uno de los primeros, modificándolo a gusto e piacere. Encender el motor y ver aparecer el grifo rojo coronado en medio del tablero, no tiene precio.
De vuelta en la ruta, aposté por mi primer amor europeo: la bella Italia. En aquella época, hace ya 4 años, solamente había podido transitar la parte septentrional: Torino, Milán y Verona. Un año y pico después llegué incluso a Venecia. A partir de ahora tenía la posibilidad de recorrer la bota entera y llegar a su punta, Palermo, en la isla de Sicilia.
No me importaba la carga, sino el recorrido —aunque no lo pensé de esa forma en su momento, sino también me habría festejado la ocurrencia—. Tenía que conocer la ciudad homónimo de goleador y barrio porteño. Milán—Bolonia—Florencia—Roma, sería el primer tramo. Motocicletas, palés vacíos y salchichas.
Bendecida con una exuberante vegetación, Italia es un vergel paradisíaco. Pequeños pueblos con sus iglesias centenarias en las laderas y cimas de los montes. Líneas de costa de arena blanca bañadas por el Mediterráneo. Señales de tránsito y recomendaciones que nadie respeta, complementan un paisaje siempre pintoresco.
Habiendo dejado atrás al río Arno, me encaminaba al final del recorrido, con destino a la capital. El calor del verano se hacía sentir, por más que el aire acondicionado mantuviera en 21°C mi cabina, cada vez que el sol del mediodía me daba en los brazos y sentía un ardor infernal. Llegando a Terni, el tránsito se intensificó, al punto que quedé varado. La radio indicaba que un transporte de gran porte estaba circulando en aquella zona y que había que tener paciencia y no abusar de los bocinazos.
Cansado de esperar, decidí hacerme a un costado del camino. Después de estirar un poco las piernas, volví a subir y me tiré a descansar en la parte de atrás. Somnus no tardó en envolverme con su manto y me encontré —como tantas otras veces— saltando entre los techos de filas interminables de tráileres. De pronto, una voz espectral me dice:
—Tenés que terminar lo que empezaste, no te trajimos de yanquilandia para que dejes todo por la mitad.
—Pe… —quise replicar, cuando sentí una palmada en la nuca.
—Vos, calladito. No hables, escuchá —prosiguió en el mismo tono lúgubre—. Nos enteramos que el tipo que tenía que volar en pedacitos en Niza, reapareció tres días después, en Roma. ¿Milagro? No nos interesa. Tardamos en encontrarlo, pero ya lo tenemos ubicado.
Intenté levantar la cabeza y abrir bien grandes los ojos para indicar mi sorpresa; de nuevo la mano en el cuello me lo impidió.
—Tranquilo. Ahora vas a llevar una carga más que especial, ce-les-tial. Vas a manejarla vos solito, aunque te van a estar acompañando dos furgonetas. Seguilas y no te va a pasar nada. ¡Muahahahaha!
Desperté y para mi sorpresa estaba en movimiento, al volante de mi camión, pero con un remolque diferente: una gigantesca caja de madera. Me precedía un vehículo, me seguía otro y la calle estaba libre de más autos. Sólo transeúntes que miraban azorados, comentando y sacando fotos con sus celulares. Bajé la velocidad y mis escoltas hicieron lo mismo. No tenía escapatoria, así que decidí seguirles el juego.
Maniobrar un volumen que excede el ancho del carril no es algo a lo que estaba acostumbrado. Doblar en las esquinas requería de radios de giro mucho más amplios que lo usual. Más de una vez tuve que dar marcha atrás y corregir la trayectoria para no llevarme puesta la señalización o un puente. Los pocos coches y colectivos con los que me cruzaba, se hacían a un lado. La policía también participaba de las maniobras, parando el tráfico en los cruces peligrosos. Incluso un tren había detenido su marcha para dejarme el paso libre.
“Si la vez pasada llevaba un tanque camuflado en una locomotora, ¿qué será ahora? ¿Otra vez en el papel de Sinón?”, me pregunté y maldije por haberme agregado más preocupaciones. “¿Saldré vivo de ésta, como me dijo esa voz de ultratumba? Presiento que no voy a conocer la punta de la bota”.
Entrando a la mítica ciudad de las siete colinas, después de varias horas de viaje a paso de hombre y con la luna en su cenit, nos desviamos hacia una zona fabril, para detenernos finalmente en un descampado con maquinaria de construcción. La enumeración que sigue es sólo una parte, sin un orden preciso, de lo que mis sentidos pudieron o creyeron captar: Un destello cegador, temblores que sacudieron la Tierra, gritos ahogados —desesperados por un lado, de triunfo por el otro—, calor abrasador, ruido de vientos huracanados y chapas retorcidas, olor a azufre. En fin, el apocalipsis. [i]
DESARROLLADO Y DISTRIBUIDO POR: SCS Software
GÉNERO: Simulación
PLATAFORMAS: Windows, Mac, Linux
QUÉ ONDA: Euro Truck Simulator 2: Italia es la expansión de mapa más completa a la fecha, con 19 ciudades nuevas y miles de kilómetros para recorrer.
LO BUENO: Ciudades más grandes y detalladas con puntos turísticos reconocibles. Pueblitos de montaña con vegetación exuberante. Autopistas con mayor complejidad.
LO MALO: Recorrer algunas zonas con Euro Truck Simulator 2: Italia puede exigir más a la PC. A pesar de la notable mejora con los años, el motor gráfico puede lucir un poco anticuado.
ACLARACIÓN: Para realizar este review también se utilizó el DLC Special Transport de reciente aparición con el que podemos realizar entregas especiales de dispositivos de alta tecnología, cubiertas gigantes, piezas tecnológicas enormes, chasis de camión de carga, etc. con la compañía de vehículos de escolta manejados por la IA. Otro agregado imperdible para los amantes del buen volante.
ACLARACIÓN 2: Los nuevos modelos R y S de Scania fueron incorporados gratuitamente al juego base a partir de su versión 1.30, además de varias mejoras gráficas y de IA en el tráfico.
El análisis de Euro Truck Simulator 2: Italia fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.
Fernando Coun, alias Shinjikum, es un viejo prócer del fichín que comenzó a colaborar con el equipo original de [i] allá por los tiempos de la gloriosa Xtreme PC (en el siglo pasado). Es un gran fan de los juegos de carreras y las aventuras gráficas, y es autor del blog traduciendo Sandokan.
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