Hacia la ciudad de los puentes, acompañado
AL POCO TIEMPO DE ESTABLECERME en la costa oeste del nuevo continente —justo antes de mi fatal periplo que terminara en Italia— un envío de piezas de maquinaria me puso en el camino de Cenizas, eventual copiloto en mi recorrido por el estado de Oregon. Lo primero que me llamó la atención fue encontrarme con un paisano por aquellos lares y después, lo inusual de su pedido.
—Hacés el encargo, pero si me llevás a Portland —me tiró desde su sillón, entre pitada y pitada de su cigarrillo electrónico—. Es la única condición y decidite rápido que ya tengo vistos dos choferes más.
Bajé la mirada y me concentré en la alfombra bastante desgastada. “¿Qué problema podía haber? No era la primera vez que llevaba a alguien conmigo y si el cliente lo pedía. ¿Por qué no?”, pensé en ese momento.
—Perfecto, no hay problema. Siempre y cuando no fume esa cosa, porque no me gusta el olor que deja en la cabina y para dormir usted se paga su alojamiento, que no tengo interés en compartir la cama.
—¡Ni yo tampoco! —largó en medio de la humareda.
Salimos
Me presenté en el depósito con el Kenworth W900 tuneado y mi flamante tráiler. Al cabo de 2 horas ya estaba recibiendo el remito correspondiente y esperando al jefe para comenzar nuestro viaje.
—Perdoná la demora, problemas de último momento —dijo al darme la mano con voz agitada.
—No hay problema, todavía tenemos tiempo, señor.
—Tuteame boludo, que no soy tu viejo y nada de “señor”, acá todos me conocen como Cenizas.
—Me imagino que por el pucho raro ese que tiene… tenés —acoté, mientras subíamos al camión.
Rió y me explicó el verdadero origen: el nombre de una chica, en una canción de un grupo gringo que no recuerdo, pero sonaba a homeopatía.
Dejamos atrás las calles de Redding y nos dirigimos hacia el norte por la Interestatal 5.
—¿No te aburrís acá arriba?
—Esta es mi oficina móvil —respondí—, con vistas siempre diferentes.
—¿Sabés que tenés razón? No lo había pensado así, igualmente después de un tiempo ya te conocés todos estos paisajes, ¿no?
—Más o menos. Siempre queda algo nuevo por descubrir: un atardecer, el reflejo de una montaña en un charco en la ruta, estrellas fugaces.
—Además de camionero, “pueta”.
Callé de repente y encendí la radio con un gesto seco.
—No te chivés.
Empecé a tararear la canción. Tom Petty entibia el corazón.
—¿Petty, eh? Una versión con soda y para toda la familia de Nick Cave. Me gusta más el ritmo “glamerito” inglés, incluso el brit pop. Nada que ver con el pop americano.
Subí el volumen y calló, por suerte.
Las millas pasaron y ya estábamos entrando en Medford cuando le avisé que íbamos a parar para llenar el tanque y almorzar.
—Te invito. En Iflop hacen unos emparedados de manteca de maní que son para chuparse los dedos.
—Gracias, pero traje comida. Quizá la próxima.
—Bueno, bueno, estaba tratando de ser amable.
Paramos por ahí
Comimos, cada uno por su lado. Aproveché también para cargar combustible y hacer la revisión de rutina. Encendí el motor cuando justo apareció Cenizas, largando ese humo insoportable. No destrabé la puerta hasta que se evaporó por completo.
Retomamos la 5, el camino es directo, imposible perderse. Sólo quedaban Eugene, la segunda ciudad más poblada del estado, y Salem, su capital, antes de nuestro destino final. Los extensos bosques invitaban a la relajación, pero mi compañero parecía no entenderlo así e insistía con sus diatribas.
En Salem, vuelvo a salir de la interestatal, esta vez hacia la derecha, y retrocedo unas millas hasta el Slampete Motel.
—Me vas a aceptar la cena, dijiste que la próxi… —arremetió Cenizas.
—Dije quizás. Gracias, pero siempre cargo comida para todo el viaje. Mañana salimos bien temprano: 5:30.
Se bajó sin insistir. Sólo un gesto afirmativo de la cabeza. No sé por qué, pero no había resignación en sus movimientos, más bien todo lo contrario.
Llegando a destino
Con el sol en su cenit y una vegetación cada vez más exuberante nos adentramos en la ciudad de los puentes, Portland. Por su magnitud, lo intrincado de sus cruces y el intenso tráfico, me concentré más todavía en el volante y dí gracias que mi acompañante, desde que se subió, no me dirigió la palabra. Cruzamos el puente Marquam sobre el río Willamette y al ver de reojo la cara azorada de Cenizas que miraba el paisaje urbano como un chico, pensé: “Son todos iguales, minimizan este oficio juzgándolo desde el asfalto, pero cuando están acá arriba… recién ahí, entienden”.
—Zarpado —dice en un susurro apenas perceptible, que no se me escapa y me da el pie:
—Y después el “pueta” soy yo —respondo al pasar, con un dejo de ironía.
Seguimos bordeando la margen derecha del río, pasando por el Domus Arena —Moda Center—, hasta que llegamos a un astillero, con tiempo de sobra. Mostré los papeles en la entrada y pasamos sin problemas. Una vez descargada la mercadería, Cenizas se despidió.
—Gracias, che. Muy buena charla —dijo con el coso ese en la boca.
—…
—En serio —insistió, con una palmada en el hombro—. Tomá, en esta tarjeta están los datos de un amigo que tiene su empresa acá nomás. Es gastronómico. Necesita llevar urgente un pedido para alta festichola que están armando en Las Vegas. No nos falles.
Agarré la tarjeta y la leí con cierta desconfianza. Me volvió a dar otro golpe en el hombro, miró al cielo, lanzó una última bocanada y tiró, al tiempo que desaparecía en un hangar:
—Tenés que probar el emparedado de manteca de maní, boludo, un vicio.
Mejoras y agregados gratis al juego base
Desde la última vez que revisamos American Truck Simulator al día de hoy, hubo varias novedades —más allá de los DLCs— que se incorporaron al juego base. La primera y más notable es el cambio de escala utilizada en la recreación de los mapas, agregando más millas a los caminos ya existentes —y otros nuevos—, así como un par de ciudades.
Recientemente SCS Software llegó a un acuerdo con Volvo, por lo que introdujeron su modelo de camiones VNL edición 2017 en sus variantes 300, 730 y 780 con múltiples opciones de customización. Casi al mismo tiempo introdujeron además, la posibilidad de comprar y gestionar nuestros propios tráileres, entre otras cosas.
Por otra parte, hace unos meses, gracias a la implementación del servicio —también gratis— World of Trucks, invitaron a todos los camioneros virtuales a realizar una serie de trabajos para liberar la Ruta Estatal 1 de California que había sufrido un desmoronamiento —“basado en hechos reales”—. En compensación, los participantes que cumplimos con el objetivo individual y colectivo, recibimos unos colgantes, banderines y otros artículos intercambiables de Steam. ¡A estar atentos para el próximo evento!
Special Transport DLC
Al igual que su hermano mayor —Euro Truck Simulator 2—, American Truck Simulator acaba de recibir hace muy poquito este hermoso y desafiante DLC. Son trabajos especiales —incluyen secuencias de inicio— que realizamos acompañados por patrulleros y con los caminos bloqueados. Podemos transportar desde una casa prefabricada, a piezas gigantes de maquinaria, todas cargas diferentes de las de ETS2. Si bien la mayoría de las rutas son en el mapa base, también hay algunas en New Mexico y dentro de poco, también en American Truck Simulator: Oregon. [i]
DESARROLLADO Y DISTRIBUIDO POR: SCS Software
GÉNERO: Simulación
PLATAFORMAS: Windows, Mac, Linux
QUÉ ONDA: La conquista del oeste continúa hacia el norte en American Truck Simulator: Oregon, con 14 ciudades y más de 5.000 millas para recorrer, con un detalle soberbio.
LO BUENO: La ciudad de Portland y sus puentes. Nuevos puntos turísticos, con paisajes como para relajarse y tomar unos mates.
LO MALO: Recorrer algunas zonas de American Truck Simulator: Oregon puede exigir más a la PC. Todavía queda mucho de EE. UU. por delante.
El análisis de American Truck Simulator: Oregon fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.
Fernando Coun, alias Shinjikum, es un viejo prócer del fichín que comenzó a colaborar con el equipo original de [i] allá por los tiempos de la gloriosa XTREME PC (en el siglo pasado). Es un gran fan de los juegos de carreras y las aventuras gráficas, y actualmente está traduciendo Sandokan de Emilio Salgari, por el placer nomás.
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