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La taza medio llena: Analizamos Cuphead para Switch

What’s puzzling you, is the nature of my game

Había jurado tomarme el resto del año con calma. Pero claro, justo cuando las yemas de los dedos se estaban curando de las ampollas, y mi autoestima se estaba recobrando por el golpe emocional que sufrió debido a Sekiro a principio de este año, la tienda argentina de Nintendo Switch me chifla con un sonidito socarrón y me dice “ch ch, pibe, mirá la novedad que tengo para vos”. Y ahí estaba, impoluto y tentador: Cuphead.

Lanzado originalmente en septiembre del 2017,  la ópera prima de Studio MDHR siempre me llamó la atención en todo sentido. Pero como este pobre redactor no cuenta con una Xbox, y su PC actualmente sirve más como maceta, Cuphead quedó como pendiente dentro del infinito backlog fichinero. Su reciente estreno —hace semanitas nomás— en la tienda virtual local de Switch fue la excusa perfecta para saldar esta cuenta pendiente. “Lo siento dedos, hora de castigarse un rato más”.

¡Si no leyeron nuestra review original de Cuphead, pueden hacerlo haciendo click acá!: tiki

Por si alguien necesita refrescar un poco la memoria, hagamos un breve repaso. Cuphead es un videojuego desarrollado por los hermanos Chad y Jaren Moldenhauer, que busca recrear a la perfección la experiencia audiovisual de los dibujos animados de los años ‘30. Y decimos “audiovisual” y no “estética” porque junto con la exquisita animación, todo el sonido y música del título fueron creados con instrumentos de esa misma época.

La historia del fichín nos presenta a Cuphead y su hermano Mugman, quienes deciden salir de juerga una noche al casino. Para sorpresa de todos, su racha es imparable, así que el dueño del establecimiento, que no es otro que el mismo Diablo, decide ponerles un alto y aparece proponiendoles un desafío a todo o nada. Los cabeza de copa aceptan y, por supuesto, pierden.

Sabio como un viejo, el Diablo ve la oportunidad de sacar aún más partido de la situación, y les propone a nuestros inocentes protagonistas un nuevo trato. Si ellos ejercen de recolectores de deuda y traen las almas de todos aquellos morosos que andan dispersos por ahí, él les promete devolverles su alma y dejarlos en paz.

Y así comienza la desventura de nuestros adorados hermanos de cerámica, en una epopeya que los lleva a enfrentarse cara a cara con cada uno de los deudores que andan repartidos por los tres mapas que componen el fichín. Tal como la premisa establece, Cuphead en realidad es más bien un juego orientado a enfrentamientos singulares contra jefes, que el sidescroller plataformero que todos podríamos esperar de entrada.
En contra de la tendencia más estándar del género, y de todo pronóstico, Cuphead ofrece un total de 18 bosses individuales, y sólo seis niveles run & gun.

Por si todavía no quedó del todo claro, este es un título difícil. Bastante difícil. Cada combate —y nivel— nos obliga a tener todos los sentidos despiertos y los ojos tan abiertos como una noche de insomnio con sobredosis de café. Cuphead no perdona y exige el máximo de nuestro desempeño, pero no por eso deja de ser justo. Todos los patrones pueden ser estudiados y practicados, pero sin caer en una insulsa repetición, gracias a algunos factores aleatorios que nos van a mantener alerta en todo momento.

Alcanzar la victoria es un trabajo arduo, pero también gratificante como poco.

Y si creen que es una tarea demasiado cuesta arriba para uno solo, Cuphead permite que le chiflemos a un amigo, agarre un segundo joystick y se sume a la repartija de justicia gracias a su modo cooperativo. Eso sí, nada es gratuito, porque la dificultad del juego aumenta como compensación.

Con el Switch para arriba

Pero vamos a lo importante: ¿que tal corre Cuphead en su versión de Switch?

Nuestro primer y más lógico temor era que, debido a la menor potencia de hardware de la consola de Nintendo, el fichín perdiera fluidez. Algo que sería lapidario para un juego que se fundamenta en la velocidad de respuesta. Pero sorprendentemente, estamos ante un port que corre exactamente igual que sus versiones originales.

Gráficamente, Cuphead no tiene downgrade de ningún tipo. La calidad de su imagen mantiene la misma calidad y definición que las entregas en plataformas más poderosas. Su desempeño tampoco parece mosquearse en lo más mínimo, manteniendo una velocidad de 60fps constantes.
El único punto flojo que le notamos en cuanto a rendimiento tiene que ver con los tiempos de carga, que son notablemente más extensos que su versión de Xbox —más que nada cuando entramos a un nivel, porque el reinicio por suerte va bastante rápido—.

Otro detalle que nos llamó la atención en cuanto al porteo del juego, tiene que ver con la aparición de un bug. El mismo se genera aleatoriamente al momento de tener que iniciar una conversación para pasar de isla, obstaculizando temporalmente el progreso hasta que el botón de acción tiene ganas de andar.
Lo curioso es que este glitch no es nuevo —ya existía al menos en PC—, lo que demuestra que no hicieron una limpieza y lo importaron tal cual para la versión de Nintendo.

Hablando de importar, la configuración estándar de controles vuelve a usar la misma incómoda distribución que ya habíamos sufrido antes, con lo cual les recomendamos enfáticamente que entren a a opciones y hagan un remapeo urgente de botones. Por supuesto, es cuestión de gustos y costumbre personal, pero por si les sirve, acá les dejamos un machete de la configuración que nos pareció más eficiente a la hora de jugar:

Dejando atrás el tema de hardware y pasando a la arquitectura propia de la consola, en Switch volvimos a sentir esa leve imprecisión ya experimentada aquella vez con Smash Ultimate: atribuída a la extrema sensibilidad de los stick, es muy difícil manejar con exactitud el movimiento y apuntado. Ni hablar del D-Pad, que al estar representado con un botón independiente por dirección, se hace imposible de manipular.

Nuestro consejo, si tienen la suerte de poseer un Pro Controller —o alguno alternativo como los Hori—, dejen de lado los Joy-Con y utilicen los otros.  Siempre y cuando estén jugando con la Switch en el dock, obvio. Si no tienen un joystick alterno o están viciando en modo handheld, apéguense al stick del Joy-Con. Puede que se les haga cuesta arriba al principio, pero van a poder acostumbrarse.

En conclusión, Cuphead para Switch es una grata sorpresa técnica por dónde se lo mire. Sin baja de resolución y corriendo como la seda, está a la par de las plataformas más poderosas. Es verdad que detalles como los tiempos de carga o la precisión de los Joy-Con pueden incomodar a algunos. ¡Pero hey!, podemos llevarla a cualquier lado y fichinear de forma portátil. Ya los queremos ver haciendo lo mismo con una PC, cargando un gabinete sobre la espalda. Van a quedar encorvados como una taza. [i]


DESARROLLADO Y DISTRIBUIDO POR: Studio MDHR
GÉNERO: Run & Gun (shoot’em up, plataformas).
DISPONIBLE EN: Xbox One, Windows, Nintendo Switch

Este análisis fue realizado a través de un código de Nintendo Switch provisto por sus desarrolladores.

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