O el día en que todos fuimos Emilio Disi
Hace no mucho tiempo atrás, el cine argentino tenía por costumbre tomar un oficio relacionado con el servicio público, para luego hacer una comedia relacionada, lo más palurda posible. Así han pasado policías, colimbas y militares, bañeros y hasta “exterminators” (lo que sea que ello signifique). Condicionados por años de este cine de dudosa calidad, mientras jugábamos Embr sentíamos esa, quizás desgraciada, familiaridad cinematográfica.
Tanto es así que no podíamos evitar pensar que, en algún momento, pasaría corriendo una vedette, con la tanga ajustada al borde de la asfixia ginecológica. O que seríamos perseguidos por mar, aire y tierra por un pésimo tiburón de utilería, tan malo que con sólo mirarlo se siente el olor a hule. Considerando esto, estamos meditando muy seriamente hacerle juicio al Estado.
Sin dudas, Embr tiene un montón de problemas. De movida, las físicas son muy cuestionables y hasta bipolares. Lejos está de rebosar de contenido jugable, más bien todo lo contrario. El diseño y la presentación en general no es la gran cosa, tanto que hasta las acciones más básicas resultan confusas e incómodas, tal como armar una sesión multijugador. Y, desde ya, no tiene mucho que ofrecer en cuanto a historia y narrativa.
Por otra parte, gráficamente no sobresale sino que cumple con lo justo, sin derrochar una partícula de más o jugarse la vida en una textura. Todo está puesto al servicio de la jugabilidad y de hacerlo lo más accesible posible para todo el mundo. Aún así, por momentos se nota cierta falta de optimización.
Lo único que, de movida, podemos decir que está muy bien es la OST, con una mezcla de jazz muy llevadera que acompaña perfecto el clima de locura total. Si llegaron hasta acá, seguro ya concluyeron que el juego es malo y que no vale la pena comprarlo. ¡Paciencia! Sigan leyendo. No todo lo que reluce es oro, como tampoco todo lo que huele a diantres es caca de elefante.
Embr, los bomberos más locos del mundo.
Con acción en tres dimensiones y en primera persona, nos ponemos a trabajar como “bombreros privados”. Sí, así de loco y absurdo, somos una especie de “Uber”, pero para apagar incendios y rescatar vidas. Tenemos miedo de preguntar cual es la jurisprudencia al respecto, así que seguimos de largo con la review.
Pese a todos los problemas que mencionamos antes, hay algo que el juego hace bien y lo salva del abismo: divierte y mucho. Desde ya, si no tienen con quién jugarlo, no vale la pena que pierdan un minuto en Embr. Pero, si pueden juntar al menos a otra persona más, bien compensado está su precio contrastando con la tonelada de risas que les proporcionará.
En cuanto al los objetivos del juego, casi siempre tienen que ver con rescatar personas y bienes personales en cada uno de los escenarios. Claro que, como pueden ver en el video de jugabilidad, a veces la risa y el descontrol nos hace olvidar de qué teníamos que hacer.
También registrado en el video está la alternativa a la recuperación de los bienes materiales. Los podemos recuperar pero al mismo tiempo… “extraviarlos” y así pasar a formar parte de nuestra “autopropocionada” propina.
Lo llamativo es que apagar el incendio nunca es el objetivo principal, porque sencillamente es imposible. De hecho, el grado en que se va consumiendo la estructura donde se desarrolla la misión funciona como temporizador para dar por concluida la misma. De manera inevitable todo se reducirá a cenizas y esto puede retrasarse, pero nunca evitarse. Y, en el medio, estamos nosotros, nuestra torpeza y, mejor aún, la ineptitud combinada de otras tres personas molestándose entre sí y creando situaciones desopilantes.
Embr, prendido fuego de la risa
Aún con la simpleza de la propuesta, el juego tiene una mecánica de progresión bastante bien implementada. Podemos adquirir y equipar ropa, cada una con diferentes características y bonificaciones. Del mismo modo, comprar nuevo equipamiento nos permite realizar diferentes tareas, tales como pistola de gancho — para acceder con rapidez a zonas altas como todo un “BatBomber” — o explosivos de agua, para poder arrasar con el fuego lo más rápido posible.
Estas mejoras son necesarias a medida que avanzamos en los niveles porque las cosas se van complicando gradualmente. Lo que comienza como un grupo de bomberos aullando descontrolados, tirando agua para todos lados, eventualmente se transforma en un grupo de… para qué les vamos a mentir, es raro que dejen de jugar como estúpidos mientras lloran de la risa.
Pero lo cierto es que en muchos niveles es necesario prestar un poco de atención si es que quieren completarlo. Por ejemplo, al mojarse, las tomas eléctricas nos electrocutan simpáticamente. De manera que tenemos que tener la precaución de apagarlas las llaves que las comandan o utilizar un pico de manguera más fino para poder apuntar mejor.
Por momentos vamos a intentar “ponernos las pilas” y jugar serios, tratando de pasar ese nivel que ya intentamos por décima vez. Pero la realidad es que, en Embr, evitar el caos es como tratar de jugar “a no reirse”. Tarde o temprano, cuanto más nos concentremos para evitarlo, más cerca estaremos de caer en la tentación. Pero salvar vidas y llorar de la risa al mismo tiempo no tiene por qué ser incompatible, ¿no? [i]
DESARROLLADO POR: Muse Games
DISTRIBUIDO POR: Curve Digital
GÉNERO: Acción, Simulador
DISPONIBLE EN: Windows, Google Stadia, Mac OS
LO BUENO: Extremadamente divertido para jugar en grupo. Variedad en la personalización y progresión de nuestro personaje.
LO MALO: Múltiples problemas en físicas, colisiones, gráficos. Poco contenido ¿podremos esperar más en los próximos meses? Interfaces poco claras y cómodas, dificultan tareas simples tales como armar una partida en línea.
Este análisis de Embr fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.

Gustavo Sobrero, alias El Cenizas, es Jefe de Redacción de [IRROMPIBLES]. Fue criado por una comunidad de flamencos con aspiraciones teatrales, de quienes heredó el talento para posar dramáticamente en cualquier foto grupal. Pasó su juventud investigando si los peces tienen acento regional al hacer “blub”. Está absolutamente convencido de que nadie lee esta información en los perfiles (planea demostrarlo con este texto). Pueden seguirlo en Twitter (@ElCenizasWTF) y en Instagram (@el_cenizas).
- CALIFICACIÓN70%