Y como siempre que un libro tan popular es llevado a la pantalla grande se plantea la misma y eterna discusión sobre si respetaron la trama original o si lograron plasmar la atmósfera y el espíritu en la pantalla, y esta no es la excepción. El profesor norteamericano de simbología Robert Langdon (Tom Hanks) de visita en París es llamado por la policía al museo del Louvre, donde su director fue asesinado y se encuentra en el piso conformando la misma figura que un célebre dibujo de Leonardo Da Vinci, “El hombre vitruviano”, siendo esta una pista que de alguna manera lo incrimina y que Langdon debe descifrar con la ayuda de una criptóloga de la policía, nieta del asesinado, Sophie Neveu (Audrey Tautou). Cada misterio que descifran los lleva a uno nuevo, cuya finalidad es proteger un secreto guardado durante 2000 años por una sociedad invisible y que de ser revelado conmovería los mismos cimientos de la Iglesia Católica, algo que el Opus Dei, la rama más extrema del catolicismo, intenta impedir poniendo en peligro la vida de Langdon y Neveu. Paseándonos por diversas localidades de Francia, Inglaterra y Escocia, propone un thriller de conspiraciones, acertijos, algo de acción y mucho misterio, basado en un secreto escandaloso. La trama se apoya en personajes, lugares y hechos relacionados históricamente; aunque su veracidad es materia de estudiosos. La película obtuvo en su semana de estreno en los Estados Unidos 77 millones de dólares, cifra que la ubica como la segunda más taquillera de la historia, pero bastante menos de lo esperado para una superproducción que costó 125 millones y había logrado recaudar 34 millones más en la segunda semana. Es, sin duda, una obra polémica.
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El Adiós a las Chicas E3