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Diablo II: Resurrected, la Pascua del gaming

La mejor remake de la historia

Luego de dos décadas, Blizzard Entertainment y Vicarious Visions nos traen Diablo II: Resurrected, la resurrección de un título que marcó un antes y después en cómo hacer videojuegos. Y si bien el original no creó el género de los action role playing games —“aRPG” para los amigos— lo popularizó a tal punto que el mercado se saturó de clones. Jugué la versión beta —que incluye los actos 1 y 2— y te cuento por qué es la mejor remake de la historia.

Antes de continuar, una primera aclaración: según los propios creadores “Diablo II: Resurrected es un remaster, no una remake” Pero si migró de engine y se volvió a escribir todo el código… ¿Sigue siendo un remaster? Haciendo un paralelo: Si a Rocket to Russia de los Ramones le volvemos a grabar todos los instrumentos, ¿es una remasterización o una regrabación? Es un tema para pensar, pero para mí es un remake y punto. Y que venga a buscar Rod Fergusson, que lo espero en la esquina.

Dicho esto, la mayor virtud de Diablo II: Resurrected es que, pese a ser un rebuild completo, todo se siente exactamente igual a la edición del año 2000. Y aquí, cuando decimos “todo“, es 100% literal. El juego no tiene ningún cambio ni mejora en las mecánicas originales. Tareas tediosas —como administrar las pociones en el cinturón— siguen inalteradas. Todas las gemas, runas e ítems siguen presentes. Los diálogos, quest y enemigos: intactos. Jugar esta remake nos transporta al pasado. 

Por fortuna, desempolvar viejos clásicos y devolverlos a la vida se convirtió en una tendencia. Age of Empires, Baldur ‘s Gate, Tony Hawk’s Pro Skater y Darks Souls son algunos de los títulos que los jugadores más noveles pueden experimentar en su forma más pura, pero aggiornados a los tiempos que corren.

Otros, como Resident Evil 2 o Final Fantasy VII han ido más allá y han sido re-versionados con técnicas actuales de animación, renderización, e incluso cambios en sus mecánicas. Remakes en el sentido más puro de la palabra, cuando en los casos anteriores estamos hablando de remasterizaciones.

En lo personal considero que Diablo II: Resurrected es la mejor remake de la historia porque hay una búsqueda obsesiva por mantener la esencia intacta. Por supuesto, no me malinterpreten: las remakes que mencioné previamente también son tan excelentes como clásicas. La diferencia es que están mejoradas o toman rumbos sensiblemente distintos a los originales.

Es decir, Resident Evil 2 y Final Fantasy VII son remakes excelentes, pero con vueltas de rosca que los transforman en juegos muy diferentes a los originales. En Resident Evil 2, Capcom optó por reemplazar el sistema de cámaras fijas e implementar el de perspectiva en tercera persona de las entregas modernas ¿La tensión sigue ahí? Sí, pero el cambio es tan radical que modifica por completo la jugabilidad

El caso de Final Fantasy VII es aún más extremo. Los cambios no solo son visuales —¡adiós a los simpáticos muñecotes!— sino que la mecánica de combate está totalmente rediseñada. El sistema por turnos tan característico de los RPG japoneses se abandonó. Así, pasó a ser un juego con combate en tiempo real, con la posibilidad de enlentecer el tiempo y tomar decisiones. Si lo evaluamos sin el factor nostálgico es innegable que Final Fantasy VII es un juego diferente al de 1997.

Con lo cual, llegamos a la conclusión de que Vicarious Vision —y perdonen mi latín— se cagó en todo eso. Diablo II: Resurrected es una copia fiel página por página del libro original. Tiene el mismo nivel de atención que ponían los copistas previos a la imprenta de Gutenberg. 

Por supuesto, esto no es casualidad. El año pasado, Vicarious Visions nos sorprendió con Tony Hawk’s Pro Skater 1+2. Pero claro, en esta oportunidad, el desafío fue muchísimo mayor ¿Por qué? Porque Tony Hawk’s Pro Skater es un juego que se diseñó y pensó en tres dimensiones. Por el contrario, Diablo 2 es un juego de dos dimensiones basado en sprites. 

En otras palabras, para desarrollar Diablo II: Resurrected fue necesario migrar y reescribir línea por línea el código original. Ahí es donde el verdadero logro de sus desarrolladores brilla. Se ve como un lanzamiento actual, pero —a excepción del menú principal— no hay ningún detalle distinto. Incluso la acción de clickear para que nuestro avatar se mueva se ve reflejada tal y como era antaño.

No es menor que el juego cuente con una opción llamada Legacy mode, que puede activarse en cualquier momento. Es decir, cuando tocamos la tecla G, por arte de magia negra el juego se transforma en la versión 2D del 2000. Es increíble ver como todo mantiene su lugar: enemigos, loot, hasta efectos especiales. Más sorprendente aún es ir y venir entre modos y comprobar cómo la experiencia se ve inalterada.

Por supuesto, este agregado no solo es para satisfacer a los más nostálgicos. Estoy convencido de que, el verdadero fin de los desarrolladores, es darnos una herramienta con la cual volarnos la peluca.

De hecho, lo único diferente en esta versión resucitada es un rework de texturas y el mayor detalle que tienen los nuevos modelos 3D. Algunos calabozos tienen detalles nuevos como cuerpos mutilados y manchas de sangre. Estos rasgos están tan bien implementados y se sienten tan naturales que confunden y por momentos pensamos que estaban en el juego original.

De igual manera ocurre con los nuevos efectos de iluminación dinámica. Todo el “chimichurri extra” que le metieron encaja a la perfección. Se vive como todos esos detalles que, de alguna manera, nuestra imaginación renderizaba en ese sencillo engine que funcionaba a 800×600.

Más allá de eso, Diablo II: Resurrected no intenta ser novedoso ni intenta cautivar a un nuevo público. Tampoco quiere mejorar los defectos de la entrega anterior. Se limita, como si fuera poco, a resucitar el aRPG que nos mantuvo pegados a la silla durante cientos de horas. Su única pretensión es dejar contento a los jugadores que, al día de hoy, seguimos amando la entrega original.

Sin duda, la fórmula es efectiva por su simpleza. Es el original con sus virtudes y defectos. El mejor remake (¿remaster?) de la historia no tiene una fórmula mágica. Es efectivo porque Vicarious Visions no apunta a lo extraordinario: entendió a la perfección que, el Diablo, sabe más por viejo que por Diablo. [i]


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