Tecnología

Monitores LCD

¿Quién no soñó durante años con comprarse un LCD? ¿Quién no detesta el gi-gan-tes-co tamaño del viejo CRT de 17″ o 19″? ¡Qué lindo era imaginarse que en un futuro no muy lejano íbamos a poder disponer de esas maravillas brillantes y chatitas con una definición mejor a la del papel impreso y ocupando una quinta parte del espacio de nuestro bruto monitor! Del sueño imaginado a la realidad había un abismo técnico y económico. ¿Por qué? En primer lugar, costaban una fortuna: Allá por el año 2001 un LCD (Liquid Crystal Display) de 14 pulgadas nos dolía la friolera de 1000 dólares. Representaba en ese momento más de la mitad del valor de una Notebook, pero sin el micro, la memoria, y la portabilidad. Carito, carito. En segundo lugar, no servían ni para jugar al Tetris. El tiempo de respuesta del LCD se medía en minutos. Poníamos un juego cualquiera y la pantalla se partía en dos de lo lento que funcionaba. A medida que pasaron los años, esta tecnología se fue perfeccionando hasta alcanzar el nivel actual. Hoy en día, en la mayoría de los modelos, el temido “ghosting” (arrastre de imágenes) pertenece al pasado. Inclusive los temido “pixels” (puntos muertos o brillantes en la pantalla) son prácticamente inexistentes y rara vez se presentan. Cuidado: Hablamos de primeras marcas con garantía oficial, no de mercadería barata comprada en los sitios de remates sin garantía real. Y para darle el golpe de gracia a nuestro querido CRT, hace un par de meses que ocurrió el segundo y mucho más difícil milagro: la impresionante baja de precios especialmente en los modelos buenos de 17″ de LCD, liderados por una política muy agresiva de la gente de Samsung, que al igual que LG ensambla sus monitores en Manaos, Brasil, y luego los importa a un costo bastante razonable vía el Mercosur. Estamos hablando de precios por debajo de los U$S 300, con lo cual se puso al alcance de la mano de la mayor parte del mercado exceptuando el segmento más bajo. Está de más decir que en la Argentina el nivel de ventas de LCD se disparó exponencialmente en la primera parte de este año. No hay oficina de empresa moderna que no le haya reemplazado a la secretaria de recepción el vetusto y feo monitor CRT de 15″ por un elegante LCD negro/plata. Simplemente, se aplica el viejo adagio de “La imagen lo es todo”… y no nos referimos a la imagen del monitor, sino a la imagen de una linda secretaria mirando un LCD. La pregunta es: ¿Conviene invertir en un LCD? ¿Técnicamente es lo mejor en cualquier caso imaginable? ¿Sólo el costo se interpone entre la compra y yo? De acá se desprende que el monitor de LCD, hablando en general, tiene pros y contras. Ventajas: La nitidez de la imagen. El escaso espacio que ocupan. El excelente diseño (¡queda lindo! Ya lo dijimos, ¿no?). El bajo consumo de energía y la consiguiente general baja de temperatura en el ambiente a veces chico y cerrado donde se encuentran los equipos. No emiten rayos catódicos, algo muy ventajoso para quienes sufren de la vista o de problemas de acné. Desventajas: Son más caros que los CRT (los monitores comunes). Hay que mirarlos de frente o la imagen pierde brillo. Por ahora tienen menos velocidad real de refresco (medida con los famosos “ms” que se publicitan por todos lados), aunque en esto han mejorado considerablemente, casi alcanzando en forma efectiva a los “Hz” o “Hercios” equivalentes de los monitores CRT. Y un inconveniente que nadie cuenta y que no se ve a simple vista: la “resolución nativa” a la cual estamos casi obligados a trabajar. ¿Qué es esto de resolución nativa? Cada monitor LCD viene por diseño y construcción de fábrica con un “tamaño” de pantalla nativo que no podremos evitar usar si queremos ver correctamente las tipografías en pantalla. Es aquí donde nos metemos en una serie de problemitas inesperados. Por ejemplo, mi monitor de trabajo es un Samsung 713n de 17″. Es el primer LCD que compro en mi vida. Se ve con una nitidez asombrosa, nada de pixels muertos, me cansa mucho menos la vista que el anterior Philips CRT de 17”, y encima ocupa un 70% menos de espacio en mi ya atestado y desordenado escritorio. Parece perfecto, ¿no? Casi. ¿Por qué? Yo usaba antes la clásica resolución de 1024×768 píxeles, ideal para los CRT de 17’’, con la cual trabajé años y me sentía sumamente cómodo. ¿Qué pasó? ¡Sorpresa!: la resolución nativa de mi flamante Samsung es de 1280×1024 píxeles. Lo dice el manual, y aparece un cartel en el monitor cada vez que te sales de esa medida; por una muy buena razón: las letras se vuelven casi ilegibles si utilizamos una resolución diferente. No es un problema para navegar Outlook o Word, ya que todas las tarjetas de video soportan esa resolución o más, pero para jugar apesta. Para poder usar una resolución de 1280×1024 en todos los juegos, es necesario tener una tarjeta de video que en modo 3D tenga la potencia suficiente para poder mover el juego en 1280×1024 sin que se arrastre como el farabute de Inodorelli buscando victimas de sus patrañas, ni más ni menos. Caso contrario todo lo que son caracteres en pantalla se ven algo distorsionados. Hay juegos en los cuales esto no tiene casi importancia y hay otros en los que molesta y es una desventaja. A tener esto en cuenta a la hora de decidir pasarse a LCD. Ahora bien, ¿cómo se evalúa un monitor LCD? ¿Qué diferencias hay entre ellos? Lo que habitualmente miden los fabricantes y publicitan es el llamado “tiempo de respuesta”, o en inglés “refresh rate”, medido en milisegundos. Cuanto más bajo es este valor, mejor es el monitor. Uno diría que con 10 milisegundos de velocidad de refresco en la pantalla es comparable o mejor inclusive que los monitores convencionales y que estando cerca de esos valores es suficiente la calidad. No es tan así. Lo que algunos fabricantes omiten explicar es que esa velocidad en “ms” se refiere a un testeo estándar de píxel negro sobre fondo blanco, o tan famoso “gris a gris”. Entonces no se mide la realidad, que es en colores, sino una situación ficticia de blanco/negro que rara vez se da y que sólo muestra una aproximación. Obviamente, los fabricantes rara vez son claros al respecto. El tema es que diferentes marcas de monitores miden diferentes “ms” reales para un mismo tiempo de respuesta teórico publicitado. Es decir que encontramos monitores con 8 ms de referencia que andan en 16 ms reales y otros que con el mismo valor de referencia andan por arriba de 20 ms. Hay que ver caso por caso. Recomendamos siempre elegir los modelos más modernos, al margen de lo que digan los fabricantes. ¿Qué monitores hay en el mercado y que características tienen? Hay un poco de todo. En primer lugar recomendamos estas tres marcas: Samsung, LG y Viewsonic. Las tres ofrecen monitores de 17″ con tiempos de respuesta desde 2 ms a 8 ms. No deberían adquirir ningún modelo con tiempo mayor a 8 ms, ya que son tecnología vieja. De 19″ se ofrecen modelos con tiempos de respuesta de 8 ms en promedio, y que funcionan a la misma resolución de 1280×1024 (en este tamaño es mucho mas aceptable). Conclusión: Los monitores LCD son altamente recomendables para trabajar, y se puede decir que ha llegado el momento en que todos apuntemos a tener uno. Para jugar, en cambio, es un tema mucho más discutible y no sería mala idea esperar un poco más antes de migrar a esta tecnología.

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