Agregando más sal a la ensalada
Hace poco más de seis años, se estrenó un videojuego que sorprendió. No sólo planteaba buena acción con fundamentos de metroidvania, sino que se plantaba firme y declaraba a viva voz que el soulslike también era para los juegos en 2D. Su nombre es Salt and Sanctuary y no tardó mucho en hacerse un lugar en el género, por su osadía y su estética tan peculiar. Ahora, nos llega su secuela, Salt and Sacrifice, que tiene la mala suerte de estrenarse justo en un año donde el género elevó el listón, con la salida de Elden Ring. En este contexto, ¿logra mantener su buen nombre?
Lo primero es la clásica sesión de creación de personaje, respondiendo a los clásicos arquetipos roleros de siempre. Esto, como se imaginan, sirve para hacer una pre distribución de puntos en los atributos.
Pese a ello, cualquiera sea nuestra clase, nuestro trasfondo es el mismo: ex convictos reclutados por la Inquisición. Puede variar, eso sí, el pecado cometido que nos arrastró a la delincuencia. Aunque esta elección sólo repercute en el objeto especial que recibimos al iniciar la aventura. Entre otros, tenemos la herejía, la ebriedad o incluso la lascivia (en cuyo caso, nos dan un mechón de pelo… no nos atrevemos a preguntar el motivo).
Esto, además de un poco “creepy”, nos ayuda a introducirnos en el mundo de Salt and Sacrifice. Como inquisidores, estamos obligados a cazar magos que destruyen el reino a base de trastear como tontos con sus poderes mágicos. Y cuando digo “caza” no me refiero a atraparlos, sino a matarlos y —para dejar las cositas en claro— comerles el corazón. Sí, en este reino nunca escucharon hablar del estado de derecho. De hecho, si queremos saldar nuestra deuda con la sociedad, nos convertimos en esclavos y carne de cañón de la Inquisición.
La sal
En cuanto a la propuesta jugable, esperaba mucho más “continuismo” del que me terminé encontrando. Quienes hayan disfrutado la primera entrega, descubrirán muchas similitudes. Por supuesto, entre ellas está una estética muy propia, tanto en diseño de entornos como personajes. Una dirección de arte hace un excelente trabajo en afianzar el tono oscuro del videojuego.
Desde ya, nos encontramos muchos elementos esperables, tales como una barra de resistencia para los ataques y defensa, perder toda la experiencia cuando nos matan… En otras palabras, un día más de trabajo en un soulslike. Pero tenemos que destacar la valentía del desarrollador a variar la fórmula y arriesgarse a cosas nuevas. Aun cuando estas no se sientan del todo bien, claro.
El sacrificio
Es probable que lo primero que notemos sea la concepción del mapeado. Ya no se trata de un gran mundo interconectado, sino de diferentes zonas a las que accedemos desde nuestra base. Esta última hace las veces de “hub central”, para subir de nivel, mejorar nuestro equipo y otras acciones clásicas del género.
Claro que en esto también tenemos el primer problema. Vamos a estar yendo y viniendo de manera constante, de la zona actual a nuestra base. Y todo esto sin puntos intermedios de teletransporte. No confundir, sí hay checkpoints intermedios, donde reaparecemos en caso de que “nos llenen la cara de dedos”. Pero, en caso de necesitar subir de nivel, por ejemplo, luego tenemos que volver a pie a nuestro objetivo. ¡Es un juego sobre magia, loco! ¡Poneme un teletransporte! ¡Un servicio de taxis, mínimo!
Por supuesto, no estamos en contra del backtraking, una técnica milenaria y deliciosa en los videojuegos. Pero hacerlo sin mucho sentido, por un tema de diseño, termina siendo lo que se conoce como “backtraking al pedo” y, a mediano plazo, molesta bastante.
Monster Mage Hunter
Por otra parte, en esta secuela se agrega una mecánica que tiene que ver con las cacerías repetibles. Cada vez que vayamos a la caza de un mago, al derrotarlo dejará caer una serie de elementos propios. Si repetimos estas cacerías, podemos farmear —de manera inescrupulosa, claro— estos elementos. Y con ellos, tal como ocurre en los juegos de caza estilo Monster Hunter, crafteamos armas y armaduras.
¿Esta buena esta idea? Sí, está genial. Lo que no está tan bien es su ejecución. En este subgénero, es normal rastrear a nuestra presa, mantener un primer enfrentamiento y que se escape después de recibir unos “cachetazos”. Luego, volvemos a rastrear y así continuamos hasta que se harta y se da el enfrentamiento final. Es la técnica conocida “ok, te atiendo para que me dejes de romper la paciencia” que popularizaran extensamente los vendedores de filtros de agua.
De alguna manera Salt and Sacrifice quiere replicar esto. Pero el estilo de mapeado, la libertad acotada del 2D y la ferocidad con la que nos pegan juega en contra. De hecho, se transforma en dolores de cabeza. Cuando estamos persiguiendo a los magos, lo menos que queremos es gastar energía y recursos en los enemigos menores. Pero, a diferencia de juegos 3D con mundos abiertos y/o extensas zonas para movernos, aquí la mayoría de las veces no podemos esquivar.
Con lo cual, si bien en el enfrentamiento final el enemigo tiene menos vida, también nosotros llegamos jadeando y llenos de cortes. Es sí, la variedad de enemigos y diseño de jefes son una delicia, a pesar de que algunos jefes tienen comportamientos abusivos. Nada que no hayan vivido alguna vez en un trabajo en la vida real, así que estamos preparados para ello.
Sazonar con sal y sacrificio a gusto
Pese a los leves pifies que mencionamos, Salt and Sacrifice es una más que digna secuela. Es entretenido y nunca decae, gracias también a que dura lo justo y necesario: en menos de veinte horitas resolvemos el despelote de magos. Y, aun cuando no se siente del todo bien implementada, las cacerías repetibles en busca de loot y crafteo aumentan su rejugabilidad.
Por si fuera poco, el componente multijugador está muy bien, tanto como para molernos a golpes en PvP, como para terminar cooperativamente —de principio a fin— la aventura con un amigo. Salt and Sacrifice es una muy buena opción en el género y, aun cuando a partir de Elden Ring el techo es otro, no se siente para nada desabrido. [i]
DESARROLLADO POR: Ska Studios
DISTRIBUIDO POR: Ska Studios
GÉNERO: Soulslike, metroidvania, rpg de acción
DISPONIBLE EN: Windows, PS4, PS5
QUÉ ONDA: Haga patria, mate un mago.
LO BUENO: Gran diseño y ambientación. El modo cooperativo. La variedad y diseño de enemigos, jefes y armas. Buena duración y rejugabilidad.
LO MALO: Las nuevas incorporaciones (en especial la caza) y el cambio en el diseño de mapa no terminan de convencer.
Este análisis de Salt and Sacrifice fue realizado a través de un código de PS5 provisto por sus desarrolladores.
Gustavo Sobrero, alias El Cenizas, es Secretario de Redacción de [IRROMPIBLES] y fundador de la Iglesia Savathûnista. ¿Tienen dos minutos para que les hable de Savathûn, que es el Camino y la Salvación? Pueden seguirlo en Twitter (@ElCenizasWTF) y en Instagram (@el_cenizas).
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