Sin categoría

Irrompibles vs. Call of Juarez

Introducción de Moki Aquella pétrea y valerosa imagen del Moki que castigara con sus proyectiles el trasero virtual de Rolo, atravesaba por un duro momento. El cansancio afectó gravemente mis habilidades motrices y mis reflejos, empujándome levemente hacia un oscuro rincón en el que reinó por mucho tiempo el Solitario de Windows. Sí, así es. Si un irrompible podía tocar fondo, yo había tocado subsuelo. Porque no hay peor pesadilla para un [i] que el Solitario… no hay a quién balear, solo cartitas. Es como poder amar a una mujer pero preferir el autotoqueteo. Eso sí, como el irrompible tiene habilidad nata para cualquier fichín, puedo decir con orgullo que fui el campeón del solitario Windows, un campeón del onanismo. Con los excesos laborales, el tiempo para brindarles las líneas que seguían a continuación se esfumó como los iPod de Pierru en navidad. No podía dejarlos sin esta alegría y decidí embaucar a Inodorelli para que las escribiera por mí:

Moki: Miko acuático, si mal no recuerdo prometiste escribir tu visión de la partida de Call of Juarez. Inodorelli: No lo haré, si no jugamos no lo haré. Moki: Tienes la memoria ram de un Poketeer. Jugamos dos veces y una tercera en las máquinas de tu oficina. Inodorelli: Solo lo haré si nos damos de tiros un tiempo más. Moki: Eres un vago que falta a su palabra. Ya hemos jugado lo suficiente para demostrar que yo soy un verdadero hombre y ustedes solo son títeres que manejo con la punta de mi pene. Que así sea, escribiré yo y sentirás toda la ira de mis líneas… serás mi ñoño. Inodorelli: Eres un farabute timador, está bien, lo haré. ¿Para cuándo la necesitas? Moki: Para ayer. Inodorelli: Dame 48 horas, pero te prohíbo que toques nada. Ni un acento. Moki: Tienes mi palabra. Mientras no hables de sexo explícito. Inodorelli: Sexo explícito es lo que le hago a Pierru. ¡Cómo le hago comer! Jijiji. 48 horas después, llegaron a mis manos estas… breves líneas… si así podemos llamarlas. Que las ¿disfruten? Irrompibles en el Oeste 2: Call of Juarez Por Inodoro Kid El Oeste era duro. Era. Hoy es pior. En el corriente, hombres de gloria, verdaderos luchadores del plomo, quedaron reducidos a esclavos de la nueva era. Llegó el día por fin. Luego de años o meses. Quién sabe. Pero volvimos a las calles de tierra con cardos que pasan girando impulsados por el viento, que en el caso de Call Of Juarez, no es viento sino pedorretas de Moki, Pierru, Rolo y Fonsi. Qué viejos que están estos muchachos, ya no retienen. Ya no sudan. Ya no casi nada. Años atrás, estos personajes eran puro balor (balor de valor y balor de balas). Hoy son grandes balores, pero de bala de cañón, de tragones, de poco hombres. Gente que antes llevaba los pantalones en su casa. Hoy simples calzonudos. Y no hablo de calzones largos del Oeste, sino calzones Calvin Klein de bolishopping comprados por sus mujeres para ahorrar y para que sus maridos tengan apenas un dejo de sensualidad. Un gran esfuerzo. Confieso que hoy Leroy me parece un machazo. Me hubiese gustado batirme con él, con Pablito Ruiz, con quién más… Paco Jamandreu o Federico Klem quizás. Cualquiera menos estos rotos. Pero bueno. Se dio que salió el Call of Juarez, que lo conseguimos y que nos juntamos apenas unos minutos, todo lo que logran sacarle a esta vida para jugar estos pobres ex hombres. El mapa que más recuerdo fue OK Corral. Un amor. El típico pueblucho de maqueta de cine lleno de bares, techos y prostitutas baratas, en este caso Moki, Pierru, Rolo y Fonsi. Pensando un poco, hubiesen tenido más éxito con las manos llenas de jabón verde para masturbar a los sucios forasteros que con un arma. Pero eligieron el camino del arma y se olvidaron el jabón. Una lástima. Les hubiese dolido menos cuando se las metí en el ojete. Por supuesto, fui superior, pero no por mandarme la parte, sino porque sigo jugando casi todos los días y tengo más práctica. Eso, sumado a que me encanta dispararle a los mariquitas dio un gran resultado a mi favor. En este momento escribo la nota en mi laptop, en la cama, junto a mi mujer, que me mira y no dice nada porque respeta al hombre de pistolas que soy. Y como soy hombre me puse wi-fi y me están llamando por msn para jugar. Después sigo. Wiiii, qué alegría el viejo Red Faction. Sin dudas el mejor juego ever. Volviendo al Oeste. Entro en un bar a ver si se escondía algún Irrompible escudado en un traje de pianista o de bailarina de can-can. Pero nada. Ni se escuchaban tiros. Estaban todos escondidos en algún lado, temerosos de recibir plomo en la cola. Miro al barman. Se parece al del Crucero del Amor, pero con sombrero, piel blanca, barba de seis días. No se parecía en nada al barman del Crucero del Amor ahora que lo pienso, pero sí era gracioso. La situación fue como la de El crepúsculo al amanecer, pero al revés. En este caso el cantinero le contó el chiste al cliente, o sea yo. Me dijo, mostrando su dentadura postiza de madera: –Porque me caen bien los forasteros te contaré un cuento y te invitaré un wiskey -(Sí, está bien escrito en este caso)-. Entra un hombre de color al médico con un sapo en la cabeza. El médico acomoda sus anteojos, mira al hombre y le dice: “Siéntese y cuénteme lo que le sucede”. A lo que el sapo le contesta, molesto: “¿Cómo que qué me sucede? ¡¿No ve que me creció un negro debajo de las pelotas?! JA, JA, JA, JA. Pues todos se rieron del chiste del barman. Me dio la sensación de que invitaba con copas a todos los que allí se encontraban para que rieran de sus chistes. Un verdadero Nerón del Oeste. Al diablo, cargué mi Winchester y salí del bar. Al salir, una mosca se acercó a mí y le disparé. Cuando cayó al piso creí ver en su cara las facciones de Pierru. Lo extraño es que sentí un quemor en la rodilla y la mosca no me había picado. Caí al piso y leí la pantalla que decía: “Rolo: Ji, ji, ji.”

De más está decir que busqué al alfeñique en mi próxima vida y lo dinamité. Luego, camino al centro del pueblo, vi que se asomaba una pluma de un techo. Era la pluma del indio Pierru. El último de su tribu. Dicen que toda su tribu murió en combate. Pero él sobrevivió. Estaba escondido detrás de una roca y ahí se quedó hasta que un puma lo encontró y no se animó a probar su carne porque olía a vino barato. De todos modos, el indio huyó espantado ante la presencia de un puma. Y el puma huyó por el nauseabundo olor a viejo perdedor del indio. Ese mismo indio que luego disparaba su rifle quizás pretendiendo hacerme bailar al mejor estilo Oeste, pero las balas apenas me pasaban a dos metros. Temí ofenderlo si lo ignoraba sin dispararle y me iba, y decidí no hacerlo. Pobre indio cobarde, cayó del techo cual Pradón (un gato con plumas), pero en este caso un gato gordo con una pluma. Que no tuvo la suerte de Pradón. Murió antes de tocar el piso. Una mancha se extendía en su pañal. ¿Sangre? ¿Caca? Qué importa. La verdad es que fue un cortísimo combate. De los otros jugadores no tengo mucho para decir. No calzan botas. Ya no. Moki jugaba en un monitor de LCD y se subía a una silla alta y se bajaba diciendo que no veía bien, pretendiendo tapar su patético papel con una excusa infantil. Fonsi tampoco hizo un papel con más color que un cepia. Rolo murió como la rata que es y Pierru hizo el papel de siempre: papel higiénico que encontró una y otra vez trabajo en mi ano.

Escribe un comentario