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Return to Monkey Island [REVIEW]

El Secreto de la Isla del Mono, 32 años después

Hola, micos feos. Hablemos, antes que nada, de lo más importante: si vale la pena jugar este nuevo Monkey Island.

La respuesta es sí, mucho. Habrá que digerir algunas espinas, pero ahí está lo mejor de la saga: se siente como un juego de aquellas épocas, modernizado para gente con menos paciencia que antaño, cuando el mundo era joven y se tenía más tiempo, y además sentíamos una suerte de encantamiento por el género. Y no teníamos hijos.

Monkey Island, en particular entre tantas aventuras de aquellos años de oro, es un juego fundante para muchos de nosotros. Está para siempre en el ADN de nuestra generación (hablo de los micos más seniles de esta comunidad). La magia de jugar por primera vez The Secret of Monkey Island (1990) y Monkey Island 2: LeChuck’s Revenge (1992) es algo que nos queda para siempre, y para nosotros ese es nuestro secreto a voces. Sin menospreciar las secuelas y diversas entregas posteriores. Allí estaba la magia, el amor. Esas dos aventuras son responsables de que hoy haya mucha gente laburando en la industria, por ejemplo, o de que tengamos preferencia por los videojuegos más que por otras formas de arte.

Monkey es el juego más querido por literalmente millones de jugadores del mundo. Y entonces es lógico que tengamos una especie de miedito tonto, no queremos decepcionarnos, deseamos sentir lo mismo al jugar ahora que hace 30 años.

¡Mira atrás, un mono con tres cabezas!

Al principio, me desilusioné. Return to Monkey Island tiene un prólogo que juega con los quejicas de aquellos años, cuando nos enojó cierto final (me incluyo). Ahora arranca por ahí, casi una provocación, sorprende, también aburre un poco porque los diálogos y situaciones carecen del humor sardónico de antaño. Pero, muhahaha, esto dura un poco, tres horas para ser exacto, en mi caso, luego se pone feliz y levanta un montón. Y hay que reconocer que este nuevo Monkey le habla a la vieja generación desde muchos lugares.

Las referencias a aquellos años de oro están por todas partes, al punto que hasta se puede activar en la interfaz una serie de comentarios extra, con objetos inocuos que aparecen en el escenario para rememorar los primeros episodios de la saga. Hacen perder algo de tiempo extra, pero puede que a muchos les guste (esos comentarios podrían haber sido menos nostálgicos y más chistosos pero bueh).

Constantemente, Return to Monkey Island revolea esas memorias, mezclando por ahí un par de referencias a escenas de películas también. En el final hay algo hermoso que les va a sacar una sonrisa. Cuando lo vi, me sentí de nuevo con 20 años y, quizás, se me mojaron los ojos.

Están todos los viejos personajes, junto a otros nuevos. LeChuck sigue persiguiendo el Secreto, y sigue metejoneado con Elaine Marley, que ahora se dedica a luchar contra el escorbuto. Junto con el pirata zombie y su insidiosa tripulación de muertos vivos, tenemos a la Capitana Madison y sus piratas malvados, una tipa casi tan terrible como el propio LeChuck.

Pero bueno, no quiero explicar demasiado. Sólo decir que hay muchas islas para recorrer en el Mono del Mar II y, lo más importante, muchísimo que hacer, ideas que conectar, objetos que usar y combinar, y todo lo bueno de una aventura gráfica del viejo mundo. Importante, repito: se siente un Monkey Island, no hay dudas. ¡Eso es lo mejor!

El libro de pistas y otras cuestiones

Los puzzles junto con el humor malicioso de Guybrush Threepwood son el alma de Monkey Island. Se perdió bastante del absurdo como elemento central, ahora los acertijos se resuelven con más lógica. Se basan en prestar mucha —pero mucha— atención a cada escenario, personaje, elemento. Es la clave para resolver todos los desafíos. Recomiendo dedicarle un rato a cada pantalla. Este Monkey se juega con calma y pensando, conectando ideas. Correr es malo. No hay momentos de acción, todo se resuelve usando y combinando objetos, o hablando con los muchos personajes. Algunos de esos tienen más de 30 líneas de diálogo para que les preguntes muchas veces, pero, por desgracia, una cantidad de esas frases no tienen gracia ni utilidad.

Luego hay diálogos que son muy cómicos y ahí es donde mejor brilla la historia.

El libro de pistas es un sistema que puede guiarnos paso a paso con cada uno de los puzzles. No nos dice todo a menos que sigamos preguntando y, por lo que pude ver, no penaliza por usarlo más allá de lastimar el honor del aventurero de pura sangre.

Confieso que lo usé varias veces, especialmente por cuestiones de tiempo (el señor Jefe de Redacción es un tipo jodido). Pero lo positivo —a pesar de mi orgullo herido— es que nunca fue por no saber qué hacer, sino para saber dónde encontrar lo que necesitaba. Me gustó que exista el libro de pistas, porque son otros tiempos y dar tantas vueltas cuando ya se perfila la solución es cansador. De todas maneras, usar el dichoso libro (siempre disponible en el inventario) sigue siendo poco honorable.

Además del libro de pistas, hay un álbum de recuerdos donde se puede repasar en forma visual y divertida los juegos anteriores, como para refrescar la memoria. El álbum se actualiza una vez terminado el juego, está muy bien.

Punto especial para el diario de LeChuck, que resulta de lo más divertido del inventario.

Hay que mencionar que Return to Monkey Island tiene un sistema de logros con cosas para encontrar y otro sistema con tarjetas de trivia, una forma ocurrente de hacernos prestar mucha atención a todos los detalles. Las tarjetas están tiradas por ahí, es cosa de encontrarlas y luego responder preguntas del estilo “¿Cuántos cuervos hay en la proa del LeBarco?”. Me vi trasladándome a comprobar esos detalles malditos antes de responder. Ignoro qué pasa al completar el álbum con tarjetas correctas, no pude hacerlo. Estoy senil.

Puzzles y paciencia

El juego viene en dos sabores: el modo para cobardikas, y el modo para aventureros seniles que se atreven al Caribe violento (de puzzles). Este cronista eligió el modo difícil, desde luego.

Return to Monkey Island está repleto de acertijos con el estilo reconocible de Ron Gilbert y sus amigos. Hay varios del tipo duelo de espadas, a puro diálogo, pero no tan extensos como en otros tiempos. Se cuidaron de que nunca debamos dar demasiadas vueltas para movernos entre lugares, y todos los caminos son atajos una vez descubiertos. Incluso los laberintos son sencillos.

Lo importante es que las tareas que hay que superar son divertidas y se avanza a buen ritmo (sin el libro de pistas). Aun así, terminar la aventura me llevó 15 horas, y sin usar el libro de pistas probablemente hubiera demorado un par más.

En cuanto al control de la interfaz, se hizo un laburo maravilloso. Con el mouse y teclado es como siempre, nos movemos por la pantalla cazando objetos y eso. Cada elemento tiene dos opciones, del estilo ver qué es o usar. El chiste es cuando conectás un gamepad. Ahí el juego se torna un poco más fácil de jugar, porque aparecen circulitos de interacción cuando te acercás, nada debería escaparse.

Lo bueno es que nos movemos saltando con los gatillos superiores, yendo de circulito en circulito. Lo mismo en el inventario, saltamos entre objetos en lugar de desplazarnos como si fuera un mouse. La contra es que probar muchos objetos se vuelve tedioso, en especial porque muchas cosas del inventario permanecen allí aunque ya no sirvan (igual muchas otras se quedan por una razón que no podemos contar).

Esos gráficos del terror

Creo que jugar este Return to Monkey Island vale la pena por los puzzles, no tanto por la historia. No me gustó que haya dos villanos en lugar de uno, pero eso es subjetivísimo. El juego me enganchó recién tres horas después de empezarlo. Pero es tolerable si se toma con paciencia y amor por la saga.

Lo que detesto son los gráficos. Podría decir que me gustan un 60% y los odio un 40%. Es como si los hubiera hecho un Picasso borracho. Cuadrados, retorcidos. Por momentos es visualmente hermoso, colorido y hasta uno se acostumbra; en otros casos quería gritar. Mención especial para la fealdad de Rosa de Hierro, ya la van a ver. Los personajes Picasso-style son tan deformes que hay ocasiones en que no se entiende qué estás viendo, algo que juega un poco en contra cuando se trata de encontrar un objeto tirado por ahí.

Más allá de la cosa retorcida de los gráficos (hubiera amado que lo hicieran en otro estilo, o al menos no tan exagerado) sigue siendo lo menos importante. Compensa la animación, muy bonita —mi rechazo a los primeros planos y las cámaras lentas— y una música excelente, bien Monkey. Las voces bien, especialmente buenas con los personajes principales y especialmente malas con los secundarios.

Y el Secreto es…

…algo que no puedo cotorrear, naturalmente. Sí debo decir, mal que me pese, que el final sorprende, pero también es un ejemplo de final anticlimático. No puedo revelar por qué, pero me hizo enojar. Tal vez la idea fue provocar el mismo escándalo que en el epílogo aquel, el de Monkey Island 2, que hizo discutir a la comunidad durante semanas. Si esa era la intención de Gilbert, lo consiguió porque es un final odioso y abrupto, torpe, decepcionante y ofensivo para este mico. He dicho. [i]


DESARROLLADO POR: Terrible Toybox
DISTRIBUIDO POR: Devolver Digital
GÉNERO: Aventura gráfica
DISPONIBLE EN: PC, Mac, Nintendo Switch

QUÉ ONDA: El regreso más esperado por los viejos jugadores de la época dorada del género. No apto para cobardikas sin paciencia.
LO BUENO: Recupera el espíritu de Monkey Island con humor ácido y puzzles abundantes e inteligentes, aunque menos absurdos que en los viejos tiempos. Excelente música. Se siente más moderno gracias al sistema de pistas. La interfaz está bien resuelta. Subtítulos en castellano.
LO MALO: Necesita unas tres horas de paciencia al empezar o mucho café. Calidad irregular de los gráficos, por momentos es hermoso y colorido, en otros da dolor de cabeza. Algunas voces poco expresivas. El final es tan sorprendente como anticlimático.

Este análisis de Return to Monkey Island se realizó a través de un código de Steam provisto por sus desarrolladores.

  • CALIFICACIÓN75%
75%

3 Comentarios

  1. Un tip: al terminar, dejen pasar los 10 minutos o algo así de créditos para ver una breve colita. No es importante, no suma nada, pero ahí está.

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