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Irrompibles vs. Jedi Knight

IRROMPIBLES VS. JEDI KNIGHT
JEDI KNIGHT. EL PLATO PRINCIPAL… MAYONESA DE CUCU.

 

Cucaracha, rata de pantano, kk de cuis, un mercachifle barato de la mentira. Adjetivos 
que cuadran a la perfección con la personalidad de Rolo. Ese pekenio de pelo largo 
que oculta tras toneladas de desenredante para el cabello, sus macabras intenciones.

 

Para quienes vieron la película “Snatch” él es lo más parecido a uno de esos gitanos que venden cosas rotas o falladas por una módica suma. El vende su falso arte, sus mentiras acerca de mí. Como si eso fuera poco, tuvo la osadía de comparar a mi hermoso gato siamés con su tonto pajarillo mecánico de cucú. ¿Cómo es capaz de igualar un artefacto artificial que solo se asoma cada hora con un gato que está todo el tiempo conmigo y se duerme en mi falda mientras baleo en las redes? No importa hasta qué hora esté frente al monitor, él se queda conmigo. En el caso de Rolo, el canario metálico es tímido y sólo sale de a ratos. ¡Asúmelo Rolo! Tu canario suizo te odia y por eso se asoma la menor cantidad de veces posible. Es más, cuando lo hace es porque el estúpido mecanismo del reloj lo obliga.
Pero peor aun fue su desfachatez al excluirme de las fotos en la última nota, cuando era claro que yo era la estrella del episodio. Tanta tontería me había hecho montar en cólera y decidí practicar puntería todos los días en un local de la calle Santa Fe. Todos los días un séquito de “kemados” (que me perdonen sus allegados por hacerlos transitar este camino de ida) peregrinaban conmigo en busca de balas. Mientras practicaba, vi crecer la habilidad en estos pekenios bajo las balas de mi ametralladora en el Dod. Además del JX quien forma parte de los Irrompibles, los jóvenes y valientes soldaditos fueron: Tincho, VD, Lau, Satán, Gastrointerkiller, Rudolf Hess, Panchus, Rafa y Chorch. Un prometedor semillero de Irrompibles que me hizo sentir como un maestro Jedi frente a sus aprendices… Eso es! Esa era la forma de vengarme de Rolo. Aprovechando su fiebre por Star Wars, recientemente reavivada por los dos trailers que surcan la Internet anunciando el Episodio II, lo desafié a instalar el viejo Jedi Knight. Por supuesto la rata vieja no se negó y aceptó de buen gusto mi propuesta. Yo sabía de memoria que este juego era uno de sus favoritos, gracias a la ausencia de lag al jugar, y como buen fanático de Star Wars, el muy payaso se sabía todos los artilugios y las mañas de cada escenario. De esta manera mi estrategia fue un poco más simple. Invitar más gente. Mientras él se distrayera tratando de matar a los demás yo aprovecharía para sacudirle desde una distancia segura. Mi venganza sería fatal.

 

May the force be with… ME (que la fuerza esté… CONMIGO).

 

Me costó un poco formar un equipo para sacudirnos a sablazos. Inodorelli se ausentó tres largas semanas, debido a su reciente paternidad. Su pekenia “albóndiga” llamada Bautista le consumía la mayor parte de su tiempo. Pero mientras el niño tuviera su alimento, dormiría feliz dejándolo en libertad para jugar. De esta manera logré rastrearlo e invitarlo, respondió con felicidad alegando que si se trataba de matar a Rolo allí estaría sin duda. Como cuarto integrante decidí tentar a JX (conocido en la vida real como Juan Cruz Bazterrica) un compañero de trabajo que se había unido a nuestra cruzada Irrompible hacía un par de meses. Su admiración por el fantástico mundo creado por Lucas lo hizo decidirse con facilidad.
Tras soportar durante tres días las ñañas de Rolo, pudimos finalmente fijar el encuentro un martes a las 23:00 horas.
Como era de suponer, un engine tan simple corrió sin problemas a través de la pobre conexión dial-up de Rolo. Rápidamente, mediante una sencilla configuración de TCP/IP ubicamos a nuestros personajes frente a frente en un escenario llamado: Nar Shaddaa Loading Terminal. Un pequeño lugar que representa un muelle de carga espacial y que tenía como atractivo algunas trampas que activaban lasers para rostizar a los desprevenidos y granadas para convertir en roast beef a mequetrefes como Rolo. Mientras esperábamos a los demás, le propuse tomar algunas fotos y encontrarnos en una habitación sin atacarnos para tomarlo por sorpresa y capturar el momento. Pero la maldita cucaracha pareció leer mis pensamientos y con una expresión de horror observé que todas las cajas del recinto volaban en mi dirección. Mi poderoso jedi quedó aplastado bajo ellas con un alarido desgarrador. Tras insultar a todos sus ancestros (incluyendo a su estúpido pajarillo cucú), Rolo justificó su asquerosa jugarreta explicando que quería probar un poder llamado “Force Pull”, mediante el cual un jedi arroja todos los elementos hacia el objetivo. Esa maldita rata pagaría cara su traición. Le pedí tomar unas fotos en unos túneles bajo una banda transportadora y me aposté junto a un interruptor esperando que esa alimaña de pelo largo se acercara. Cuando la puerta se abrió presioné el interruptor con una expresión de alegría y vi como mi enemigo intentaba escapar a lo inevitable danto torpes zancadas. Casi pude imaginar sus insultos y su furiosa expresión cuando el jedi voló en pedazos. En la pantalla se repetían incansables las mismas palabras de furia una y otra vez, como un albañil que repite las mismas palabrotas al martillarse el dedo con una maza. Furioso me pidió que lo esperara en el mismo lugar para pelear como hombres y accedí, pero yo no soy hombre… soy Moki. Le esperé agachado tras una caja y le descargué una ráfaga de electricidad (haciendo uso de uno de los poderes del lado oscuro) y mientras su pelo se rostizaba yo reía. Reía porque ese estúpido pájaro mecánico estaría cantando esta vez pero acompañando las torpezas y descuidos de su tutor.

 

Las cucarachas se acostumbran si se usa siempre el mismo veneno.

 

Pronto se unieron JX e Inodorelli a la partida y decidimos cambiar de escenario. Canyon Oasis era un lugar lo suficientemente amplio para los cuatro. Una vez allí Rolo decidió aprovecharse de su inexperiencia y corrió como un niño tras el heladero en busca de su bombón helado. Desde un puentecillo de metal observé como utilizaba el “grip” ahorcando a Inodorelli mientras peleaba a JX con su sable luminoso. Decidí aprovechar la ocasión y descargué la furia de mi “Rail gun” (una suerte de lanza cohetes) sobre sus cabezas. Ambos fueron víctimas de mis “cohetes de amor” y me hicieron saber cuán molestos estaban. Inodorelli corrió hacia mí y empezó a dispararme con su láser, mi hábil jedi repelía el ataque satisfactoriamente, golpeando los disparos con el sable luminoso mientras le quitaba su arma con el “Force Pull” (quita cualquier arma al adversario 
con excepción del sable). Pero le dí el tiempo suficiente a JX para atacarme por la espalda. 
Mis contrincantes reían, pero no eran sus carcajadas las que me molestaban… eran las de Rolo. Esa cucaracha no merecía la victoria, que tan injustamente se estaba llevando a costa del resto de los participantes. Corrí alocado, me arrojé al agua y nadé a toda velociad por un canal submarino. Instantes después estaba sobre una cornisa con el “Concusion Rifle” en mis manos. Mi rostro se iluminó cuando los vi a los tres luchando frente a mí como viejas que se arrojan las hojas sobre la vereda vecina al barrerla. Sin dudarlo, disparé sobre ellos y la o­nda expansiva los acabó.
Con la velocidad que lo caracteriza, Rolo miró el marcador y vió que su puntaje estaba igual que el mío y temió que su honor fuera mansillado en el juego que él consideraba su fuerte. Y mientras se preparaba excusándose para aplicar “la Gran Chiquilín” y retirarse antes que perder, el cuerpecillo de su jedi murió ahogado bajo el poder de mi “Force Grip” mientras sus últimas palabras decían en pantalla: “Bueno, es tarde amigos y debo ir a dormir, soy coreano y debo trabajar mañana para ganar mi plato de arroz”. Esa noche debe haber sido el hazmerreír de su pajarillo suizo, Moki le había robado la victoria y el honor, pero calculo que como en las películas de Star Wars, esa no sería la última vez que lo vería. Minutos después se retiraba Inodorelli justificando su pobre actuación con los llantos de su hijo.
Esto nos dejó solos a JX y a mí, haciéndolo presa fácil de mis poderes. Corrió en busca de refugio y se hizo con el “Concusion Rifle” y comenzó a dispararme. Dos veces caí víctima de sus inexpertos ataques, hasta que lo tomé por sorpresa quitándole de sus manos el arma y utilizándola en su contra. A partir de ese momento él fue mi mascota por unos minutos, una y otra vez lo deposité en el suelo como un musulmán que besa su tierra santa. Pero por supuesto aprendió la lección y me dio un poco de lo mío. Fui su hámster hasta que el tiempo terminó con el encuentro dándome la victoria por sólo dos frags.
Al día siguiente encontré a Rolo en Icq y no pude evitarlo:

Moki: Hola tonto, soy tu Mofeta.
Rolo: Eres mofeta porque eres un zorrino, apestas y hueles a pis.
Moki: No, es porque a partir de hoy me mofaré de ti, porque eres débil y no tienes nada. Eres kk vieja y el cucú defeca tuerquitas sobre tu cabeza.

Y recuerden pekenios, como dice Rolo: Si se rompe… no es Irrompible.

 


Sebastián “Moki” Di Nardo
Diciembre 2001

 

   
 

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