Cuenta la leyenda que, en las naciones de Europa del Este, existe un tipo de videojuego que no florece en otras regiones del mundo. Algunos se refieren a esto como un subgénero —otros como un “gusto culposo”— llamado “eurojank”, definición que podríamos traducir al criollo como “europeo y un poco berreta”. The Last Oricru es el nuevo exponente de esta raza y tiene todas las características para validar su pedigrí. Para bien y para mal, claro.
Si bien no me identifico como fanático del “eurojank”, reconozco su valor. ¡Vamos, no nos hagamos los “finolis”! ¿Cómo se puede restar la importancia o influencia de sagas como Gothic, Risen o el más reciente Elex? ¡O incluso S.T.A.L.K.E.R., que un poco reciente la etiqueta porque era demasiado bueno! Juegos con más ambición que presupuesto, con buenas ideas que no terminan de pulirse del todo. Así es The Last Oricru, con varios planteos muy copados que, con mucha más plata y gente, quizá terminaba como candidato al lanzamiento del mes. Pero esos recursos no estuvieron, así que toca analizar lo que hay. Que no es poco pero, al ponerse en movimiento, los engranajes hacen mucho ruido.
Orcos versus ratas
The Last Oricru mete un combate “soulesco” dentro de un rpg de acción en tercera persona, al tiempo que enfatiza una narrativa clásica. Para ello, utiliza un sistema de facciones, donde las decisiones y elecciones en los diálogos buscan tener peso. ¿Cuánto peso? No nos deja con ganas de un segundo “run” para ver el “what if” de cada elección, pero sí nos queda una sensación de gravidez adecuada.
Por otra parte, la historia calza en una ambientación ecléctica: fantasía medieval, ciencia ficción, una inteligencia artificial que se hace “la misteriosa” y distintas razas humanoides se agregan a la mezcla. Termina resultando una masa que más o menos logra mantenerse unida y crecer sin muchos tropezones (si no la miramos demasiado fijo durante mucho tiempo).
De movida, nuestro personaje (llamado “Silver”) es un humano que perdió la memoria y no tiene ni la más pálida idea de su pasado. Una afección más que conveniente para que todo el mundo se la pase explicando de que va el mundo y la situación política entre facciones. ¿Qué sería de la narrativa del videojuego sin la amnesia, no? ¡Qué lindo desafío y que refrescante sería una historia donde el protagonista simplemente tuviese caspa!
Volviendo al tema, un puñado de NPCs —nativos de este mundo épico— nos llevan de aquí para allá como tabula rasa sin manija. Principalmente, dos razas: una especie de orco —que parece haber cenado durante demasiado tiempo en Palermo— y unas ratas antropomórficas, que no temen a que los Skaven puedan tener abogados especializados en derechos de autor. Estas dos razas están en eterno conflicto y cada una tiene sus motivos para sostenerlo. Aquí entran nuestras decisiones, que pueden inclinar la balanza o, simplemente, maximizar el caos y que se maten entre todos, mejorando nuestra ganancia. Tal como lo leen, pensando en opciones inclusivas, el juego tiene un “modo abogado”.
También en la historia interviene una inteligencia artificial que aporta condimentos futuristas. Nos devela que somos parte de la tripulación de una nave especial, estrellada desde hace un tiempo en el planeta. Este equipo, conformado por humanos, tenía como misión encontrar algo llamado “La Cuna”. Pese a lo genérico que suena todo esto, The Last Oricru por momentos hace un buen trabajo en lo narrativo, con pasajes interesantes donde nos engancha. Por supuesto que tiene rellenos innecesarios, pero los destellos de buena historial, narrativa y doblaje son suficientes para querer avanzar un poco más y ver como termina todo. Claro, siempre y cuando soportemos los puntos flojos, tales como…
El combate
Este apartado intenta ir por “el lado soulslike de los bifes”, pero hay un componente ortopédico que lo frena. No es un desastre, pero se nota una fuerte falta de pulido en animaciones, hit boxes y variedad. Lejos está de ser injugable, pero vaya esta advertencia sobre su inconsistencia.
Por otra parte, lo que tiene que ver con el armado del personaje está edificado también sobre una base soulera bastante estándar. Es decir, una serie de atributos base que afectan virtudes como la capacidad de carga, vida, aguante, defensa y daño. En el mismo sentido, mantiene la regla de exigir valores mínimos —de uno o dos atributos— para poder utilizar con eficacia las armas.
Además, existe un mecanismo interesante para poder dar versatilidad al personaje y pasar con relativa facilidad de un arquetipo de personaje a otro. Esto se logra equipando unos anillos mágicos que trasladan puntos de un atributo a otro, logrando así las aptitudes necesarias para cada clase.
Por último, quizá uno de los apartados más atractivos del juego, es el multijugador cooperativo, cuyo opción en línea conecta sin problemas y con sencillez a las partidas de nuestros amigos. Pero, por otra parte, lo más importante es que nos da la posibilidad de jugar a pantalla partida, una valiosa reliquia de otras épocas que pocos juegos deciden conservar.
Por si fuera poco, este modo para dos jugadores aporta interesantes características. Tales como hechizos, pensados para ser usados de a dos, o incluso mecánicas para enfrentarse a jefes que no son posibles de realizar jugando en solitario. Lejos está de ser una opción adicional que “se puso por poner”, hay tiempo y neuronas dedicadas a su implementación.
Para resumir, lo que propone The Last Oricru es muy meritorio por ser el primer trabajo de GoldKnights, pequeño estudio en República Checa responsable del juego. Lejos está de ser un “resaltado del mes”, pero es una opción recomendable para los fans del “eurojank”. Con más cautela, le diría al “soulero” que le pegue un vistazo si están pasando por un momento de abstinencia. De nuevo, no esperen un gran nivel de pulido en general, pero si una historia correcta y entretenida, donde las decisiones importan.[i]
DESARROLLADO POR: GoldKnights
DISTRIBUIDO POR: Prime Matter
GÉNERO: RPG
DISPONIBLE EN: Windows, PS5, Xbox Series X|S.
QUÉ ONDA: Un rpg de acción muy en la onda eurojank, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva.
LO BUENO: El cooperativo en general, y que hayan metido la opción de pantalla partida en particular. La historia. La ambientación y arte en general.
LO MALO: Falta importante de pulido, en especial en el combate. Muchos bugs, de distintos tamaños y colores. El sigilo (¿para qué?)
Este análisis de The Last Oricru fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.

Gustavo Sobrero, alias El Cenizas, es Secretario de Redacción de [IRROMPIBLES] y fundador de la Iglesia Savathûnista. ¿Tienen dos minutos para que les hable de Savathûn, que es el Camino y la Salvación? Pueden seguirlo en Twitter (@ElCenizasWTF) y en Instagram (@el_cenizas).
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