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Irrompibles vs. Freelancer

IRROMPIBLES VS. FREELANCER
HOY PRESENTAMOS: COMO DESCUBRIR A UN COBARDIKA ESPACIAL

Hacía prácticamente dos semanas que no jugábamos a nada. Una situación atípica para nosotros, sobre todo después de la tremenda confesión pública de Rolo.
Por primera vez en la historia, admitió públicamente que fue un colador bajo mi metralla.
Por primera vez, ese pekenio y despreciable pirata me había enternecido.

Tal fue la ternura que me generó este monigote afeminado, que decidí que nuestro próximo encuentro sería como compañeros de armas.
Por ahora no tenía ganas de volver a matarlo, pero sólo por ahora. Después de una noche de infructuosos intentos de Hidden & Dangerous Deluxe, junto a nuestro amigo TK421 (al cual acusamos injustamente de haber sido el saboteador de nuestra importantísima misión), decidimos mudar de fichín. Esa no era una noche favorable. El maldito juego se empecinaba en kikearnos en cada una de las partidas de manera aleatoria.
Perdimos dos horas y media de emoción y picor, perdimos la oportunidad de salvar al mundo de la amenaza nazi.
Anoche fui feliz a pesar de mi cansancio. Anoche surcamos juntos el espacio de Freelancer en dos vetustos cacharros. Anoche fuimos héroes. Después de 15 minutos perdidos y 4 refresh en el listado de servidores multiplayer, no encontramos el único servidor del país, así que una vez más yo sería el server. Una tontería teniendo en cuenta que se arma con un programita que corre independientemente del juego (una buena idea, si el juego se cuelga nuestros amigos no van a quedar en el limbo, porque el servidor sigue funcionando), es muy sencillo de configurar y en 5 minutos estábamos juntos en la base del Planeta Manhattan.
Con nuestro tímido piloto nivel 1 volamos tres misiones sin problemas por el sistema de New York, y nos hicimos de unos dinerillos… bueno, si no fuera por un pekenio incidente que voy a pasar a contarles. Un capítulo oscuro en nuestra historia, una de esas historias que preferiremos olvidar.

Atrápame si puedes (Moki’s cut)

Teníamos que destruir un escuadrón de bandidos que estaban sacudiendo un sector a unos 10 K (nunca supe qué medida es esa, pero tampoco importó demasiado). Era la primera misión liderada por mi paliducho amigo, al cual busqué en el espacio al despegar de Manhattan. No lo encontré y tratando de buscarlo viajé por una de las vías rápidas hasta la estación espacial más cercana. Yo me desesperaba pensando que el muy ladino se había ido solo en busca de la acción. Bien podía dejarme abandonado, ya que al aceptar él la misión era el único que conocía realmente el camino. Mi único trabajo era seguir su peludo trasero, y en el espacio no es nada fácil encontrar a alguien por sus olores rectales, los trajes no dejan respirar. Fue entonces cuando escuché la gangosa voz de Rolo:

¿Pero dónde coño estás, miko del agua?
Oh, lo siento, pekenio –respondí–, es que no te encontré al salir y tomé por la vía rápida hasta la estación ésta del ano que se llama nosécomo.
¡Ay, Dios! ¡No te muevas de ahí, voy para allá!
¡Rosher Kosher! (esa es una de esas palabras que usan los pilotos y que nos encanta deformar.)

Pero jamás nos encontramos. Mi pánico fue más grande que mi hombría, mi temor superior al porte de mi bragueta y mi valentía tan débil como mi esfínter. Un escuadrón de ocho naves se me tiró encima con todo lo que tenía, lásers, phasers, bolas de caca, insultos, todo.
Sin dudar un segundo, encendí mi turbo y huí. Olvidé que tenía una misión, olvidé que tenía honor, olvidé el dinero, y… olvidé a Rolo.
Cuando estaba a mitad de camino entre la balacera y nuestro verdadero destino, empecé a escuchar los gritos de mi compañero:

¡¿Pero dónde estás?! ¿Ahhh, puta qué es esto? ¡EMBOSCADAAA! –chilló el mico.

Luego, silencio. La cobardía me hizo abandonar a mi compañero. Yo no merecía la chapa de Irrompible. Y no fueron los gritos desesperados de Rolo pidiendo auxilio los que me hicieron mover, fue una de las frases que dijo: “¡Ven aquí, rata! UN IRROMPIBLE NUNCA HUYE”. Di media vuelta y regresé a toda velocidad. Rolo volaba desesperado en círculos tratando de huir de la catarata de balas. Corrí a ayudarlo y me cargué trabajosamente a cuatro de las ocho naves. Cuando correteaba a la quinta, algo me golpeó y me hizo girar 180º mientras escuchaba “¡ESA ES MIAA!”. Rolo me había golpeado con el casco de su nave en la desesperación, así como las viejas se dan con los changuitos en el supermercado. No tuve demasiado tiempo para insultarlo, tenía que sacarme a una cucaracha enemiga de la espalda.
Cuarenta segundos después, vino la calma y se me ocurrió tomar una captura de pantalla.
El “OURROR”: mi máquina se colgó por casi un minuto. Justo cuando estaba a punto de resetear, volvió a la vida en un estertor agónico y seguí volando. Rolo había desaparecido. Le grité a través del Game Voice, desesperado, y él me dijo que me esperaba próximo a la estación espacial para volver juntos.
Mientras me acercaba a él, mezclaba insultos por mi cobardía y alabanzas por mi performance durante la batalla. Para rematar la torpeza de la misión, volví a poner mi nave en formación y cuando él intentó aterrizar en Manhattan olvidé soltarla. Con ourror vi cómo mi estupendo piloto se quemaba entrando al planeta al mejor “estilo supositorio” (por el orificio equivocado).
Gracias a Dios sólo perdí las cosillas que había hurtado a las naves abatidas. Lo más importante, el dinerillo, estaba en nuestras abultadas billeteras.

Conclusiones de mico

Después de esta confusa batalla pudimos sacar las siguientes conclusiones:

A) Rolo tiene más valentía que puntería.
B) Moki tiene puntería porque hace el server y el coraje lo abandona como el desodorante en un día de verano.
C) Nuestras naves apestaban y teníamos que hacer algo al respecto. Jugar misiones de hombres o dedicarnos al Ludomatic.
D) Descubrimos que el lema de Rolo debería tener un nuevo inciso, algo así como:

1) “Si se rompe no es Irrompible“.
2) “Ser Irrompible no impide ser cobardika“.

 

 

Por Sebastián Miko Di Nardo
Marzo 2003

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