El fin de la adolescencia
¿Cuál es el tono más apropiado para las aventuras de Sonic? ¿Tiene sentido permitir que Sonic Team siga haciendo juegos del erizo azul? ¿Es hora de entregar las llaves a otro estudio y traer sangre nueva a la franquicia? Esas son las preguntas que Sonic Frontiers no viene a contestar, sino a complicar más su respuesta.
Aunque el reinado de Sonic es indiscutible en lo que respecta a sus juegos en dos dimensiones, suele ser moneda frecuente en las redes burlarse de la incursión de Sonic en el 3D, a pesar de que varios de sus títulos en este ámbito también fueron exitosos o al menos, bien recibidos.
El problema es que para una franquicia de tanto renombre, un tropezón termina siendo tremenda caída. A diferencia del plomero de Nintendo, que aún en sus puntos más bajos siempre cumple, el erizo azul cada tanto suele mandarse algún notorio pifie, un lujo que a esta altura ya no se puede dar.
Todavía nos estábamos recuperando tanto de la tremenda embarrada del 2006 que ni vamos a nombrar, como de los “segmentos de lobo” de Sonic Unleashed en el 2008, cuando llegó Sonic Colors en el 2011, un regreso a las formas que nos devolvió a las esperanzas. En el 2013 nos dieron Sonic Lost World con un volantazo nintendero que, sin ser una aberración, se sintió más como un desvío que un paso en la dirección correcta. El derrape vino en 2017 con Sonic Forces, un desafortunado compendio de malas y buenas ideas que tiró por la borda el momentum del erizo, haciéndonos sentir que el Sonic Team no tiene mucha idea de cómo evolucionar la jugabilidad del héroe azul.
Y sin embargo, lejos parece estar SEGA de quitarles de las manos su más grande creación que da nombre al estudio. Luego de cinco años de trabajo, llega Sonic Frontiers para demostrarnos la importancia de ponerse de pie y seguir corriendo.
Relato de dos mundos
Los primeros minutos del juego nos reciben de una forma familiar, con el erizo y sus amigos metiéndose en problemas como siempre. Siguiendo la señal de las Chaos Emeralds, Sonic, Tails y Amy sobrevuelan Starfall Islands cuando un vórtice misterioso los envía al Cyber Space. La acción nos deposita entonces sobre una recreación de Green Hills, en un escenario que se juega de la misma forma que en juegos anteriores, a toda velocidad y con los problemas de física y diseño de niveles que estamos acostumbrados.
Pero cuando Sonic logra liberarse del entorno cibernético, nos encontramos con la realidad: esta no es una aventura ligera y colorida como en Colors, ni tampoco está de nuevo teñida por una distopía infantil como en Forces. Este nuevo escenario se presenta sobrio y melancólico, casi como si Sonic fuese depositado en el mundo real, si el mundo real se viera como una demo técnica del Unreal Engine.
A no confundirse, que Sonic Frontiers corre bajo la segunda iteración de un motor propietario, uno que se viene puliendo desde hace más de diecisiete años. Esto se puede apreciar en los detalles de iluminación subrayados por su ciclo día-noche.
Luego de desplomarnos sobre el suelo, nos encontramos con que la jugabilidad principal está formada por zonas abiertas (llamarlo “mundo abierto” es un poco mucho, pero va por ese lado). Esto nos da la libertad que varios prototipos creados por fans intentaron permitirnos antes: correr por escenarios gigantescos, alcanzando objetivos a kilómetros de distancia en pocos segundos, con nuestro protagonista pudiendo desplegar toda su velocidad.
Es inevitable sentir un poco de tedio con otro intento de contarnos una historia dramática en el contexto de un universo que parece necesitar lo contrario, pero la pluma de Ian Flynn (quien sabe bien abarcar este tono en los cómics del erizo) consigue lentamente interesarnos en su narrativa. Así, nos encontramos con una exploración de la esencia del protagonista a través de la verborragia de Sage, la IA enemiga creada por Eggman que nos irá vigilando a lo largo de la aventura y comentando todo lo que ve. Los diálogos de Sonic y sus amigos, principalmente con Tails, tienen una clara intención coming-of-age que para los jugadores más adultos de la franquicia puede resultar gratificantes.
Los secretos del combate
La amenaza principal son unos robots mucho más amenazadores y orgánicos que los que Robotnik puede construir: están por todas partes y nos atacan de las formas más hostiles. Cada isla es custodiada por uno o más Titanes, que son gigantes y requieren de nuestra habilidad para treparlos y alcanzar su punto débil. Si les suena a Shadow of the Colossus, no es de extrañarse, porque tanto la historia como la jugabilidad tiene algo de inspiración en este clásico que a su vez supo inspirar otros clásicos modernos como The Legend of Zelda: Breath of the Wild, otro fichín con el que es inevitable hacer ciertas comparaciones estéticas (y hasta sonoras).
La clara diferencia es la velocidad que el protagonista de este juego puede alcanzar con sus propios pies, algo a lo que se saca bastante provecho. Sonic no necesita subirse a un caballo: puede recorrer la isla de una punta a la otra en cuestión de segundos. Moverse de una misión a otra es mucho más placentero que en otros escenarios abiertos, siempre que no perdamos el control y terminemos cayendo por un acantilado.
Para combatir a estos enemigos Sonic puede recurrir a nuevos ataques, que podemos ir desbloqueando a medida que juntamos Puntos de Habilidad. La creatividad puesta en las batallas se desperdicia en ciertos momentos que sólo requieren presionar el botón correcto en el momento indicado. Si no nos interesa aprender a combinar los distintos ataques, podemos desbloquear el autocombo y dejar que el juego lo haga por nosotros.
Además de lo relativo a la celeridad, otra cosa que distingue a Sonic de otros juegos es su sistema de salud, que se traslada con éxito a esta aventura. Mientras tengamos anillos en el contador, estamos a salvo, pero los perdemos todos si un enemigo nos golpea. En ese momento, es clave recobrar aunque sea uno porque si recibimos otro impacto, no la contamos. Los anillos están dispersos por todo el escenario, aunque también podemos obtenerlos a través la habilidad llamada Cyloop, a nuestro parecer la más divertida y con la que nos vamos a pasar más rato experimentando que con cualquier otra.
El Cyloop es un trazo que deja Sonic en el suelo cuando corre: si le damos cierre al trazo solapándolo consigo mismo, se convierte en anillos, puntos de habilidad y hasta Tokens con los que desbloquear diálogos y misiones que avanzan la narrativa.
Cánticos de una dificultad lejana
El objetivo principal de cada isla es desbloquear las esmeraldas, convertirse en Super Sonic y derrotar al Titán principal que la custodia. Pero para liberarlas hacen falta llaves, que pueden obtenerse, entre otras formas, venciendo niveles en el Cyber Space. Estos se acceden a través de portales escondidos en el escenario y son, como el que nos recibe al iniciar el juego, escenarios tradicionales que recrean zonas populares de la historia de la franquicia como Chemical Plant o Sky Sanctuary.
En el caso de los Tokens, lo normal es obtenerlos tanto resolviendo secciones de rieles repartidas por todo el cielo de la isla, como resolviendo puzzles que nos encontramos en el camino. Todos los desafíos son bastante sencillos: suelen no representar un gran desafío intelectual, o en el caso de ser de habilidad, se nos da tiempo de sobra para completarlos.
Otra manera de conseguir ítems clave es un minijuego de pesca, de la mano de Big, por supuesto. Vamos a necesitar Fichas de Pesca que, por suerte, pueden encontrarse por ahí. Con los puntos obtenidos podemos comprar en la tienda del gato gigante. Está claro que la idea detrás de esto es que nada nos impida completar la historia.
Es posible mejorar las habilidades de Sonic, ya sea velocidad, capacidad de anillos, fuerza y resistencia. Para los dos últimos, requerimos unas semillas que podemos encontrar de muchas formas. En cuanto a lo primero, es necesario hallar Kocos, unas criaturas similares a los Koroks de BOTW pero con inspiración de los haniwa japoneses.
En cuanto a inspiraciones de BOTW, de paso, hay que hablar de la lluvia de estrellas que aparece cada tanto para resetear los enemigos de la zona. Este evento deja por toda la zona unos meteoros que podemos recolectar y usar como fichas para un tragamonedas que se juega solo y ocupa demasiada pantalla, pero que nos puede hacer ganar muchas Fichas de Pesca.
Una odisea especial
El apartado musical amerita una mención aparte, pasando por varios géneros, incluyendo unas pistas heavy metal ideales para combatir con los Titanes (aunque no siempre estén ahí).
En cuanto a lo visual, el motor hace un buen trabajo en reflejar el realismo de los escenarios y el efecto de la iluminación de los mismos. Esto es, claro, si estamos experimentando la versión de última generación. Nosotros tuvimos la fortuna de jugarlo en Xbox Series X, donde se nos ofrece en 4K a 30 FPS pero podemos configurarlo para que pase a 60 FPS en 1080p (recomendado). Versiones como las de PS4 y Xbox One pierden mucho de la magia: la de Nintendo Switch duele mirarla.
Hablando de configuración, el menú de Opciones del juego es de lo más variado, permitiéndonos adecuar la jugabilidad a nuestras preferencias. Es posible modificar la forma en que controlamos a Sonic como su velocidad, aceleración y arranque, entre otras; también podemos establecer la velocidad, eje y distancia de la cámara, algo que recomendamos hacer de inmediato.
El juego tiene varios niveles de dificultad y es posible pasar de uno al otro en cualquier momento. Ninguno es realmente muy desafiante, y a veces se siente que el juego nos subestima. La batalla “final” puede resultar anti-climática, hasta que descubrimos que el verdadero combate (que ni siquiera es un combate) se esconde detrás de la mayor dificultad, una decisión tan curiosa como inentendible. Luego de terminada la campaña principal podemos volver a visitar las islas para juntar los coleccionables, como también rejugar todos los niveles del Cyber Space.
Sonic Prime
Es difícil definir a Sonic Frontiers en pocos términos. Los nuevos elementos que introduce a la franquicia, aunque se sienten derivativos, logran traer frescura y entretenernos. La posibilidad de correr con libertad por terrenos abiertos a toda velocidad es un sueño cumplido, pero el costo de que esto sea posible es el de tener escenarios vacíos, sombríos y genéricos.
La historia logra transicionar la narrativa de la eterna adolescencia a un terreno más adulto, sobre todo con la ayuda de los nuevos robots enemigos de tinte evangelionesco, sin perder el espíritu de los personajes. Su conclusión se siente como un cierre de etapa, pero hay que preguntarse si la siguiente narrativa planea respetar estos logros.
Los niveles del Cyber Space, metidos a la fuerza, se sienten como si el Sonic Team no pudiera terminar de soltar esa antigua jugabilidad. Sonic Frontiers termina queriendo ser un montón de cosas y logra unas cuantas. Es posible que algunos jugadores que no terminan de sentirse cómodos con las anteriores entregas puedan hallarse más a gusto con este enfoque.
El Sonic Team demuestra con Sonic Frontiers que aún tiene algo de visión para el erizo, pero la pregunta sigue siendo si realmente es necesaria una dirección tan estricta, o si es posible que mientras tanto otros estudios pongan sobre la mesa nuevas propuestas y veamos al héroe azul navegar otros estilos y estéticas.
No estamos seguros si Sonic Frontiers es el juego que la franquicia necesitaba en este punto, pero sí podemos concluir que es un fichín que con el pasar de las horas logra ganarse un lugarcito en nuestro corazón. Despacito. Muy lento. Oh, la ironía. [i]
DESARROLLADO POR: Sonic Team
DISTRIBUIDO POR: SEGA
GÉNERO: Plataformas, acción, mundo abierto… ¿RPG? (ponele)
DISPONIBLE EN: PS5, PS4, Xbox Series X|S, Xbox One, Nintendo Switch, PC
QUÉ ONDA: La nueva aventura en 3D de Sonic trata de destacarse con un “mundo abierto” y una historia más adulta, sin soltar la mano de viejos vicios que terminan dando un resultado desparejo pero con buenas intenciones. ¿Un sprint en la dirección correcta?
LO BUENO: El aspecto narrativo, la iluminación el nivel de personalización de los controles y la cámara para adecuar la experiencia a nuestra preferencia.
LO MALO: Los mundos se sienten vacíos, la jugabilidad de los niveles Cyber-Space puede ser frustrante, minijuegos que se sienten fuera de lugar, los puzzles podrían ser más desafiantes.
Este análisis de Sonic Frontiers fue realizado a través de un código de Xbox Series X provisto por sus desarrolladores.
Santiago Figueroa, alias Morton, fue durante unos años el Jefe de Redacción de [IRROMPIBLES]. Ahora es padre y vive en otro continente. Es fan de Sonic. También sabe hacer juegos y pelis. Pueden ver sus locuras en YouTube, o por Twitch, o vigilarlo por Twitter como @aliasmorton.
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