La madre no le propinó abrazos suficientes
En la vida real, un tal H.H. Holmes construyó un hotel con paredes movedizas, trampas mortales y torturas reinventando el check-out a la manera en que lo gestionaría Freddy Krueger. No es broma: dicho Holmes es considerado el primer asesino serial en la historia de EEUU. Su hotel, en donde fueron exterminadas casi doscientas almas, es hoy conocido como el Castillo del Horror.
En The Devil in Me, el misterioso arquitecto Du’Met recreó aquel “parque de diversiones” del Averno en un islote solitario. El quinteto de personajes que encarnaremos integra el staff de un programa mediocre de documentales, y Charlie Lonnit, su director, cae en la tentación: seguramente, un episodio filmado allí va a salvar a su productora. Más bien, todo se vuelve un “sálvese quien pueda” antes de que lleguen a probar el hidromasaje.
Masoquistas, reloaded
Les habíamos adelantado en nuestra preview de esta cuarta —y final— entrega de The Dark Pictures Anthology: The Devil in Me, que el juego metía miedo. Es evidente que alguna parte depravada nuestro sentido del deber es más fuerte. Por eso regresamos a la isla por ustedes, llevando, esta vuelta, varios pares extras de ropa interior y de lompas. No nos alcanzó. El juego completo es terrorífico, de los que pocas veces hemos tenido posibilidad de padecer. Dante dijo “vosotros, los que entran, abandonen toda esperanza”… Amigos gamers, ésa es la frase que mejor define este fichín endemoniado. Están advertidos.
Si bien la Preview nos lanzaba de lleno a la mansión de Du’Met, The Devil in Me arranca con el hotel original. Finales de 1800, hermosa época Victoriana, un hermoso día y una hermosa parejita de recién casados. Se ve que el novio buscó los descuentos del fin de semana porque, para su luna de miel, caen al Castillo del Horror. Un empático y bondadoso H. H. Holmes se conmueve con sus nupcias y les ofrece, sin costo adicional, la suite imperial. Sí, hay gato encerrado (la versión alternativa, más Poe y sin paradoja, del gato de Schrödinger). Por si la ironía no quedó clara les damos otra pista: en el medio hay un logro desbloqueable, pero no es “vivieron felices y comieron perdices”.
Este breve episodio introductorio es poner un pie en la cloaca. Servirá de tentempié para darnos cuenta de qué es capaz este truhan, y del tipo de peligros que nos depara el juego. Porque, si bien nuestro antagonista en The Devil in Me nunca podría ser el histórico H. H. Holmes (la acción transcurre en el presente), pareciera tratarse de un entusiasta nieto lejano. No solamente vestirá como el original, sino que también llevará puesta una máscara bigotuda, basada en su rostro. El “sutil” contador de muertes en el rellano de la escalera enseguida demuestra que superó el high score de su modelo. ¿Seremos capaces de darle el game over? Para patearle el tablero, no debemos distraernos ni un poco.
The Devil in Me: más que el costado malo, es 100% hijo de perra
Si Supermassive Games se propuso cranear la entrega más sangrienta y desesperante de la saga, lo consiguió con laureles. El hotel de Du’Met recuerda a la película El cubo: una sala de escape gigante, mortífera, modulable, sumado a un Jason Voorhees al asedio. Nuestros esfuerzos se concentrarán en dejar la mansión a nuestras espaldas, la isla, y quizás mejor toda Estados Unidos de América. Para eso debemos ir tomando decisiones minuto a minuto, resolver minijuegos, zafar de algunos QTE aunque, principalmente, ser astutos. Cada movimiento que demos es observado. El enemigo siempre estará un paso adelante, y eso se siente en carne propia.
Tener la mente fría en un contexto de amenaza continua implica un desafío extenuante. La opresión, la claustrofobia, la impotencia nos tocan el hombro todo el rato. Por si fuera poco, cuando no estamos lisa y llanamente escapando del asesino, nos topamos con cosas peores. Locaciones terroríficas, cadáveres mutilados, elaboraciones morbosas. Habitaciones y sótanos irán dando cuenta de los hobbies y quehaceres domésticos de este aplicado malnacido. Sus anotaciones, experimentos y “obras de arte” pondrán nuestra piel de gallina (como mínimo). Con los pelos de punta, en eso lo oiremos venir y debemos escondernos ipso facto. En estas secuencias notaremos que el escondrijo no siempre es obvio, por lo que correr por un sótano buscando alguna buena sombra mientras el asesino nos pisa los talones hará trepar la adrenalina en sangre. Gamers con marcapasos, abstenerse.
Asustar cada vez mejor: todo un oficio
La presente entrega es superadora en muchos aspectos. Sin dudas, es la que más lejos nos pateó el alta de terapia. Primero, porque su horror ataca cobrando diferentes fobias (hay para todos los gustos). Pero también acá encontramos novedades que enriquecen la jugabilidad con destellos interesantes. Por ejemplo, los personajes disponen de ítems únicos, y padecen sus propias debilidades. Mark, el cameraman, sufre de vértigo; Erin, la sonidista, tiene ataques de asma; Charlie ve un paquete de cigarrillos y se tira de palomita. Sí, todo esto tiene peso en la trama. Las patologías también funcionan como adversidades que debemos superar para mantener a los personajes con vida.
En cuanto a los ítems, basta decir que los mismos nos permitirán abrirnos camino en la mansión, ya sea para hacernos de objetos, ayudarnos en la orientación o alcanzar nuevas áreas. Es evidente que Supermassive Games tomó todo lo que funciona en las entregas anteriores, lo mejoró y lo expandió. En The Devil in Me hasta podemos desplazar muebles para usarlos de escalera, o revelar conductos en paredes y suelo. Y la buena noticia es que no siempre el avance es lineal; descubrir un camino alternativo nos puede salvar el pescuezo. A abrir bien esos ojitos de gamer desvelado (los que tienen más de treinta, no se hagan los pendeviejos y lleven anteojos con aumento al día).
Otro aspecto positivo: el juego va a al grano. Nada de secuencias en donde surgen conversaciones de relleno para narrar backgrounds inútiles que a nadie le importan. ¿Así que te sale bien el Jambalaya? Irrelevante, amigo (pero después mostrame dónde guardás el recetario). En The Devil in Me la trama se centra en la exploración, las ganas de llegar a ver otro amanecer, y las decisiones inteligentes. Y acá va un consejo de mico fiel: no hagan nada que no harían en la vida real. Ergo, cuando un asesino enmascarado del tamaño del ropero de la abuela se nos viene encima, navaja en mano, rehuyamos la opción “lero, lero, a que no me alcanzás, gordito fulero. ¡El último es cola de perro!”. Acá, perro que ladra, nunca podrá volver a hacer ni miau.
No nos une el amor, sino el espanto
Aunque la desesperación por mantenernos vivos será el leitmotiv de la mitad de nuestra adrenalina, la otra parte tiene que ver con entender qué hay detrás. ¿El asesino quién es? ¿Por qué tanto trabajo y guita invertida, y por qué eligió a H. H. Holmes como su “líder espiritual”? ¿Qué le pasó en la vida para empezar torturando insectos pequeños y terminar en las Grandes Ligas? Juntando pedazos de info podremos ir reconstruyendo el monstruo de Frankenstein, y en la medida en que avanzamos en la investigación nos entusiasmaremos más.
Por suerte, The Dark Pictures Anthology: The Devil in Me no falla: la historia está. Quizás sea difícil descubrir la verdad cuando queremos mantenernos pegados al grupo y zas, una pared surge de golpe dejándonos aislados. O cuando el piso cede bajo nuestros pies al mejor estilo Prince of Persia. O cuando abrimos la puerta de nuestra habitación y nos topamos con una pared de ladrillos… La verdad os hará libres, dijo Jesús. Y vuestro humilde servidor Santos añade: sí, pero primero salgamos de la mansión Du’Met y después comparamos deducciones, ¿te va? Soldado que huye sirve para otra guerra. [i]
DESARROLLADO POR: Supermassive Games
DISTRIBUIDO POR: Bandai Namco Entertainment
GÉNERO: Novela visual, drama interactivo, terror.
DISPONIBLE EN: PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series X/S, PC.
QUÉ ONDA: Un grupo de cineastas se hospeda en una mansión aislada, tributo a aquel viejo hotel en donde otrora se despacharon a un sinnúmero de huéspedes. Lograr el mejor documental de tu vida puede ser también lo último que se haga. Es la cuarta y última entrega de la saga The Dark Pictures Anthology, inspirada en hechos reales.
LO BUENO: No sé si es bueno, pero la van a pasar mal. Por el lado simplón, los personajes están bien caracterizados y actuados, fundamental en tramas dependientes de sus interacciones, entre ellos y con el entorno. Poseen objetos únicos otorgándoles habilidades independientes. Los gráficos (UE4), el sonido, el nivel de detalle. Una mansión tramposa y casi tan temible como el antagonista.
LO MALO: Va en desmedro de la inmersión una mejorable animación de las bocas al hablar. El recurso de los jumpscares ya es un cliché que muchos odian más que a la suegra tocando el timbre un domingo a las diez de la mañana. Los ítems especiales de los personajes quizás no están bien equilibrados entre sí.
Este análisis de The Dark Pictures Anthology: The Devil in Me fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.
Diego “Santos” Reig, diseñador, escritor, amante de la cocina y gamer a ultranza. Ávido de placeres espirituales, busca la sabiduría al final de un libro, en el fondo de un plato (o copa de tinto), y al trascender las vicisitudes de un videojuego. Sus pasiones en la virtualidad son las aventuras gráficas, los juegos de rol, y engordar monstruos feos a base de plomo binario. Instagram.
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