Espejismo, espejismo… ¿Cuál es el formato más lindo del reino?
Bienaventurados aquellos que estuvieron enojados por el giro jugable de las últimas tres entregas. Assassin’s Creed: Mirage es, en resumen, un retorno al pasado de la saga. ¿Qué tan bueno es esto? Depende mucho de saber si ese anhelo de volver a las raíces tenía que ver con la nostalgia o con, de verdad, recordar y añorar mecánicas pasadas. Porque, si hay una frase que quedó resonando en mi cabeza luego de terminar Mirage, es “cuidado con lo que desean”.
Assassin’s Creed: Mirage gira en torno a Basim Ibn Ishaq —Basim pa’ lo pibe—, un personaje que cobró mayor importancia en Assassin’s Creed: Valhalla. Sin entrar en demasiados detalles (y spoilers), juega un papel fundamental en la mitología. Es la reencarnación de un Isu —raza de semidioses de la saga—, que fue considerado un Dios nórdico, más precisamente, Loki. Se sintió traicionado por los otros Isu, ya que durante siglos fue encerrado en una simulación de la que no podía escapar. Sobre el final de Valhalla, por una serie de movidas místico-tecnológicas, no solo recobra su libertad, sino que termina caminando entre nosotros en el mundo moderno.
Es evidente que será el punto por donde gire la historia en las próximas entregas, en especial con aquellos acontecimientos que tengan lugar en el presente. Por ello era tan importante visitar los orígenes del personaje, que arranca en Bagdad durante el siglo IX. Aquí es un simple ladrón, que anhela con entrar en la hermandad de los Asesinos, conocidos como los “Ocultos” por aquel entonces.
Mientras ejecuta un robo, con el único propósito de congraciarse con la hermandad, las cosas salen muy mal. De pronto pasa a encabezar la lista de los “Baghdad most wanted” y no le queda otra más que escapar, ayudado por los asesinos. A raíz de esta persecución, de forma colateral causa muerte y dolor en su entorno. Una culpa que lo perseguirá al tiempo que nutrirá un profundo deseo de venganza. La hermandad termina por hacerle un lugar y entrenarlo (¡Sí! ¡Con montaje ochentoso de entrenamiento incluido!). Eventualmente, un hermano asesino desaparece en la ciudad y toca volver, oportunidad que no desperdiciará para cobrar las deudas pendientes.
Todo vuelve
Está claro que hay dos grandes divisiones en los fans de la saga: los que aceptaron el cambio y los que no. Por supuesto, luego hay subdivisiones, como los que quieren una experiencia más corta e intensa, frente a los que buscan cantidades industriales de horas, sin importarles mucho el nivel de calidad de ese contenido.
Para comenzar a dar una idea, Assassin’s Creed: Mirage dura unas 15 horas, algo que podría estirarse a 20 horas si nos ponemos obsesivos. En lo personal, si bien acepté de buen gusto el cambio jugable de entregas previas, prefiero esta duración. Por supuesto, con el recorte de horas, es todavía más necesaria la inclusión de actividades complejas y novedosas, sin descuidar una narrativa intensa e interesante. El primer problema con el que me encontré es que estos dos apartados no cumplen con las condiciones.
Si bien esta entrega es un agregado interesante para los que seguimos el lore, esta vuelta a los orígenes es demasiado literal. Es como si Ubisoft quisiera decirnos “esto es con lo que vienen jodiendo. Acá tienen, ¡a ver si siguen quejándose ahora!”. Porque parece un título desarrollado para simplemente calmar la sed de sangre, hecho sin muchas ganas. No hay prácticamente nuevas mecánicas, vueltas de tuerca o incluso actividades que lo separen de los primeros juegos. Incluso, tendría que referirme a esto en singular. Es decir, “del primero”, porque se siente muchísimo más simple que la saga de Ezio.
Con carpa y silbando bajito
Y cuidado, que amo y acato con placer un planteo donde manda el sigilo. De hecho, el sistema de combate es muy torpe como para enfrentarnos a más de dos enemigos al mismo tiempo. Planificar los asesinatos y hacerlos sin levantar la perdiz es completamente necesario. El problema es que, luego de efectuar los primeros tres encargos, se vuelve muy repetitivo. Explorar el área con el águila, marcar a los enemigos, eliminarlos uno a uno y vueeelta a empezar. Y todo esto con una inteligencia artificial que se mete crayones en la nariz.
Por otra parte, el juego contempla un sistema de progresión, tanto para Basim como para su equipamiento. Llega un punto en que nos volvemos tan poderosos que ni siquiera hace falta asesinar cuerpo a cuerpo. Basta con tirar un cuchillo que disuelve los cuerpos y aquí no ha pasado nada. Básicamente, las fuerzas del orden asumen la postura clásica y ya demasiado arcaica: Si había diez guardias y ahora no hay ninguno… fingimos demencia y le damos para adelante.
Además, como mencionamos antes, una duración menor necesita de una narrativa potente. Y aquí ocurre que la historia no está mal, pero la manera en que se avanza en el juego un poco la arruina. Esto es porque todo gira en torno a descubrir y asesinar a los líderes de la facción rival. No obstante, al no conocer sus identidades, debemos realizar una serie de investigaciones para desenmascararlos. Algo que nos recuerda a entregas pasadas y, en principio, nos entusiasma.
Sin embargo, el problema es que, en un punto, el árbol de investigación se abre demasiado y comienzan a llover varios datos pequeños de más de un blanco. Se arma una ensalada. Para rematar, Basim llega conclusiones demasiado fáciles y rápidas, haciéndonos perder el hilo y dejándonos en posición “meme de Travolta confundido”. No es raro que descubra la identidad de un enemigo de un saque, solo porque le gusta vestirse con ropas de seda y comer ñoquis con salsa fileto. ¡Pará un poquito, Bruce Wayne!
Rock the Casbah
Por otra parte, hay un tema que se suma a la extrema simpleza de las actividades (que tampoco son muchas y en absoluto novedosas). Tiene que ver con la exploración de Bagdad, donde no encontré demasiados motivos para invertir mi tiempo en ello. No solo porque no hay recompensas significativas, sino porque es todo igual. Quizá hay una búsqueda de representar la ciudad tal cual como era en esa época, sin incurrir en “licencias poéticas”. Como sea, atenta contra la variedad y diversidad de escenarios. Todo parece igual.
Con todo, no estoy diciendo que la vieja fórmula no pueda volver a funcionar, sino que ya no puede funcionar así. Assassin’s Creed: Mirage no es un mal juego, pero es uno que continúa —casi sin cambios— una propuesta que tiene más de quince años. Se puede volver a disfrutar de las viejas mecánicas, incluso la del parkour, que aquí tiene más preponderancia (aunque sigue sin funcionar como uno quisiera). Entre otros grandes éxitos que vuelven, nos podemos encontrar con el bajar la notoriedad, rompiendo carteles o sobornando. O mismo el robo a los inocentes transeúntes, base del ahorro de un buen asesino. Pero, aún con el repertorio de clásicos, no alcanza. Se siente como un remaster del primero, más que como un juego nuevo.
Por otra parte, hay que decir que gráficamente está muy bien, corre sin problemas (¡y casi sin bugs!) en PC, todo al mango con una 3080, aun con la cantidad enorme de gente dando vueltas. El arte y la música acompaña perfecto a la ambientación y, de alguna manera, maquilla y hace más llevadero el hecho de que todas las calles se vean tan parecidas.
En conclusión, Assassin’s Creed: Mirage termina siendo un buen juego, pero podría ser mucho más. En especial poniendo un poco de esmero en los apartados que marcamos más arriba. Quizá no todo el tiempo pasado fue mejor; sin embargo, aquí, sin duda, quedó mucho margen para serlo. [i]
DESARROLLADO Y DISTRIBUIDO POR: Ubisoft
GÉNERO: Acción y aventura
DISPONIBLE EN: PC, PS5, Xbox Series X|S.
QUÉ ONDA: Cuidado con lo que desean.
LO BUENO: El sigilo manda. Buen desempeño y casi sin bugs. Personajes interesantes y grandes actuaciones de voz. Si estaban deseando una vuelta al origen, sin importar el costo, probablemente lo amen.
LO MALO: La fórmula del original, sin muchos cambios, ni nuevas o interesantes actividades. La narrativa se rompe por el esquema del juego.
Este análisis de Assassin’s Creed: Mirage fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.
Gustavo Sobrero, alias El Cenizas, es Secretario de Redacción de [IRROMPIBLES] y fundador de la Iglesia Savathûnista. ¿Tienen dos minutos para que les hable de Savathûn, que es el Camino y la Salvación? Pueden seguirlo en Twitter (@ElCenizasWTF) y en Instagram (@el_cenizas).
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