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Unicorn Overlord [REVIEW]

Unicornio tecknicolor

Vanillaware viene trabajando como desarrollador de videojuegos desde mediados de 2000. Pero no fue hasta 2013 que me enamoró, con un juego que me rompió la cabeza. Se trataba de Dragon’s Crow, un RPG que hacía todo bien desde lo jugable, pero que además “pasaba el trapo” desde el arte. En ese momento consolidó algo importantísimo para cualquier desarrollador: una impronta inconfundible. Es por ellos que, cuando presentaron Unicorn Overlord, me conquistó a primera vista. Pero, ¿duró el amor? Ya les cuento… 

Unicorn Overlord está ambientado en el mundo de Fevrith, a pura fantasía épica. Nos encontramos en un momento de gran agitación política, con la Reina a punto de ser depuesta. Y por “depuesta”, entiendan la bonita costumbre medieval de “pasar por la espada” a ella y toda su descendencia. Una práctica que no nos resulta para nada conveniente, ya que asumimos el papel de su hijo, el príncipe Alain.

Así, cuando el responsable máximo de la rebelión, el General Valmore, llega a las puertas del castillo, la reina toma una decisión extrema. Le encarga a un caballero de su máxima confianza —Josef, nuestro mentor— que nos ayude en la huida y nos proteja, mientras desaparecemos por un tiempo prudencial. Por supuesto, llega el momento en que la sed de venganza y justicia se hace demasiado fuerte. Así, emprendemos una nueva rebelión, una campaña militar con el objetivo de deponer al villano.

Piedra, papel, tijera, Lagarto o Spock

Una de las primeras cosas que sorprenden, por más de un motivo, es el sistema de combate. Si bien podemos explorar el mapa con bastante libertad, al iniciar una batalla estos los límites se acotan. No solo geográficos, sino que también disponemos de un tiempo límite para conseguir la victoria. El movimiento de las tropas se efectúa en tiempo real, aunque existe una muy bienvenida función de pausa para dar órdenes.

Cuando una de nuestras unidades toca una unidad enemiga, comienza el combate propiamente dicho. Es decir, “la hora de los bifes”. Yo no había visto en profundidad videos de jugabilidad de manera anticipada, solo sabía que se desarrollaban por turnos. De manera que esperaba lo clásico: dar órdenes específicas para cada tropa, seleccionado desde la típica lista de los combates por turnos. Fue una sorpresa ver que cada personaje se activa y ejecuta acciones de manera automática, al mejor estilo “idle”. Cuando digo “sorpresa”, no hablo de una grata… Llámenme “controlador”, pero los juegos idle me ponen nervioso.

Pero luego de media docena de combates, entendí por dónde va el quid de la cuestión. Aquí el trabajo táctico y estratégico es previo. Y es que Unicorn Overlord presenta un muy complejo sistema alla “piedra, papel o tijera”, pero con decenas de clases. Esto hace que conformemos las escuadras prestando atención a sus fortalezas y debilidades.

Al mismo tiempo, y de la mano, viene una restricción. Podemos armar una cantidad limitada de escuadrones, con una cantidad limitada de tropas. Por supuesto, a medida que ganamos experiencia, podemos expandir la cantidad de escuadrones, incluso la cantidad de tropas por escuadrón. Pero, al mismo tiempo, la economía para estas mejoras es muy restrictiva. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Pocos escuadrones con una variedad fuerte de tropas? ¿Muchos escuadrones especializados en derrotar enemigos específicos? Aquí la decisión es nuestra y, lo mejor de todo, existen muchísimas combinaciones potentes para utilizar. Pero mucho cuidado que, armar las combinaciones de manera despreocupada, termina siempre en que nos llenan la cara de dedos.

Tercerizame el quilombo

Además de lo anterior, existe otro nivel de profundidad. Si bien por defecto las tropas actúan de manera automática, nosotros podemos definir una serie de reglas específicas. Desde activar la curación solo cuando la salud de un personaje esté a un determinado nivel hasta activar una habilidad especial solo cuando un enemigo presente cierta condición. Incluso podemos definir que un tipo de unidad priorice atacar primero a determinado tipo de enemigo. ¡Las posibilidades de personalización son enormes!

A todo esto se suma una gran variedad de ítems para ajustar el equipamiento de cada unidad. Como es de esperar, otorgan bonificaciones de salud, magia, fuerza y mucho más. Entiendo que más de uno debe estar pensando “¡otro juego para jugar con Excel!”, algunos maldiciendo y otros cantando alabanzas. Para aquellos que estaban al borde de la puteada, la buena noticia es que presenta una función de optimización automática. Es decir, si no queremos quemarnos las pestañas pensando en las mejores combinaciones, basta con presionar este botón en los distintos apartados. Con esto, el juego solito decidirá cuál es la configuración óptima.

Es posible que arranquemos un poco abrumados, pero luego de unas horas nos animemos a toquetear la configuración de las tropas. Más que difícil, el principal escollo es la interfaz del usuario, que parece diseñada por el enemigo. En todo momento resulta algo incómoda, poco clara y aún menos intuitiva. Y ya que hablamos de dificultad, les cuento que el nivel “normal” puede resultar apenas más accesible de lo esperable, en especial cuando nos acostumbramos a las mecánicas principales. Y ojo, sepan que pasarlo a difícil resulta en un infierno, solo reservado para expertos.

Mucho para hacer

Unicorn Overlord no se limita a brillar solo en las batallas. El mundo abierto de Fevrith, dividido en cinco reinos distintos, cada uno con una identidad visual propia y repleto de buenas misiones secundarias. Además de tareas comunes, como reconstruir poblados, nos encontramos con problemas únicos para resolver. Entre otros, bandas de ladrones, una plaga e incluso magos sacados de quicio. Cada uno de estos obstáculos nos presenta una elección final, generalmente relacionada con impartir justicia al líder rival. Es excelente como, de acuerdo a nuestra decisión, se afecta la jugabilidad. Por ejemplo, si decidimos “meter en cana” al capo de los ladrones, su facción se vengará. Esto se traduce en pequeñas escaramuzas de rateros, que nos roban recursos al acercarse a nuestras tropas o fortalezas conquistadas.

Más allá de las principales y secundarias, también hay un amplio abanico de misiones que permiten profundizar en la historia y en los lazos entre nuestras tropas. Estos “Diálogos de Confianza” no solo brindan valiosos beneficios de combate, sino que también revelan capas adicionales de la personalidad y motivaciones de cada personaje.

Respecto a esto último, cabe destacar el nivel de atención en la construcción del elenco. Es lógico que algunos tengan “más cartel” que otros, pero el nivel general es muy bueno. Más considerando la cantidad enorme de personajes para reclutar, superando los 50, tranquilísimo.

No podés ser más lindo

Por supuesto, contenido y jugabilidad de gran calidad tiene que ir de la mano de una presentación audiovisual a la altura. Aún más cuando estamos hablando de un juego de Vanillaware. Y déjenme decirles que no decepciona ni un poquito. Paisajes detallados y llenos de vida, hermosos diseños y animaciones en cada combate y una banda sonora épica. Sí, Vanillaware lo hizo de nuevo, entregando un producto redondísimo en todo aspecto.

En resumen, Unicorn Overlord es una experiencia verdaderamente excepcional, a la altura de los mejores del género. Tiene una profundidad bestial, pero también se acuerda de aquellos que se abruman rápido. Lo recomiendo con muchas ganas a cualquier fanático o simpatizante de los juegos de rol y estrategia. Un juego de este calibre no es tan dificil de encontrar como un unicornio, pero tampoco es algo que se ve todos los días. [i]


DESARROLLADO POR: Vanillaware
DISTRIBUIDO POR: Sega
GÉNERO: RPG Estrategico
DISPONIBLE EN: PS5, Xbox Series X|S, Nintendo Switch.

QUÉ ONDA: Para variar, Vanillaware vuelve a desarrollar un juego hermoso.
LO BUENO: La presentación audiovisual es estúpidamente excelente. Profundísimos sistemas tácticos y estratégicos. Muy buenos personajes.
LO MALO: La interfaz de usuario la diseñó un reino enemigo.

Este análisis de Unicorn Overlord fue realizado a través de un código de Nintendo Switch provisto por sus desarrolladores.

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