Ice Ice Baby
Frostpunk 2 nos mete de nuevo en esa lucha desesperada por mantener a nuestra gente viva en un mundo donde todo parece estar en nuestra contra. En esta secuela, las cosas son mucho más complicadas, y lo que antes era una simple cuestión de sobrevivir, ahora se convierte en una pelea por mantener el control de una sociedad que se está desmoronando por dentro.
La historia de Frostpunk 2 nos lleva varios años después de la tormenta apocalíptica que casi destruye a la humanidad. Ya no estamos en el borde del colapso total, pero tampoco estamos fuera de peligro. El mundo sigue congelado, y nuestra ciudad, aunque más grande y avanzada, está al borde de una crisis. ¿El frío? Sigue siendo el gran enemigo, pero lo peor es que ahora las tensiones internas son las que realmente nos van a poner contra las cuerdas.
De hecho, en esta secuela resalta que el foco no sea solo el clima, sino que tengamos que lidiar con facciones internas que tienen sus propias ideas sobre cómo debería seguir la humanidad. Los trabajadores, por ejemplo, quieren mejores condiciones, mientras que los tecnócratas solo piensan en exprimir cada recurso para avanzar tecnológicamente. Y ahí es donde entramos nosotros: las decisiones que tomamos siempre van a molestar a alguien. Si en el primer Frostpunk era difícil elegir entre ser un dictador o un líder compasivo, acá nos la complican aún más, porque no hay manera de tener contentos a todos.
Más grande, más complicado
Comparando con el primer juego, Frostpunk 2 es mucho más ambicioso en cuanto a la escala. Antes, la ciudad tenía un tamaño más humilde, nuestras preocupaciones eran básicas: mantener el calor, la comida, y tratar de que la gente no nos colgara en la plaza. Ahora, además de eso, tenemos que manejar expediciones y colonias más allá de los límites de la ciudad. Podemos mandar a nuestra gente a buscar recursos o a explorar nuevas tierras, pero siempre con el riesgo de perderlo todo si no nos sale bien la jugada. Esto le da al juego un toque más estratégico, ya que tenemos que pensar bien si vale la pena arriesgar a nuestros ciudadanos en expediciones o quedarnos con lo poco que tenemos.
Y en cuanto a la gestión de combustible y otros recursos críticos, la cosa se pone más interesante. Ya no se trata solo de juntar carbón para los generadores, ahora debemos gestionar distintos tipos de combustibles y tecnologías para que nuestra ciudad siga funcionando. Esto nos obliga a pensar a largo plazo, porque las decisiones tecnológicas afectan cómo sobrevivimos en el futuro. El Árbol de Ideas nos permite investigar nuevas tecnologías, pero cada avance tiene un costo, y muchas veces es un costo que no podemos darnos el lujo de pagar.
El Consejo: la política más sucia
La política se vuelve un campo de batalla en sí mismo. En el primer juego, podíamos firmar leyes que impactaban directamente en la vida de la gente, pero ahora tenemos el Consejo, un sistema donde negociamos con las facciones para pasar esas leyes. Ergo, nunca vamos a tener a todos contentos. Por ejemplo, si apoyamos a los trabajadores, los tecnócratas nos van a ver como un obstáculo al progreso. Si favorecemos a los tecnócratas, los trabajadores podrían levantarse en huelga o peor, rebelarse.
Este sistema no solo añade complejidad a la gestión de la ciudad, sino que le da un toque de dilema moral. Ya no se trata solo de sobrevivir, sino de decidir qué tipo de sociedad queremos construir. Y aunque tengamos buenas intenciones, siempre vamos a estar caminando sobre una cuerda floja, tratando de no caer en el caos.
Lo que ha cambiado desde el primer juego
Si comparamos Frostpunk 2 con su predecesor, lo primero que salta a la vista es que todo es más grande y complicado. En el primer juego, la supervivencia inmediata era lo único que importaba: juntar suficiente carbón para pasar la noche y evitar que todos murieran de frío. En la secuela, hay un enfoque mucho más a largo plazo. Ahora tenemos que pensar en cómo mantener a la sociedad funcionando por más tiempo, y cada decisión que tomamos tiene repercusiones no solo en el presente, sino en el futuro.
A nivel de narrativa, el primer juego ya tenía un peso emocional fuerte, pero Frostpunk 2 lleva eso a otro nivel. Si antes nos sentíamos mal por hacer que los niños trabajen o por firmar leyes que limitaban las libertades de la gente, ahora las decisiones son mucho más difíciles. Ya no estamos luchando por sobrevivir un día más, sino por construir una sociedad que pueda prosperar en el largo plazo. Pero claro, cada decisión que tomamos puede acercarnos un paso más a una rebelión interna.
Opresión y fresquete
En la primera entrega la atmósfera estaba muy bien y, esta secuela, no se queda atrás. El mundo sigue siendo un lugar oscuro y helado, y cada vez que vemos una tormenta de nieve acercarse, sentimos esa ansiedad de que todo puede colapsar de un momento a otro. Pero también hay toques de esperanza, como pequeños signos de que el hielo empieza a derretirse en algunas partes del mundo. Visualmente, Frostpunk 2 mantiene esa estética industrial del siglo XIX, pero con un nivel de detalle que realmente nos mete en el juego.
Y la banda sonora no se queda atrás. Cada nota orquestal, cada susurro del viento helado, está ahí para recordarnos que estamos en un mundo donde el más mínimo error puede ser fatal. El diseño sonoro juega un rol crucial, aumentando la tensión en los momentos críticos y dándonos ese pequeño respiro cuando las cosas salen bien… aunque no por mucho tiempo.
Modo sandbox: experimentar sin presiones
Un añadido que nos viene como anillo al dedo es el modo sandbox, llamado Utopia Builder. En este modo, nos olvidamos un poco de la narrativa y nos concentramos en construir la mejor ciudad posible sin tener la presión constante de que todo se vaya al demonio en cualquier momento. Es una excelente opción para los que disfrutan de la estrategia pura y quieren probar distintas maneras de gestionar la ciudad sin tener que seguir la historia principal.
En definitiva, Frostpunk 2 no es solo una secuela, es una evolución. Todo lo que hizo grande al primer juego está presente acá, pero ampliado y refinado. La escala es más grande, las decisiones son más difíciles, y las repercusiones de cada una de ellas son más devastadoras. Mientras en el primer juego sobrevivíamos un día más, en este estamos tratando de construir algo más duradero, aunque a veces da la sensación de que ese esfuerzo es en vano. Si disfrutamos del primer juego y sus momentos de angustia, Frostpunk 2 es un manifiesto sadomasoquista sublime. [i]
DESARROLLADO Y DISTRUBUIDO POR: 11 bit studios
GÉNERO: Estrategia, Supervivencia, Gestión de recursos
DISPONIBLE EN: PC
QUÉ ONDA: La secuela del exitoso Frostpunk
LO BUENO: Expansión de la escala. Inclusión de facciones internas. El modo sandbox. La experiencia visual y sonora. El diseño de la interfaz es impecable, hace fácil lo enquilombadísimo.
LO MALO: Las decisiones políticas pueden sentirse abrumadoras. El manejo de facciones puede frustrar. Pese a los tutoriales, la curva de aprendizaje pronunciada.
Este análisis de Frostpunk 2 fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.
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