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Assassin’s Creed Shadows [REVIEW]

Una sombra en Japón y una luz para la saga

“Si no está roto, no lo arregles” es una frase que hace rato Ubisoft se tatuó en la frente. Es cierto que la IP de los asesinos tuvo un cambio importante en 2017 con Origins, pero desde ahí viene manteniendo el timón fijo, con leves excepciones como Mirage. Lo cierto es que, después de Valhalla, el desgaste se hizo sentir. La apuesta era la misma, pero más grande, más contenido (no siempre de calidad), con personajes e historias que quizá no eran de lo más interesante. Entonces, ¿es Assassin’s Creed Shadows distinto? Eeeh… Prefiero decir que su fortaleza no está tanto en la innovación, sino en la calidad.

De movida, Shadows juega una carta ganadora: la ambientación. Hace más de una década que los fans vienen pidiendo una entrega en Japón. Ninjas, katanas, techos de pagodas… cubrir la falta de ese Tenchu que la industria nos viene negando. Y Ubisoft finalmente nos dio el gusto, ubicándonos al final del período Sengoku, una época donde el caos y la traición eran más intensas que las del grupo de whatsapp de “mamis del cole”. Clanes enfrentados, complots políticos, alianzas efímeras y mucha sangre. Básicamente, un ajedrez político con katanas, decapitaciones y seppuku de por medio.

Ahora, una advertencia: si tienen problemas de memoria, compren analgésicos. La historia y narrativa es estupenda, pero con tantos actores en el complot político —y nombres en japonés, diosmio— se complica seguirle el ritmo. Nunca recurrí tanto a la enciclopedia integrada de un juego, pero vale la pena seguir la trama. Sí, algunos giros se ven venir a la legua, pero la sensación final es más que positiva.

Una dupla que se roba el show

Los protagonistas, Naoe (la ninja) y Yasuke (el samurái), forman la clásica alianza de “no los une el amor, sino el espanto”. Arrancan en bandos opuestos, pero un enemigo común los obliga a trabajar juntos. Naoe es impulsada por la venganza y el odio, Yasuke por el honor y el deber, y esas diferencias construyen una dinámica espectacular. Ubisoft por fin recupera el desarrollo profundo de personajes, algo que parecía haber olvidado. Assassin’s Creed Shadows propone una estructura más orgánica: podría estar mejor, pero al fin Ubisoft pone a la historia por sobre libertad absoluta. O, al menos, logra un mejor equilibrio. Las misiones clave enriquecen la narrativa, pero además la ordena. Además, generan el desarrollo, construcción y empatía con los protagonistas. ¿Resultado? Carisma, profundidad y un nivel de compromiso que no sentía desde Ezio.

Además, aquí las decisiones importan. No solo en quiénes se suman a nuestra causa, sino en cómo. Algunos se vuelven amigos, incluso interés amoroso. También hay elecciones que afectan el mundo, como decidir si darle información a un comerciante inescrupuloso y fortalecer su monopolio de arroz, o guardarla y arriesgarse a provocar hambre en el pueblo. No son solo dilemas morales, tienen peso real en la historia.

Eligiendo el enfoque: ¿sigilo o piñas?

Antes de jugar Shadows, tenía un miedo grande con Yasuke. Pensaba que iba a ser un tanque de guerra con patas, alejando todavía más a la saga de su esencia. Pero para mi sorpresa, casi siempre podemos elegir entre sigilo o combate directo. Y cuando no, las misiones dividen sus roles de forma inteligente. Por ejemplo, Naoe puede infiltrarse para sabotear una posición enemiga y, después, Yasuke se encarga de los espadazos. Y entre medio, diálogos con chispa, emoción y humor, que enriquecen la relación entre ambos.

Sigilo potenciado y estaciones que cambian todo

El combate está más pulido, sí, pero el sigilo es es lo que más termina gustando. Ahora las luces y sombras importan en serio: podemos apagar lámparas, reventar farolitos con shurikens. Esto agrega un poco más de profundidad en una mecánica que ya nos la sabíamos de memoria. Incluso, una novedad en la saga, podemos echarnos cuerpo a tierra con Naoe para escondernos en la maleza corta.

Otra novedad clave es el sistema de estaciones. Cada cierto tiempo, el mundo cambia drásticamente. ¿El problema? A nivel narrativo rompe un poco la urgencia; si me guío por las estaciones, la historia de Shadows duró como 20 años. Pero en lo visual es un golazo: un mismo escenario luce totalmente distinto en cada estación. Desde lo jugable, también aporta: la nieve y la niebla reducen la visión de los guardias, dándonos ventajas estratégicas.

Claro que no todo es color de rosas. Assassin’s Creed Shadows arrastra algunos pifies de entregas previas, como un árbol de habilidades que cumple, pero sin sorprender. No es malo, pero un tercio de las mejoras son un poco “meh”. Además, el sistema de progresión ahora combina desbloqueos con actividades extra, lo que suena interesante… hasta que nos damos cuenta de que muchas de estas tareas son repetitivas y algo embolantes. Estas dos cosas juntas fueron de lo que menos me gustó del juego.

Por otra parte, el mundo abierto se queda a mitad de camino a la hora de ofrecer una experiencia redonda. Tiene una distribución de actividades concentrada en áreas, mientras que en otras se siente un poco vacío, endulzado cada tanto con algún conflicto. Entre estos últimos podemos contar con dos facciones dándose matraca, alguna situación dinámica (sin mucha variedad, tipica de defender campesino) y algún evento más. La caza desapareció, algunos lo agradecerán, claro, pero de alguna manera servía para darle sentido a los espacios muy abiertos sin actividades. De todas formas, no representa un gran problema.

Un espectáculo para los sentidos

Gráficamente, Shadows la rompe. Los escenarios están recreados con un nivel de detalle absurdo, desde aldeas tradicionales hasta templos y bosques misteriosos. Pero el sonido no se queda atrás: el choque de espadas, el viento, la lluvia y una banda sonora que mezcla lo tradicional con toques modernos, hacen que cada momento se sienta épico.

Assassin’s Creed Shadows no revoluciona la saga, pero es un paso en la dirección correcta. Ubisoft escuchó (tarde, pero escuchó) y entregó un juego más cuidado, con personajes memorables, decisiones relevantes y una ambientación impecable. De todos los Assassin’s de la nueva era iniciada por Origins, este es el que más me gustó y el que mejor cierra por todos lados. Ojalá este sea el nuevo estándar de la saga. Si Ubisoft sigue así, quizás volvamos a emocionarnos con cada nuevo anuncio de Assassin’s Creed. Y quién sabe, tal vez nos vuelvan a regalar personajes tan entrañables como Naoe y Yasuke, que no solo brillan por su historia, sino por la química que los hace inolvidables. Porque al final, más allá de las katanas y las conspiraciones, lo que realmente queda en la memoria son estos excelentes personajes y el eco de sus historias. [i]


DESARROLLADO Y DISTRIBUIDO POR: Ubisoft
GÉNERO: Acción, Aventura, Mundo Abierto
DISPONIBLE EN: Windows, PS5, Xbox Series X|S
QUÉ ONDA: Japón feudal, ninjas, samuráis y un Assassin’s Creed con historia atrapante y sigilo mejorado.

LO BUENO: Ambientación impecable y recreación histórica impresionante. Naoe, Yasuke y el desarrollo de ambos. El sigilo potenciado, con un buen uso de luces y sombras. Decisiones narrativas con impacto real en la historia. Banda sonora que combina lo tradicional con lo moderno. La historia. ¡Pocos bugs y buen desempeño en consola!
LO MALO: Algunas habilidades del árbol de progreso se sienten innecesarias. El sistema de progresión obliga a realizar actividades repetitivas y poco inspiradas. Algunos giros narrativos son demasiado predecibles. Los cambios de estación afectan la urgencia de la historia. Urgente hace falta un botón para avanzar el ciclo día y noche.

Este análisis de Assassin’s Creed Shadows fue realizado a través de un código de PS5 provisto por sus desarrolladores.

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