Balas, brujas y un acceso anticipado con futuro
Hay algo hipnótico en la idea de ser un cazarrecompensas eclesiástico con pistolas sagradas, poderes arcanos y la bendición de Dios para volar brujas en pedazos. Witchfire, el FPS roguelite de The Astronauts, se siente como un experimento entre Dark Souls, Doom y Hunt: Showdown, con una pizca de fantasía medieval. Y aunque sigue en early access, lo que hay hasta ahora es un festín de plomo y fuego con mucho potencial.
Lo primero que impacta al arrancar Witchfire es su dirección artística, que parece sacada de un manuscrito medieval (si los monjes hubieran tenido acceso a Unreal Engine). Ruinas cubiertas de niebla, bosques siniestros y fortalezas olvidadas crean un ambiente que recuerda a aquellas películas que mezclan horror con acción. Todo esto funciona en un mundo que parece enorme pero que, por ahora, no tiene una gran cantidad de escenarios jugables.
El combate es una delicia. Las armas de fuego tienen un peso y sonido impecables. Cada disparo se siente contundente, y el gunplay castiga los errores, sin piedad. El movimiento es fluido, con un sistema de esquivas y habilidades mágicas que se suma al frenesí de disparos.
Luego, tenemos que la estructura jugable gira en torno a expediciones por mapas semiabiertos. Estas funcionan como incursiones tipicas del género extractions: entramos, recolectamos recursos (como el preciado witchfire), mejoramos el equipamiento y decidimos cuándo extraer. Si morimos antes de salir o salvaguardar los ítems, chau pichu. La tensión está en saber cuándo seguir y cuándo rajar.
¿Roguelite, extraction o soulslike? Sí
Witchfire no es un festival de aleatoriedad absoluta. Hay progresión permanente, con armas y mejoras que se desbloquean con el tiempo. Lo más interesante es la “Nosis”, una mecánica que mide la comprensión del protagonista sobre la magia oscura. A medida que se avanza, el mundo cambia, aparecen nuevas amenazas y se revelan nuevos secretos.
En cuanto a dificultad, Witchfire no se queda atrás. Los enemigos son implacables, golpean como camiones y rara vez se quedan quietos para recibir disparos. La sensación de peligro es constante, con enemigos que acechan entre la niebla, trampas mortales y situaciones que pueden cambiar en un parpadeo. La nueva mecánica de “calamidades” introduce eventos aleatorios, que alteran el escenario y suben la apuesta en mitad de una expedición.
El acceso anticipado
Desde su lanzamiento en early access en Epic en 2023, Witchfire ha recibido mejoras sustanciales. El último gran parche, Witch Mountain, añadió la región más grande hasta ahora, un laberinto retorcido con nuevas armas y hechizos. Entre las novedades más llamativas está un revólver con fuego alternativo y una mayor variedad de eventos. Este tipo de actualizaciones muestran que el juego tiene un camino claro y bien definido, aunque todavía le falta contenido para sentirse completo.
Sin embargo, hay detalles que pueden frustrar. La progresión puede sentirse lenta y algunos sistemas no están bien explicados. La Nosis, por ejemplo, es una mecánica interesante, pero su impacto a largo plazo no está del todo claro. Además, aunque los mapas son bellísimos, la variedad de escenarios sigue siendo limitada, lo que puede hacer que las expediciones se sientan repetitivas después de varias horas.
¿Vale la pena subirse ahora a la caza de brujas?
A pesar de sus fallas y su estado inacabado, Witchfire es un FPS intenso, desafiante y con una identidad visual y jugable que lo hace destacar. Si bien el contenido aún es limitado, la base es sólida y la dirección que está tomando su desarrollo es prometedora.
Si buscan un shooter exigente, con elementos roguelite y una ambientación de fantasía oscura, este juego puede ser una gran opción. Pero si prefieren una experiencia más completa y pulida, quizás convenga esperar hasta su versión final. En lo personal, yo entraría ya de cabeza, porque la pasé muy bien y terminé embrujado. [i]
DESARROLLADO Y DISTRIBUIDO POR: The Astronauts
GÉNERO: FPS roguelite
DISPONIBLE EN: PC
Este análisis early access de Witchfire fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.