Oscuro y sucio, como nos gustan
Mandragora: Whispers of the Witch Tree no empieza: me empuja. Me escupe a un mundo hecho de mugre, lamentos y decisiones tortuosas. Como si alguien hubiese querido recrear una pesadilla lúcida con presupuesto de ópera gótica. No hay tutorial que me abrace, ni checkpoint que me acaricie. Todo se ve hermoso, pero como se puede ver hermosa una catedral derrumbada. Y sí, hay enemigos, plataformas, habilidades… pero lo primero que van a aprender es que este juego no los quiere hacer felices. Los quiere despiertos. Atentos. Medio paranoicos, si puede. Y si encima les gusta anotar mapas a mano y hablar solos frente a una pantalla, están en el lugar correcto.
La estructura del juego mezcla el diseño metroidvanioso con un alma soulslike, así que prepárense para ir y venir a los cachetazos. Los caminos se abren de a poco, y el backtracking no solo es necesario, sino obligatorio, con gusto a castigo. Van a tener que recordar puertas, atajos y zonas que en algún momento estuvieron fuera de su alcance.
El sistema de combate de Mandragora: Whispers of the Witch Tree se basa en una barra de resistencia que les va a odiar tanto como ustedes a ella. Atacar, esquivar o incluso respirar fuerte, consume energía. Y como si eso fuera poco, tienen que elegir entre varias clases con estilos bastante diferenciados: desde el bruto que rompe todo hasta el ilusionista que parece salido de un after con “problemas mágicos”. Cada clase tiene su árbol de habilidades, su equipamiento y su manera de hacerlos sufrir de forma personalizada.
La faena de avanzar (y morir en el intento)
Las armas también varían según el estilo elegido: desde espadones pesados que tardan media vida en pegar, hasta cuchillas ligeras que reparten daño a gran velocidad. Hay jefes con mecánicas bien marcadas, de esos que los obligan a estudiar patrones como si estuvieran rindiendo física cuántica medieval. Y si lo suyo es el crafting, van a poder mejorar equipamiento, crear ítems y hacerse preguntas sobre por qué siguen farmeando cuero nivel 2 a esta altura de sus vidas.
El combate en Mandragora: Whispers of the Witch Tree es un ejercicio de paciencia, que puede dejar un regusto a frustración cada tanto. Si vienen del lado livianito del gaming, mejor llévense un té de tilo. Todo tiene peso: los golpes, los saltos, el hecho de existir. Y cada bicho que se cruzan parece tener un doctorado en arruinarles la tarde. Hay que medir, calcular y, de vez en cuando, correr por sus vidas.
La progresión en Mandragora: Whispers of the Witch Tree está pensada para que avancen un poco, mueran, se reacomoden y sigan. Van desbloqueando habilidades, mejoran el equipo y de a poco descubren que faenar demonios medievales también tiene su encanto. Y ojo, porque más de una vez van a pensar que avanzaron un montón… hasta que descubren que estaban caminando en círculos.
Un mundo hecho para contemplar y llorar en silencio
El apartado artístico es hermoso. Claro, si les gustan las ruinas, los tonos ocres y la tristeza como paleta de colores. Cada escenario parece pintado por alguien con serios problemas emocionales y mucho talento. La música acompaña con melodías melancólicas que no molestan, pero tampoco destacan. Están ahí, acompañando de manera tímida y rellenando el espacio vacío.
Historia críptica y secundarios sin ganas
La historia se va soltando en pequeñas pistas. Van entendiendo lo justo para seguir adelante y lo suficiente para hacerse preguntas que nunca tienen respuestas muy claras. Hay texto, hay lore, pero nunca lo suficiente como para sentirse cómodos. Pero claro, esto parece ser parte del plan.
Los personajes secundarios existen, pero muchos parecen estar atrapados en una novela gótica que no pidieron protagonizar. Interesantes, sí, pero no esperen que sean memorables ni con un derroche de carisma.
Rendimiento y control: ¿sí, pero no?
En PC se comporta bastante bien: algún que otro tironeo, un par de bugs simpáticos, nada grave. El control con gamepad está afinado, pero a veces la detección de colisiones parece una broma privada entre el juego y sus reflejos. No es injugable, pero tampoco es suave. Hay una torpeza inherente al movimiento y su animación que puede ser intencional… o simplemente no la pulieron del todo.
¿Entonces?
Mandragora: Whispers of the Witch Tree es de esos juegos que no puedo recomendar sin una advertencia. Es difícil, críptico, oscuro y por momentos ingrato. Pero también es hermoso, desafiante y lleno de personalidad. No está diseñado para gustarles a todos. Ni lo intenta.
Si están buscando un juego que los abrace, pasen de largo. Pero si quieren sumergirse en una experiencia intensa, con sabor a luto y gloria medieval, vayan directo. El sufrimiento es parte del viaje y, a veces, un poquito de sufrimiento viene bien para recordar que siguen vivos. [i]
DESARROLLADO POR: Primal Game Studio
DISTRIBUIDO POR: Marvelous Europe
GÉNERO: Acción RPG, Metroidvania, Soulslike
DISPONIBLE EN: PC, PS5, Xbox Series X|S, Nintendo Switch
QUÉ ONDA: Un viaje oscuro, críptico y desafiante donde cada paso pesa.
LO BUENO: Ambientación impecable. Combate exigente y con variedad de clases. Diseño visual bellísimo.
LO MALO: Historia fragmentada y poco clara. Control algo tosco en momentos clave. Backtracking excesivo, sin mucho cariño.
Este analisis de Mandragora: Whispers of the Witch Tree fue realizado con un código de Steam provisto por sus desarrolladores.
- CALIFICACIÓN79%