Sobrevivir, craftear y preguntarse por qué todo tiene dientes
Hay cosas en la vida que te cambian: mudarte solo, tener un perro, jugar Crashlands 2. Y no, no exagero. Esta secuela no viene a acariciarnos el alma: viene a pateárnosla hasta que aprendamos a amarla. No está acá para hacernos sentir héroes ni para regalarnos una historia donde todo sale bien. Crashlands 2 nos planta en medio de un despelote galáctico donde la única opción es ensuciarnos las manos, abrazar el ridículo y entender que, a veces, el éxito no se mide en trofeos, sino en cuántas veces nos reímos mientras todo arde a nuestro alrededor.
Volvemos a encarnar a Flux Dabes, la repartidora intergaláctica más cabezadura desde que se inventaron los cascos espaciales. Nuestro objetivo, en teoría, es simple: entregar paquetes en un universo donde todo está armado para que fracasemos de formas cada vez más creativas. El planeta Woanope, con su fauna homicida y su flora de pesadilla, se convierte en nuestro patio de juegos y campo de batalla. Crashlands 2 mezcla acción, crafting y RPG en un menjunje que, extrañamente, funciona. Nuestro trabajo sencillo se transforma en una odisea de crafting, exploración y “¡por qué me olvidé de farmear 700 troncos antes de venir acá!”.
Crafteo compulsivo y aventuras sin GPS
¡Agarránse porque el sistema de crafting acá es muy profundo! Cada nuevo objeto abre caminos, misiones, posibilidades… y frustraciones, claro. Algo inherente a este tipo de juegos. Explorar el mapa es una experiencia gloriosamente desorganizada. No hay camino claro, no hay tutorial que nos tome de la mano. Hay libertad, esa libertad hermosa y salvaje que a los cinco minutos te hace preguntar “¿Dónde corno estoy y por qué me persigue un pollo mutante de tres cabezas?”.
La exploración es la verdadera joyita del juego, ese momento de “¡ah, mirá, un árbol raro!” seguido de “¡Uy, me mató un árbol raro!”. Todo esto se suma a un clima en fuerte clave de humor. Flux y su compañero robot Juicebox siguen tirando chistes sin ton ni son. Hay ironía, absurdo, y referencias pop por todos lados. No todo aterriza, claro. Algún que otro chiste se estrella contra el piso.
Peleas, pociones y peleas con pociones
El combate es simple, pero cumple dignamente con su cometido. Golpeár, esquivar, usar habilidades. Nada de menús infinitos ni largos tutoriales. Cada enemigo tiene patrones claros. Parece fácil… hasta que nos enfrentamos a uno que baila como si tuviera ataques antes de tirarte un sopapo. Ahí entendemos que esquivar es una ciencia y que morir es solo una parte del aprendizaje. Dolorosa, pero educativa.
En cuanto a lo visual, Crashlands 2 se ve mejor que nunca. Colores vibrantes, diseños ridículos, enemigos adorables en su maldad, y escenarios que parecen salidos de la pesadilla de un niño. Cada bioma invita a perderse horas recolectando cosas, matando bichos y preguntándose qué clase de ser humano sería capaz de imaginar criaturas tan tiernas y tan asesinas al mismo tiempo. Hay detalles por todos lados: luces, texturas, pequeños guiños visuales que nos arrancan una sonrisa, mientras intentamos no morir pisoteado por algo que parece un cruce entre un globo de cumpleaños y un rinoceronte.
Una secuela que no se duerme en los laureles (pero igual un poco tropieza)
Podríamos decir que Crashlands 2 es la versión mejorada de su predecesor, pero también es una versión más demandante. Hay más contenido, más misiones, más explosión de colores y confusión. No todo es gloria: la progresión a veces se siente lenta. Hay momentos donde nos preguntamos si realmente estamos avanzando o si solo estábamos recolectando plantitas para un florero que nadie nos pidió.
Con todo, Crashlands 2 nos mete en una rueda infinita de crafting, combate y exploración que se siente igual de divertida que de agotadora. En sesiones largas de juego, podemos perder el norte, frustrarnos y hasta cansarnos. ¡Se puede mejorar en algunos aspectos, sí! Pero la verdad es que nos da más alegrías que disgustos. Y en un universo intergaláctico donde sobrevivir implica reírse de uno mismo, eso ya es motivo suficiente para volver a atarse las botas espaciales y salir a romper todo. Para luego recolectar las partes y armar “cositas”, claro. [i]
DESARROLLADO Y DISTRIBUIDO POR: Butterscotch Shenanigans
GÉNERO: Acció y Aventura, RPG, Crafting
DISPONIBLE EN: PC
QUÉ ONDA: Un RPG de acción y crafting intergaláctico donde todo nos puede matar, hacer reír o en ese orden.
LO BUENO: Humor absurdo y fresco. Exploración libre y divertida. Sistema de crafting adictivo. Visuales coloridos y llenos de detalles.
LO MALO: Progresión lenta por momentos. Demasiados chistes, donde un gran porcentaje no aterriza. Puede volverse repetitivo en sesiones largas.
Este análisis de Crashlands 2 fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.
- CALIFICACIÓN80%