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Clair Obscur: Expedition 33 [REVIEW]

Final Baudelaire Fantasy

Clair Obscur: Expedition 33 es un juego raro y maravilloso, de esos que no aparecen todos los años ni por error. Es la prueba viva de que se puede hacer un JRPG sin adolescentes hormonales ni dramas pueriles. Acá no nos hacen buscar un gato perdido para desbloquear una confesión de amor, ni tenemos que escuchar al protagonista gritar “¡creo en mis amigos!” antes de cada ataque. En cada paso, la sensación es que poesía, filosofía y fantasía se funden en una historia soberbia y adulta, con un combate por turnos muy bien diseñado. Todo sucede en un mundo tan bello como siniestro, donde la muerte llega con puntualidad burocrática: la Paintress pinta un número, pasa un año, y quienes lo llevaban como edad se esfuman en humo, brillo y flores. ¿Mueren? ¿Se disuelven en arte? Nadie lo sabe, pero lo cierto es que nunca más se sabe de ellos. Y lo peor: no hay forma de evitarlo. Ni carta documento, ni llanto, ni quick save. 

Desde que arranca, Clair Obscur: Expedition 33 nos agarra del cuello con la estética de un París reconocible por momentos, pero de otra dimensión. Hace 100 años ocurrió un evento catastrófico que transformó la realidad y dejó el paisaje como derretido y contorsionado, con escombros y fragmentos de terreno flotando en el aire. Un sueño que Dalí podría haber tenido, pasado de fafafa. Todo tan hermoso que da miedo tocarlo.

Un ciclo inefable y siniestro

Pero no estamos acá de paseo: la humanidad está atrapada en un ciclo tan poético como aterrador. Todos los años, la Paintress (La Pintora), una extraña y enorme entidad sobrenatural que se ve a lo lejos, pinta un número sobre un gigantesco monolito. Quienes tienen esa edad, viven… por un año más. Cuando llega el siguiente ciclo, borra ese número y pinta otro nuevo. Y entonces, todos los que tenían la edad anterior… desaparecen. Se desvanecen entre humo, brillo y flores, como si la vida fuera una performance artística y el final, una instalación efímera. ¿Es la muerte? ¿Una liberación? ¿Un glitch estético de la existencia? Nadie lo sabe. No hay quien lo explique. Y nunca nadie vuelve para contarlo.

El arte de desaparecer por completo

Ahora le toca a los de 34 años. El próximo año, los de  33 estarán en la mira. Y ahí entramos nosotros. Encarnamos a Gustave, quien tiene 33 primaveras y, por lo tanto, un año de vida. Acaba de tener una pérdida importante, para la cual no se preparó como quisiera. En sus ojos, vemos remordimiento, arrepentimiento, pero también convicción. Una convicción férrea de romper el ciclo de muerte, no importa lo que tenga que sacrificar, aun cuando se trate del amor y del corto tiempo que este mundo le ofrece. Así, decide participar de la Expedition 33: una última cruzada para llegar hasta la Paintress y frenar esta coreografía mortal.

En el camino, sumamos a un grupo de personajes tan rotos como fascinantes, cada uno arrastrando sus propios miedos, sus poderes y sus cicatrices. La historia de Clair Obscur: Expedition 33 no solo atrapa, arrastra con gracia hacia el abismo. Y es justo ahí, en los primeros minutos, donde este juego hace algo que muchos ni siquiera logran en 100 horas: nos emociona sin necesidad de empujarnos texto tras texto. Es puro worldbuilding, puesta en escena quirúrgica y un elenco que no solo está a la altura, sino que muchas veces se la pasa por encima. La primera media hora es sublime, un golpe directo al pecho que habla sobre la muerte, las decisiones no tomadas, lo efímero y la fugacidad de todo. Sin redundancias ni explicar mil veces las cosas como si fuéramos tontos. De hecho, lo hace con una economía de palabras increíble, con música, silencios y gestos. Clair Obscur: Expedition 33 es un juego que se siente.

Combate por turnos y algo más

Lo que parece un JRPG clásico, enseguida se convierte en un carnaval interactivo. Acá no se spamea “atacar” hasta que el enemigo explote. Hay que bloquear en tiempo real, apuntar ataques a distancia y no dormirse en los menús. Cada turno es una coreografía con presión arterial en aumento. ¿Y los enemigos? No son “mobs”, son pesadillas con diseño de desfile gótico veneciano.

Clair Obscur: Expedition 33 comienza como una expedición contra una entidad asesina, pero se va transformando en un tratado sobre la identidad, la culpa y el destino. Y cuando no sabemos si el jefe final es una criatura cósmica o una metáfora sobre la paternidad ausente, entendemos que acá vinimos a otra cosa, quizá a sufrir con poesía y metáfora. La historia no tiene miedo al exceso. Ni al drama. Ni a un lore escrito por alguien que parece obsesionado feo con Rimbaud. Y eso, sorprendentemente, funciona. Porque en vez de parecer pretencioso, nos arrastra como un tsunami emocional con dirección artística impecable. Sí, hay momentos que son un delirio. Pero es un delirio con propósito.

JRPG de primera

Otra cosa que Clair Obscur: Expedition 33 hace de manera magistral es el desarrollo de personajes. A fuego lento, nuestra empatía crece de manera exponencial. No le hace falta una mecánica de permadeath para que cada golpe o cada caída en combate de un compañero nos duela. Además, cada uno con un marcado perfil jugable, se nos permite una personalización profunda (aunque libre de Excel). Podemos modificar builds, combinaciones de habilidades, y aplicar modificadores especiales a cada personaje. El sistema parece acotado, pero bastan unas horas para descubrir que, bajo esta simpleza, se esconde una cantidad de alternativas bastante ricas.

Sin duda, parte escencial del juego, del desarrollo de personajes y de que la historia pegue como lo hace, tiene que ver con un cast de actores que envidiaría cualquier película de alto presupuesto. Entre otros, tenemos a Charlie Cox, que la rompe toda (Matt Murdock en Daredevil); Jennifer English, reconocida por su interpretación de Shadow “Mamucha” heart en Baldur’s Gate III; Ben Starr, Clive en Final Fantasy XVI y Arthur en Warframe 1999, entre otros; y por último, la leyenda, la bestia, el genio total de Andy Serkis, quien la descose, la rompe toda y lo van a amar y odiar fuerte, al cual si le tenemos que citar curriculum es porque hace 30 años que están viviendo dentro de un frasco de mayonesa.

Unreal 5 en modo melancólico

A nivel técnico, es un portento. Partículas por todos lados, ray tracing que parece pintado a mano, y una dirección de arte que directamente le escupe en la cara a la mediocridad. Es un juego que, por primera vez en mucho tiempo, me hizo abandonar los 60 cuadros por segundo en consola, en pos de la calidad gráfica.  Y el audio… mamita. El diseño de sonido es espectacular, pero el soundtrack es una ópera post-apocalíptica. La música está viva. No solo acompaña, es un espejo de nuestras emociones. Cambia con nosotros. Vibra cuando algo nos atraviesa. No es fondo: es protagonista.

Mucho más que un GOTY

Clair Obscur: Expedition 33 es un juego que se atreve a ser raro, incómodo y espectacular al mismo tiempo. A veces se ahoga en su propio lirismo, pero nunca nos deja indiferente. Es como si Final Fantasy X, Persona 5 y Disco Elysium hubieran tenido un hijo criado por poetas románticos franceses en un búnker iluminado con neón. Y sí, ese hijo necesita terapia… pero también un premio. Es un gran JRPG, pero es mucho más que eso. Si buscan algo que los golpee en el corazón, los abrace con belleza y los colme de reflexiones, este es el juego. [i]


DESARROLLADO POR: Sandfall Interactive
DISTRIBUIDO POR: Kepler Interactive
GÉNERO: RPG por turnos
DISPONIBLE EN: Windows, PS5, Xbox Series X|S

QUÉ ONDA: El mejor RPG japonés del año es francés. Cerrá el estadio.
LO BUENO: Dirección de arte impresionante. Sistema de combate desafiante y fluido. Historia madura, bien escrita y emocional. Música inolvidable que acompaña y transforma. Personajes complejos con excelente progresión.
LO MALO: Algunos tutoriales no explican del todo bien algunas mecánicas complejas. Pocas opciones de exploración libre fuera de las misiones principales. Ciertos menús y mecánicas tienen Información escueta en la IU.

  • CALIFICACIÓN95%
95%

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