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Destiny 2: Los Confines del Destino, ¿Nueva era?

Bungie reveló su próximo gran paso con Los Confines del Destino, el primero de cuatro lanzamientos que intentan redefinir no solo la historia, sino también cómo se juega Destiny 2.

El 15 de julio empieza El Año de la Profecía, una nueva etapa para Destiny 2 que introduce dos expansiones y dos actualizaciones gratuitas por año. La primera, Los Confines del Destino, nos lleva a Kepler, un planetoide al borde del sistema solar, lleno de energía de materia oscura, enemigos nuevos y misterios. La expansión propone una historia centrada en “los Nueve”, esas entidades cósmicas que existen desde antes que el Viajero y que ahora, parece, deciden ponerse los pantalones largos.

Pero no solo se trata de historia. Los Confines del Destino introduce habilidades completamente nuevas gracias a la materia oscura. “Chispamateria” permite transformarse en una bola eléctrica que atraviesa obstáculos y enemigos, Cañón Relocalizador y Mutamateria cambian la forma de moverse y manipular el entorno, en una mezcla entre Metroid y Portal. Kepler no es un escenario más: está diseñado como un dungeon abierto, con capas de exploración y secretos que se desbloquean a través del progreso.

La narrativa arranca con una invitación críptica a una reunión cósmica. Ikora Rey vuelve al centro de la escena, y se suma Lodi, un personaje nuevo que parece saber más de lo que dice. Todos fueron “invitados”, como si alguien más estuviera tirando los hilos desde hace mucho. ¿El destino? Tal vez.

Cambios grosos

Junto al lanzamiento llega El Portal, una interfaz renovada que reemplaza al viejo menú de actividades y permite entrar directo al contenido según estilo de juego: solo, en escuadra o competitivo. Además, se estrena el sistema de World Tiers, que permite rejugar contenido con dificultad progresiva, mejores recompensas y nuevas formas de resolver puzzles. También llegan 50 modificadores nuevos para personalizar actividades, y se eliminan las barreras entre PvP y PvE: ahora se puede subir de poder solo jugando Crisol, si así lo quieren.

A esto se suma un rediseño total del loot: Armadura 3.0 incorpora bonificaciones por set, estadísticas que superan los 100 puntos y piezas con energía al máximo desde el inicio. Las armas legendarias ahora tienen niveles, de 1 a 5, y en el nivel máximo muestran efectos visuales únicos, como shaders exclusivos y animaciones al matar enemigos. La progresión se vuelve clara y visual: vemos una pieza y sabemos si es mejor sin mirar planillas.

El evento Rito de los Nueve, ya disponible, actúa como prólogo a la expansión. Incluye tres mazmorras clásicas con nuevas variantes, matchmaking para solitarios y desafíos opcionales con mejores premios. Todo este contenido gratuito (sí, gratis) apunta a renovar el día a día en Destiny 2. Ahora cada año tiene cuatro “golpes fuertes”, dos de ellos sin costo. Más adelante, el 2 de diciembre, llegará Los Desertores, una expansión que propone un tono más “space western” dentro de la misma saga. Y, finalmente, ocurrió el milagro: tendremos un campo de tiro en la Torre para testear builds con números reales. Sí, después de diez años, al fin.

¿Volver a creer?

Después de años de repetir la misma fórmula, Bungie finalmente toca el núcleo del juego. El rediseño del sistema de progresión, la integración de contenido gratuito relevante y la eliminación de barreras entre modos es un cambio realmente significativo. Un gran interrogante que queda en el aire es la incorporación de nuevos jugadores, algo en lo que la presentación no hizo mucho foco. Por otra parte, Kepler, con su apuesta a una estructura tipo Metroidvania, podría ofrecer algo que Destiny necesitaba desde hace rato: descubrimiento genuino. Esperemos que la ejecución acompaña al discurso y que esto sea suficiente, en especial porque buena parte de la comunidad, más que cambios, desde hace rato está esperando un Destiny 3. [i]


 

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