A veces, un roguelike no necesita mucha explicación. Pero Shroom and Gloom insiste en darnos más. No contento con proponernos dungeons sombríos, cartas con sinergias letales y enemigos de esporas altamente hostiles, ahora también nos invita a comérnoslos. Literalmente.
Team Lazerbeam lanza la demo de su roguelike en primera persona, donde construir mazos, cocinar monstruos y mutar cartas es parte del menú. Ya se puede jugar de manera gratuita en Steam, y promete dar un buen bocado de lo que será su acceso anticipado más adelante este año.
Un roguelike de doble mazo que se cocina lento… pero con sabor
La propuesta mezcla construcción de mazos con progresión en primera persona, y lo hace con una vuelta interesante: usamos dos mazos distintos. Uno para el combate, otro para la exploración. El primero nos permite repartir daño, defendernos y sobrevivir a jefes fúngicos que harían llorar al más cabal de los portobellos. El segundo nos da herramientas para transformar nuestras cartas, modificar habilidades y convertir cartas básicas en armas capaces de arrasar un bioma entero. No hay una estrategia única. Podemos especializarnos en sinergias ofensivas, mecánicas de mutación o incluso volvernos expertos en cocina de hongos. Porque sí, también hay cocina.
Sí, también podemos asar enemigos y hacer sopa
En lugar de bloquear ataques o esquivar daño, Shroom and Gloom nos da otra opción: ensartar a los enemigos, cocinarlos y comerlos para recuperar salud. Cada plato aporta un beneficio único. Incluso podemos usar una olla para preparar sopas con efectos de locura. Y si esto suena ridículo, es porque lo es. Pero funciona. Hay un tono de humor permanente, con guiños constantes a las limitaciones de los deckbuilders clásicos. Nada de tomarse demasiado en serio.
Cartas de Profecía, biomas y túneles artesanales
La demo incluye 26 túneles diseñados a mano, no generados proceduralmente. Esto permite un ritmo más controlado y momentos de sorpresa bien colocados. Cada run nos permite desbloquear cartas de Profecía, una mecánica que influye en partidas futuras y nos ayuda a construir un estilo de juego personal. El combate no es automático. Las decisiones pesan, y muchas veces vamos a elegir entre atacar, huir o echar a un enemigo entero a la olla.
Raro pero sabroso
Shroom and Gloom se siente artesanal, no solo por el arte o el diseño de niveles, sino porque evita los clichés del roguelike con un enfoque más táctico y más ridículo a la vez. No quiere ser el próximo gran juego del año. Quiere que nos sentemos, juguemos una run, nos riamos un poco y tal vez descubramos que cocinar a un enemigo con pimienta puede ser más útil que aplastarlo con fuerza bruta. La demo ya muestra equilibrio entre exploración, experimentación y humor, y si la versión completa mantiene esta lógica, estamos ante una rareza fúngica que vale la pena tener en el radar. [i]