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Path of Exile: Secretos del Atlas – una nueva lección para el género

El 13 de junio vuelve la magia (y el castigo) con Secretos del Atlas, la nueva expansión de Path of Exile. Y cuando decimos “expansión”, no hablamos de un par de mapas y un jefe random. Vuelve Zana, se rediseña el sistema de Traición, llegan tres jefes nuevos, mapas distorsionados, crafting más potente y una liga donde se cruzan con mercenarios que pueden ayudarnos… o traernos más problemas. Ah, y no es lo único. Grinding Gear Games ya avisó que va a haber cuatro grandes actualizaciones al año tanto para PoE como para PoE 2, lo que suena bastante bien para un juego que sigue dándole cátedra al género.

El nuevo arco narrativo se llama Hilos de la Memoria y arranca con una distorsión cósmica que rompe el Atlas (otra vez) y atrapa a Zana. Junto con Eagon —un personaje con aire de sabio intenso—, vamos a meternos en estos hilos para encontrarla. Cada hilo es como un flashback retorcido, con enemigos únicos y mecánicas locas. La atmósfera está buenísima y los escenarios, como siempre, no decepcionan. Además, los nuevos jefes del endgame no son para cualquiera. Cada uno pide estrategias distintas y tiramos al tacho lo que nos funcionó antes. Se nota que quieren subir la vara.

La Liga: Mercenarios de Trarthus

La nueva liga agrega un condimento que le da otra dimensión al juego: mercenarios con habilidades y equipo aleatorio. Podemos contratarlos, saquearlos o directamente exiliarlos, según cómo nos caigan. Algunos nos ofrecen gemas exclusivas, otros suman dificultad, pero también más loot. Una idea excelente, bien integrada al núcleo jugable. Y como es costumbre, hay 40 desafíos con recompensas cosméticas. Esta vez se trata de un set que también vamos a poder usar en Path of Exile 2. Nada mal.

Crafteo renovado y menos fricción en el endgame

Se terminó eso de tener que armar una ciudad desde cero para usar los servicios de creación. Ahora llegamos al asentamiento Kalguuran y listo, todo lo que necesitamos está ahí. El nuevo sistema de creación de runas nos permite modificar nodos del árbol pasivo, lo que abre combinaciones que antes eran imposibles. También se revisó el sistema de Traición. Ya no se reinicia, es más claro y tiene mejores recompensas. Las mecánicas de los Refugios ahora valen la pena y el sistema entero es más amigable para quienes no vivimos con la wiki abierta.

La carrera por la corona

A esta altura, Path of Exile ya no pelea solo. Tiene a Last Epoch pisándole los talones con un sistema de clases súper intuitivo y contenido endgame que crece bien. Diablo IV, con todos sus tropiezos, sigue siendo atractivo para quien busca un ARPG visualmente pulido y más digerible. Frente a eso, PoE se mantiene como el rey de la profundidad, del buildcrafting enfermizo y del loot infinito. Pero el onboarding sigue siendo un embudo, y cada expansión trae capas que, si no tenemos experiencia, nos pueden abrumar. Secretos del Atlas soluciona parte de eso —como lo de Kalguuran o la nueva interfaz—, pero el juego sigue siendo más para obsesivos que para turistas.

No cambia todo, pero mejora mucho

Path of Exile: Secretos del Atlas no reinventa la rueda, pero aceita bien los engranajes. Vuelve un personaje muy querido, se suman enemigos que exigen concentración y se mejora lo que venía haciendo ruido. El crafting se vuelve más accesible, el sistema de Traición ahora da gusto usarlo, y la nueva liga trae ideas frescas. No es una expansión que busque atraer nuevos públicos. Es, más bien, una carta de amor para quienes ya están adentro. Pero si vienen mirando de afuera, este es un buen momento para pegar el salto, sobre todo si quieren llegar afilados al lanzamiento de PoE 2. [i]

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