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Mar de luces

 Mar de luces

Dale un pez a un hombre y comerá un día;
enséñale a pescar y comerá por siempre.

Proverbio chino

 

EL BARCO PEINABA APENAS EL AGUA OSCURA mientras las estrellas se reflejaban nítidas en la superficie, como si estuviesen sumergidas. Había dos tripulantes en esa pequeña barcaza de madera: abuelo y nieto. El abuelo era un anciano encorvado y gris, con muchas historias para contar. Su nieto, por otro lado, un joven que ni siquiera sabía el significado de la palabra “pubertad”. El dúo se llevaba excepcionalmente bien y cuidaba de sí mutuamente, pues cada uno sabía que el otro era lo único que le quedaba en el mundo.

–¿Por qué viajamos, abuelo? –preguntó el chico.
–Querido –respondió el viejo–, viajamos porque no nos queda nada por hacer en el lugar que dejamos atrás.
–¿Y hacia dónde vamos?
–Vamos…
El abuelo calló. Él sabía hacia dónde se dirigían y podría habérselo dicho a su nieto. Pero entonces recordó aquel antiguo proverbio chino. Se miró las artríticas manos. Esas manos le recordaban el poco tiempo que le quedaba, y eso lo ponía triste. No porque fuese a morir, pues eso es inevitable y no le temía a la muerte; sino porque su nieto quedaría sólo, a merced de todo lo malo que habitaba en el mundo.
–¿Abuelo? –inquirió el chico–, ¿estás bien?
–Sí, querido. Pero no puedo decirte a dónde nos dirigimos, lo siento.
–¿Por qué no?
–Porque deberás averiguarlo por ti mismo.
El pequeño lo miró, mientras la idea iba tomando forma en su cabeza. Notó en sus ojos cómo empezaba a asentarse y después, cuando finalmente cayó a cuenta, retomó la palabra:
–¿Y cómo se supone que lo haga, abuelo? Eres más viejo y sabio que yo, podrías al menos decirme en qué parte del mundo está nuestro lugar de destino.
–Eso te haría las cosas demasiado sencillas. Entiendo que te sientas abrumado pero algún día necesitarás comprender las cosas sin que nadie te las explique, y quiero que estés listo para cuando eso suceda. Prometo que me lo agradecerás cuando llegue el momento.
Una ráfaga pasó salpicándoles la cara con unas gotas de agua salada. Estaban los dos igual de callados, pero sus rostros eran distintos: uno repleto de arrugas y viajes y días y noches y cuentos. El otro, simplemente no sabía por dónde empezar. El abuelo sonrío y con ojos sinceros dijo:
–Sólo necesitas las estrellas. Tan sólo míralas.
El nieto contempló el mar y después al cielo por un largo rato. Cuando sus ojos volvieron a encontrar los de su abuelo, susurró:
–¿Seguro que así encontraré la respuesta, abuelo?
–De eso, mi muchacho, no me cabe la menor duda.

 

 


Puzzle

 

MAR DE LUCES

Puzzle correspondiente a Revista [i] Número 5, pág. 80. Para resolverlo es necesario tener la revista y seguir las pistas tanto en este relato como en la imagen impresa.

Los premios de este puzzle

1. THE ELDER SCROLLS V: SKYRIM (PC), cortesía de Bethesda Softworks.
2. NEED FOR SPEED: THE RUN (PC), cortesía de Electronic Arts.
3. 300 puntos de Carmack.

Condiciones de participación

Sólo aceptaremos tres respuestas por navegante. ¡El primero que acierte elige premio! Válido en todo el territorio de la República Argentina. 



SOBRE EL AUTOR | Joaquín Metz es game designer y Editor en Jefe de www.imperiogamer.com. El diseño del puzzle le pertenece, así como este relato. [i]

 

 

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