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[REVIEW] Crashlands

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Todo es risas hasta que nos aplasta un Wompit

Cuando a Sam, uno de los creadores de Quadropus Rampage, le diagnosticaron cáncer y comenzó su tratamiento de quimioterapia, se puso a pensar: “Si mañana hiciera mi último juego ¿cuál debería ser para hacerme feliz?”. De inmediato, él y su hermano abandonaron todo lo que estaban haciendo y se dedicaron al desarrollo de Crashlands, el fichín que lanzaron en 2016 y que aún sigue cosechando éxitos. Con la excusa de su llegada a la consola portátil de Nintendo, aprovechamos para analizar esta hilarante aventura.

En esta ocasión, nos toca encarnar a Flux Dabes, una repartidora de paquetes intergalácticos que surca el espacio junto a su compañero JuiceBox, un robot con forma de… eh, caja de jugo (y sí, qué esperaban) que flota a su alrededor todo el tiempo.

En medio de un día de trabajo como cualquier otro, un alienígena malvado llamado Hewgodooko se les aparece y, así como si nada, les desarma por completo la nave en busca de una batería. En consecuencia, el vehículo de Flux cae en picada y se estrella en Woanope, un planeta similar a la Tierra pero con algunas diferencias.

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En Woanope abunda el Jugo, una sustancia muy valiosa, capaz de utilizarse como fuente de energía. Ahora el plan de Flux es reparar la nave y retomar su rutina, pero mientras tanto debe conseguir los recursos para subsistir en este planeta. Para eso debe sobrevivir al ambiente hostil que Woanope presenta, con criaturas peligrosas a la vuelta de la esquina, pero también con seres amistosos que van a requerir de nuestra ayuda, sobre todo cuando Hewgodooko se nos aparezca de nuevo buscando su bendita batería mientras destruye todo a su paso.

El foco de Crashlands es la supervivencia: al principio vamos a recorrer el planeta con tan sólo una pinza, tratando de conseguir madera para armar un taller. Una vez que lo logremos, vamos a poder crear nuevas herramientas, como un serrucho con el que talar arboles y hacer armaduras y espadas, con las que atacar enemigos y usar sus pieles y huesos para armar nuevos talleres, hachas y… bueno, van entendiendo cómo es esta progresión.

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¿Pero no es tedioso? Bueno, la particularidad de Crashlands es que hace todo lo posible para que esta serie de encargos no se haga aburrida. En principio, a través del buen sentido del humor que destilan tanto las descripciones de los objetos como los diálogos entre JuiceBox y Flux, a quien le suele dar tanta fiaca como a nosotros todo lo que hay que hacer para subsistir.

Otro recurso a su favor es el atractivo apartado visual que presenta, de un estilo único. Con una vista isométrica, nos permite ver gran parte del mapa para saber qué recursos y enemigos tenemos cerca. Todas las animaciones y sonidos tienen una naturaleza caricaturesca que enfatizan el sentido del humor del juego, uno de sus mayores argumentos de venta. La interfaz logra ser eficiente sin ser intrusiva, aunque a veces (al menos al principio) cuesta recordar qué hacía cada botón, pero nada que ocasione graves consecuencias.

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Hablando de los menúes, hay un truco que el fichín utiliza para volverse más dinámico que otros del mismo género: en lugar de tener que estar cambiando la herramienta que portamos en las manos dependiendo del objeto con el que pensamos interactuar, el juego lo hace por nosotros en forma instantánea. Es decir, si nos ponemos junto a un árbol con la intención de talarlo y presionamos el botón de acción, Flux va a usar el serrucho. Si nos acercamos a una piedra para romperla, Flux va a sacar el hacha. Si en cambio nos situamos cerca de un enemigo, Flux va a tomar el arma que tengamos equipada. ¿Práctico, verdad?

La construcción también es bastante sencilla: el menú para hacerlo es similar a los que vimos en juegos como The Sims u otros del estilo, donde nos deslizamos por los recursos que tenemos de izquierda a derecha y luego elegimos en qué parte de la cuadrícula del escenario colocarlo. Podemos armarnos refugios, puentes para cruzar zonas anegadas, plantar nuestros própios recursos, colocar carteles de señalización y mucho más.

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Bueno, no les queremos adelantar cada detalle ya que la progresión dentro del fichín y el avance de la historia es uno de sus elementos clave. Pero sí queremos contarles acerca de sus distintos modos de juego: el primero es Story Mode, que contiene el tutorial y es la forma básica de jugarlo. Pero, si lo están experimentando por segunda vez, o simplemente son masoquistas, pueden probar el Hardcore Mode, que se enfoca menos en la historia y más en la supervivencia, añadiendo la muerte permanente (a diferencia del modo anterior, no hay respawneo infinito). Finalmente, hay un tercero, Creative Mode, en el que tenemos recursos infinitos y podemos crear todo lo que queramos.

¿Estában jugando y les cayó una visita en casa? No hay problema, porque nos guardamos este dato para el final: JuiceBox es totalmente controlable por un segundo jugador. Así es, el juego puede volverse cooperativo en cuanto lo queramos. En control de JuiceBox, la otra persona puede auxiliarnos en combate disparando rayos o agrupando enemigos. Obviamente, dado que el primer jugador es el que va a tomar las decisiones, el rol del segundo queda bastante limitado, pero para alguien que nos está viendo jugar y quiere sumarse de alguna manera, es un elemento que suma.

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Como les contamos antes, tuvimos la suerte de hacer este análisis a través de la versión de Nintendo Switch ¿en qué suma elegir esta plataforma para jugar Crashlands? Bueno, en primer lugar, que esta versión ya tiene incorporados todos los parches lanzados hasta el día de hoy. Después, dado que el fichín nació como una experiencia mobile, hay que tener en cuenta que su sistema de misiones está enfocado para sesiones realtivamente cortas, por lo que tenerlo en una consola portable suma un montón. Por último, el poder sacar un control fácilmente y pasárselo a alguien más para que se sume.

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En conclusión, Crashlands puede no ser la taza de té de todo el mundo, pero si se le animan a una aventura de supervivencia con un aspecto visual disparatado y un humor rápido y desalineado, pueden terminar enamorándose. Es cierto, puede sentirse repetitivo por momentos, pero logra dinamizar su género de una manera que hay que celebrar. [i]


DESARROLLADO Y DISTRIBUIDO POR: Butterscotch Shenanigans
GÉNERO: Supervivencia, Aventura
DISPONIBLE EN: Nintendo Switch, PC, Mac, iOS, Android

CALIFICACIÓN

81%

QUÉ ONDA: Un fichín de supervivencia con un pasado mobile que logra desempeñarse con éxito en consolas.
LO BUENO: El humor, su apartado visual característico, su sistema de construcción, sus menúes, las herramientas dinámicas, el combate, los portales de viaje rápido, la personalidad de Flux.
LO MALO: Algunas interacciones pueden sentirse toscas, su sistema de misiones puede volverse repetitivo, el comienzo es un poco lento.

Este análisis fue realizado a través de un código de Nintendo Switch provisto por sus desarrolladores.

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