
La carta bajo el power fist
Marines espaciales recorriendo estrechos pasillos, oscuros, con ocasionales ruidos perturbadores, restos tecnológicos chispeantes, pedacitos de gente en mal estado y cosas de origen alienígena que no tocaríamos ni por guita. Pasillos que huelen a muerte y abandono, por donde no suele pasar más de una unidad a la vez, avanzamos con mucha cautela, cubriendo todos los flancos posibles. Mientras, nuestro miedo pide a gritos reservar puntos de acción, para quedar alerta ante los feroces y rápidos ataques enemigos. Ante tanto horror la buena noticia es que, en el espacio, nadie olerá si nos hacemos caca encima.