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Irrompibles vs. Far Cry 2

Por Sebastian “Moki” Di Nardo

Mucho tiempo ha pasado desde nuestra última trabesura irrompible (y digo trabesura con b porque Rolo me obligó a ser la mujer del baile). Al menos una digna de contar. Porque convengamos en que la balinada a la que Rolo me obligó a jugar podría figurar en el Guinness de mariconadas irrompibles.

 

Mucho tiempo ha pasado desde nuestra última trabesura irrompible (y digo trabesura con b, porque Rolo me obligó a ser la mujer del baile). Al menos una digna de contar. Porque convengamos en que la balinada a la que Rolo me obligó a jugar podría figurar en el Guiness de mariconadas irrompibles.

Pero hay algo que quedó muy claro. Rolo no tiene habilidad con los tiros, entonces busca alguna fantochada con la que pueda chicanearme. Por dios, si hasta se ponía mocasines negros como los de Michael Jackson porque decía que eso le daba ritmo a la hora de salir a las pistas. Eran como un amuleto afeminado y demodé del calzado. De ahí no podía salir más que unos zoquetes negros y agujereados y mucho olor a queso roquefort.

Dicho esto, procedí a elaborar una Mokiavélica venganza para devolverle honor, hombría y valentía al nombre de Irrompibles, porque claro está que, si estamos pensando en retirarnos de las pistas, ese último partido tiene que ser una fábula bíblica. Por supuesto, el héroe bíblico vengo a ser yo y el pelín apedreado en la plaza es Rolo. En este caso, la plaza es África y nuestros personajes van a ser mercenarios arrancándose los ojos a tiros en el ingeniosísimo Far Cry 2.

El primer escollo a sortear era el mismo Rolo. Desde que en su trabajo volvieron a “amarlo” (léase queloempomanlaburando hasta cualquier hora, incluyendo los fines de semana, porlamodicasuma), se puso en el “Casper mode on”. A quienes hayan coincidido en infancia con mi época, Casper o Gasparín, era un fantasmita paliducho y tontín que aparecía y desaparecía jugando con sus amiguitos. Bueno… casi como Rolo, y digo casi porque él no tiene amiguitos.

Por supuesto, esta situación propicia el círculo vicioso, no juego porque soy un queso, y soy un queso porque no juego. Lo importante es que, de cualquier manera, Rolo es un queso y yo lo convertiré en gruyere.

 

Manual básico de armas: la de mear

Gracias a Natalia, que en nombre de Synergex nos hizo llegar dos copias de Far Cry 2 (que, a propósito… es una ganga) estábamos listos para la acción. Pero, por supuesto, antes de cargar mi ametralladora necesitaba echar un vistazo para ver de qué estábamos hablando. Una cosa es jugar Far Cry 2 solo y otra muy distinta en multiplayer.

Esta modalidad es algo especial. Uno no llega al clásico ventanuco donde se ven los servers y la gente conectada o el ping del servidor. Esta pensado un poco para el fichinero ocasional y en el paso inicial ofrece meterse en una partida rápida o elegir una modalidad para entrar a una partida rápida y el mismo juego decide a dónde nos manda. Vaya a saber uno si es el primero que encontró o si el más favorable para nuestro recóndito suelo argento. El lag y la falta de pólvora fueron mi sorpresa. Digo lo del lag porque claramente los yankis que correteaban por el suelo virtual de África tenían una ventaja sobre mí. Eran seres superdotados impulsados por anfetaminas virtuales o fuertes retorcijones intestinales. Corrían, saltaban y me castigaban desde distancias inimaginables. Allí me encontré con mi segundo problema, el arma.

Al empezar una partida, uno elige su función (guerrillero, sniper, etc.) y arranca con el arma más básica… a la que en la jerga irrompible llamamos “la de mear”. Y coño que se nota la diferencia. En un mapa donde las distancias son grandes, si uno tiene “la de mear” y lag, hay problemas. Es como tener un cartel pegado en la espalda habilitando a todos a pegarme patadas en la cola. Enculado, apagué todo: mejor esperar a Rolo y cascarnos mano a mano, con un ping decente y las mismas armas, “las de mear”.

Casper mode off

Llegó el día en que “Casper”… mejor dicho, Rolo, se materializó. Como Neo, apareció en mi Matrix, en un partido que yo había configurado cuidadosamente para él. Pero bueno… de Keanu R. no tenía nada. Paliducho, fofo y deslucido, me saludó con el clásico “In position”. Y como para la semana de la dulzura faltaba mucho, decidí que no estaba mal “un tiro x un saludo” y le convertí al hinduismo habilitándole un tercer ojo en la frente.

Elegí un nivel al azar, un gran lago repleto de edificaciones de madera y puentes colgantes con una casa semi sumergida.

Empezamos correteando por los pasillos y sacudiéndonos “la de mear”, y recordé con cariño la vieja aventura de Postal, donde literalmente nos corríamos con el petinto virtual en la mano para mearnos. Rolo eligió una ametralladora y yo preferí la escopeta masturbadora (bah, pajera le dicen, pero me pareció un poco pornográfico). Traté de mantenerme cerca de él para que mis perdigones fueran efectivos… pero la balanza no se inclinaba en mi favor. De hecho, hasta parecía el programa de “Cuestión de Peso”, y no podía permitirme semejante paparruchada. Sin quererlo, al cambiar el arma vi que tenía unos diamantes para redistribuir en mis habilidades. No sé de dónde habían salido, no sé si habían estado ahí o los había ganado, pero los usé sin pensarlo y aposté todo al sniper. Me agarré el pene más grande que los diamantes pudieron comprar y salí a buscar a este Pecarí.

Rolo: ¿Dóndee estáaas, tribilíiinn?
Moki: ¡Aquíiii!
¡Blaaam!
Rolo: ¡Maldito! ¿Con qué me tiraste?
¡Blaaam!
Rolo: ¡¡Ox!! Dame de eso, yo también lo quie…
¡BLAAAM!

Y así fue como me hice de una panzada de insultos de Rolo, acusándome de tramposillo y ventajero. Para echar un paño frío, le ofrecí la revancha con un destruction derby, o sea una carrerilla de jeeps. Furioso y dudando al mismo tiempo, me recordó que no hay pistas en ningún nivel del Far Cry 2… bueno, no hasta ahora.

 

Destruction Track By Moki®

Far Cry 2 viene con un completísimo editor de niveles, artilugio que nos vendría de perillas para hacer nuestro propio Far Cry Destruction Derby. Les recomendamos que lo prueban, es muy sencillo e intuitivo y todos podemos hacer nuestro mundo ideal del fichín.

Me tome un par de días para armar un sencillo circuito en la estepa africana, con dos jeeps en el centro.

Rolo corrió enloquecido a uno de ellos. Me recordó cuando de niño me apuraba para agarrar primero aquel auto del Súper Monza del Italpark, al que ya le había echado el ojo por ser más rápido. Se subió e intentó pisarme para desquitarse de mis travesuras de la noche anterior… y lo consiguió. No protesté, me lo merecía. Respawn de por medio, corrí al otro jeep y subí para coprotagonizar esta payasada digna de un Jackass virtual. Íbamos y veníamos con los jeeps abollados y los capots humeando hasta que finalmente Rolo terminó por destrozar mi poderoso bólido. Mientras él se reía festejando su rapto de suerte al volante, mi jeep explotó volándome por los aires… y claro, a él, que estaba a mi lado, lo agarró la onda expansiva, cambiando en cinco segundos su expresión de júbilo por una cañita voladora humana. Mi cadáver reía mientras humeaba el trasero del cuerpo sin vida de Rolo. El marcador estaba 1 a 1 y yo volví a la vida antes, corrí al jeep y esperé al respawn de este viejo carcaman. Cuando reapareció, pisé a fondo y… ¡Blam!

Rolo: Miko, ¿qué pa…? ¡Blam!

Un segundo tiro vino de la nada y descubrí con “ourror” que no había puesto clave en el servidor y alguien se había infiltrado para diluir la fiesta con nuestra propia sangre.
Como es bien sabido, cuando dos Irrompibles están en combate no puede molestárseles y si esto ocurre, ambos deben unirse para repeler al invasor. Sin decirnos nada, cargamos contra el entrometido… o mejor dicho, él cargó contra nosotros porque volvimos a caer como gordas fofas bajo el plomo de nuestro visitante.

Entonces, sin mirarnos, supimos qué era lo que había que hacer. Como dos jugadores expertos de football americano que tienen coreografiada hasta la más mínima pirueta, supimos que por regla el partido es del dueño de la pelota y estos éramos nosotros. Y aplicamos simultáneamente la “Gran Chiquilín 2.0”, la nueva versión de la Gran Chiquilín donde al desconectarnos no damos ninguna excusa o explicación.

Allá quedó el yanki entrometido, en algún punto del ciberespacio, sacándose los piojos de la cola, porque estos dos irrompibles son un equipo. No muy derecho u honesto… pero un equipo al fin y claro está, después de esta pobre actuación, tendríamos que posponer nuestro retiro… y tal vez ir a Constitución. [i]

 

[Nota del Editor: Agradecemos a Ver y Comunicar y Sinergex
por el material para hacer posible esta Aventura Irrompible.]

 

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