A la sombra de sus predecesores

En el año 2013, Crystal Dynamics se propuso una meta para nada fácil: redefinir al personaje que definió el protagonismo femenino en los videojuegos. La idea era bajar a Lara un poco a la realidad con un perfil menos “fantasioso”, explorando su lado humano, sus debilidades e inexperiencia; y reduciendo (hasta ahí nomás) su destreza física y la carga sexual. El resultado fue, como todos sabemos, bastante positivo.
Shadow of the Tomb Raider es la culminación de ese proceso de búsqueda, donde lo más difícil de encontrar no es una tumba, ni una cripta, ni las ruinas de una civilización extinta, ni el tesoro de una leyenda antigua, sino a la propia Lara Croft.

En esta oportunidad, nuestra arqueóloga favorita mete la pata. Y no un poquito, sino toda la pierna entera. Obsesionada con frenar los delirios de la organización Trinity, Lara Croft se pone a jugar con un artefacto que no conoce y desata sin querer un apocalipsis maya (le puede pasar a cualquiera) que amenaza con la destrucción de la civilización tal como la conocemos. Desolada por la culpa y con el dedo de Trinity señalándola como la, ahora, mala de la historia, Larita, sin meditarlo mucho decide:

1. Tirarse a llorar en el rincón.
2. Dar un paso al costado al canto de “al cabo que ni quería” y dejar que Trinity salve el mundo.
3. Que ya se sacrificó mucho por este mundo y entrar a la escuela de payasos.
4. Evitar que se sigan destruyendo ciudades y muriendo gente y salir corriendo a Sudamérica a destruir pueblos mientras mata gente (mala) de Trinity, que es una organización malvada porque destruye pueblos y mata gente.

Si eligieron las opciones A, B o C, déjennos decirles que se equivocaron fiero, ¡muy mal! Si en cambio eligieron la opción D, entonces ¡felicitaciones!, acertaron. Pueden seguir leyendo la review.

Lara la exploradora

Siguiendo el rastro de la única pista que le quedó, nuestra (¿anti?) heroína se embarca junto con su amigo Jonah en un viaje por las tierras peruanas. Shadow of the Tomb Raider deja atrás las montañas y el clima nevado, para introducirnos en la cultura indígena —más específicamente las civilizaciones maya e inca— y recorrer el vasto bosque amazónico.

La exploración cobra un significado mucho mayor en esta nueva entrega, amplificando a un nuevo nivel lo ya ofrecido en Rise of the Tomb Raider, ya que sin llegar a convertirse en un sandbox, vamos a encontrar los mapas más extensos de toda la trilogía. Cuando antes teníamos escenarios con una gran amplitud vertical debido a las superficies montañosas, el abrupto cambio a una región selvática propició una distribución del espacio que, ahora en vez de desplegarse hacia arriba, se extiende hacia los costados —creando zonas de mayor diámetro— y hacia abajo —incorporando grandes áreas subacuáticas—. Un gran porcentaje de la exploración que antes se basaba en la escalada, ahora fue reemplazado por el buceo, lo cual tiene sentido si tenemos en cuenta que el fichín transcurre en las cercanías del río Amazonas.

Los asentamientos humanos también fueron multiplicados, junto con la interacción que Lara Croft tiene con ellos. Así es como hace su aparición Paititi, la ciudad más grande hasta la fecha en un Tomb Raider. Paititi no sólo tiene una gran incidencia en la historia, sino que es un centro de actividades completo en el que vamos a pasar decenas de horas gracias a que aglomera un centro de comercio, misiones secundarias, zonas ocultas y muchos artefactos para encontrar.

En Shadow of the Tomb Raider las misiones secundarias cobran un protagonismo mucho mayor, a la vez que alargan la vida útil del juego una buena cantidad de horas más. Sin embargo, cuentan con un problema difícil de disimular: son más aburridas que Spider-Man en el desierto. Los NPCs nos hablan durante largos e infinitos minutos sobre temas sin ningún interés, para luego pedirnos que hagamos alguna misión de recadero sin ninguna importancia. El dilema es que las recompensas por completarlas sí son bastante jugosas, otorgándonos piezas de equipo fundamentales para el resto de la aventura que no deberían dejar pasar.

Hablando de la interacción con otros personajes, Shadow of the Tomb Raider incluye una curiosa y muy inteligente opción de juego llamada “Inmersión Lingüística”, que de activarse, combina los distintos doblajes incluídos haciendo que cada persona hable en su propio idioma natal. Una idea realmente original —y que a futuro debería convertirse en la norma para todos los triple A— pero no muy bien implementada. De la forma que está dispuesta, pareciera que todos los personajes entendieran cualquier lenguaje que escuchan, además que el doblaje latino es muy pobre, de un acento neutro tan marcado que resulta inverosímil. Vale la intención, de todas formas.

Si tuvieron la suerte de jugar Rise of the Tomb Raider, esta tercera entrega reconoce la fidelidad con la saga y los recompensa importando los trajes de la precuela. Por supuesto que Shadow también tiene novedades de vestuario. ¡Hey, hay que estar a la moda! Saliendo un poco de lo habitual, toda la ropa que desbloqueemos tiene un diseño autóctono bastante acorde con el folclore de la región, cada una con sus propias características que le otorgan a Lara mejoras en sus habilidades. La otra modificación es que ahora se puede equipar por separado la parte superior y la inferior, permitiendo una gran variedad de combinaciones según el estilo de juego de cada uno.

Si bien el salto gráfico de Shadow of the Tomb Raider no es tan grande como el del primer juego al segundo, todos los escenarios lucen impresionantes. Da gusto quedarse parado en algún acantilado o perdido en medio de la jungla para contemplar el paisaje. No obstante, no todo es color de rosas, porque exceptuando las primeras locaciones que son las más variadas, casi todas las zonas del juego se ven muy similares. Al parecer la gente de Eidos-Montréal no pudo mantener la constancia en la diversidad de escenarios, que durante la segunda mitad de la aventura decae abruptamente junto con el entusiasmo que nos genera.

Lara la predadora

¿Recuerdan cuando Lara Croft era una joven inocente que temía lastimar a la gente? Bueno, esa Lara no existe más. Siguiendo (muy de lejos) con la línea de evolución que la trilogía venía desarrollando, nuestra protagonista esta vez parece más un personaje de la película Predator que una arqueóloga.

Shadow of the Tomb Raider reconoce varias de las habilidades de Lara del juego anterior, plasmando en el mismo gameplay una lógica continuidad argumental. Por supuesto, nuevas técnicas llegan para aumentar nuestra destreza asesina. La más importante quizás, permite que Lara pueda cubrirse con barro para disminuir su visibilidad y camuflarse con el entorno. Incluso es mucho más fácil salir y volver del sigilo con mayor libertad.

Es que en esta tercera entrega el sigilo cobra un protagonismo mayor, dejando casi de lado a todas las otras formas de combate. Esto no quiere decir que no puedan salir a campo abierto a lo Rambo para disparar a todo lo que vean si así lo desean, pero el mismo juego está diseñado de forma tal que nos alienta a mantener la cautela y pasar desapercibidos.
Hay un fuerte desequilibrio en este punto. La mitad del árbol de habilidades es prácticamente irrelevante, dado que con las técnicas de sigilo uno ya puede resolver cualquier situación de conflicto. Lo curioso es que Shadow of the Tomb Raider nos provee de un arsenal inmenso, como si fuéramos a necesitarlo: arcos de todos los tamaños, varios tipos de pistolas automáticas, revolver, escopetas menos y más poderosas y ametralladoras de todos los colores. Gracias si llegamos a utilizar una de cada categoría. Sumado encima a que cada arma se mejora de forma independiente. Pareciera que los desarrolladores no sabían qué hacer con tantos puntos de experiencia y agregaron equipo a rolete para justificar el gasto.

Shadow of the Tomb Raider es un fichín fácil. Lo cual no sería tan problemático si no nos tratara de micos, repitiéndonos los mismos tutoriales una y otra vez durante toda la aventura. Y con “toda” queremos decir exactamente eso. Hay carteles de ayuda que nos saltan cada vez que entramos en combate, aun durante la final del juego.
Afortunadamente, el título incorpora una completa configuración de dificultad dividida en tres categorías: combate, exploración y acertijos. Recomendamos al menos entrar a la opción de “combate” y aumentarla un poco para que la experiencia no se sienta tanto como un paseo en el parque.

Buscando a Lara

A ver, recapitulemos. Lara Croft, en un descuidado intento por primerear a Trinity, activa un cataclismo que aniquila a cientos, miles de personas. Muy arrepentida de sus actos, sale a asesinar gente para frenar la matanza. “Thanos”, le dicen en el barrio.

¿Recuerdan cómo el primer Tomb Raider de la trilogía buscaba construir una Lara más verosímil, que empatizara mejor con el mundo que la rodeaba y con el mismo jugador? Shadow of the Tomb Raider no sólo tiene problemas para definir a los personajes, sino que destruye todos los avances que la saga venía logrando. Exceptuando la introducción, que sabe cómo despertar nuestro interés de entrada, hay una clara incongruencia en cómo se desarrollan los eventos y en el valor moral de las acciones. Lara ya no tiene ningún tipo de remordimiento por cada muerte que genera, y más que una arqueóloga, parece que estamos frente a una asesina profesional impulsada por sus caprichos personales, que disfruta de saquear cada pueblo que encuentra.

En esta tercera entrega, la mayor diferencia recae en la creciente presencia de asentamientos civiles, cosa que no pasaba tanto en los primeros dos. Hay un inevitable impacto humano por cada artefacto/templo/cripta que Lara explora, ya que dejan de estar representados como “lugar-antiguo-abandonado-al-cuidado-de-nadie”. Pero aun así no parece importarle a ninguno. Los mismos habitantes locales parecen tener muy bien leído el guión, dado que no dudan en aceptar a Lara Croft como su salvadora, a pesar de que ella es tan angloparlante y va por ahí portando armas como cualquiera de los agentes de Trinity. Ni hablar de que a fin de cuentas ella es la principal causante del apocalipsis que amenaza a todos.

A medida que progresa la historia, uno se siente cada vez más lejano de nuestra querida protagonista. Al principio puede parecer algo intencional, planeado para representar su pérdida de rumbo y crisis de personalidad. Pero cuando uno sigue avanzando con la esperanza de encontrar una vuelta de tuerca que justifique los sucesos, simplemente se encuentra con que todo a escala a niveles aún más ridículos.
Es una pena que esto suceda justo en la última entrega, que le termina dando un tono muy inconcluso a toda la trilogía.
En resumen, y a pesar de todas las críticas que uno pueda hacer, si disfrutaron de los dos primeros Tomb Raider, no pueden dejar pasar el cierre de la saga. Eso sí, por ninguna razón corran a jugarlo. Déjenlo para algún momento con mucho tiempo libre y no tengan ningún otro título pendiente para pasar. [i]

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DESARROLLADO POR: Eidos Montréal
DISTRIBUIDO POR: Square Enix
GÉNERO: Acción, Aventuras
DISPONIBLE EN: PS4, Xbox One, PC

CALIFICACIÓN

76%

QUÉ ONDA: El fin de una excelente trilogía con una entrega que falla en darle un cierre digno.
LO BUENO: Hermosos gráficos. Amplio abanico de trajes. Sistema de sigilo mejorado. Los mapas son mucho más amplios y tienen más cosas para hacer. Entretenido diseño de templos para resolver.
LO MALO: La historia es muy floja y los personajes no tienen desarrollo alguno. Lara Croft fue reemplazada por una asesina más del montón que no empatiza con nadie. Los escenarios se sienten repetitivos hacia la segunda mitad del juego. Mecánicas de combate y árbol de habilidades desequilibrado.

 

¡Atención, micos! Si les despertó la curiosidad, pueden comprar este fichín en la Humble Store haciendo [TIKI] acá.