Retroceder siempre, aburrirse ¿jamás?
En tiempos donde ya nada es sagrado, tenemos un fichín que se anima a hacer la pregunta ¿qué pasa si en un shoot’em up corremos hacia atras? Para responderlo, existe I Hate Running Backwards, un experimento que propone partidas rápidas y diversión cooperativa infinita. Con la excusa de su salida en Nintendo Switch, aprovechamos para juzgarlo.
https://www.youtube.com/watch?v=c2AdNqV1zKk
En 2015, el equipo de Croteam, un grupo de croatas que todos conocemos por haber creado la saga Serious Sam pero también el juego de puzzles The Talos Principle (aaah, levanten la manito los que no tenían ese dato), se cansó de pasarse el rato adaptando sus creaciones para la realidad virtual y decidió que sí el vil metal no los iba a dejar ser creativos, al menos iban a poner bajo su ala a otros estudios que quisiesen innovar. Así nació Croteam Incubator, una división interna enfocada en asistir a estos equipos primerizos para que sus creaciones vean la luz.
Entre ellos tenemos a Binx Interactive, cuyo fichín resulta inspirado, justamente, en una frase pronunciada por el protagonista de Serious Sam, que odia mirar hacia atrás para disparar mientras los enemigos lo persiguen. A modo de ironía, el planteo principal del título es justamente ese: en lugar de situarnos en la parte inferior de la pantalla, como en cualquier shoot’em up con raíces en el arcade, en este juego nuestro personaje está situado en la parte superior de la pantalla, mientras corre de espaldas. Los enemigos entonces provienen de la parte inferior, y para evitar que nos alcancen vamos a tener que repartirles plomo, mucho plomo.
También tenemos un arma especial, un martillo que podemos hacer girar para que obre como escudo y nos proteja de los proyectiles enemigos, deflectándolos y convirtiéndolos en una amenaza para ellos. A medida que los destruyamos y sumemos “mojo”, la moneda del juego, vamos a ir subiendo de nivel y con eso podemos desbloquear ciertas ventajas (eligiendo una de una lista de tres).
Las peculiaridades no terminan ahí: a lo largo de una partida vamos a atravesar cinco ambientes distintos, ya sea un desierto, una jungla, minas abandonadas… lo usual. Al final de cada ambiente tenemos un jefe a derrotar (ya llegar al primero, en la dificultad promedio del juego, es todo un logro). La partida se acaba cuando derrotamos al sexto jefazo, el más malo malote. Ah, pero, ¿realmente se acaba? No, porque se nos abre un portal por el cual volvemos al principio, y la partida comienza de nuevo, pero esta vez más difícil. ¡Lo que se dice una experiencia endless arcade!
Eliminar a estos jefazos también desbloquea unas maldiciones que podemos activar al comienzo de la partida, que cambian un poco las reglas y hacen el juego más jodido de lo que ya es.
Y… eso es todo. Con el pasar del tiempo vamos a ir desbloqueando nuevos personajes y nuevas armas, una más ridícula que la otra. Al principio comenzamos con tres protagonistas disponibles: Sam, el protagonista de la saga; Dancing Densell, más rápido pero más vulnerable; y Chux, un tipo con look a la Chuck Norris que hace mucho daño pero agota las municiones como caramelos. Entre los personajes desbloqueables tenemos algunos creados para el fichín más invitados como Lo Wang, de Shadow Warrior y Rambro del Broforce, por nombrar algunos. Cada héroe tiene su propia habilidad especial que podemos activar, además de algunas técnicas pasivas o activas.
La clave para disfrutar I Hate Running Backwards es hacer uso de su modo coop. Acá podemos invitar a una amistad y jugar una partida rápida para animar alguna juntada y ver qué tan lejos podemos llegar en los rankings. Aunque,si no queremos preocuparnos demasiado por la dificultad y preferimos disfrutar o bien, aprender a jugar en mayor profundidad, podemos activar el Baby Mode, que hace todo bastante más fácil pero viste a nuestros personajes con unos atuendos bastante peculiares.
Lamentablemente, las propias peculiaridades del juego son las que terminan jugando en su contra. Los gráficos voxelados pueden ser interesantes al comienzo pero a su vez resultar caóticos a la hora de diferenciar enemigos, objetos del entorno o items. Todo el terreno se puede destruir, pero a su vez esto provoca que sea sencillo volar involuntariamente nuestra cobertura. La música puede volverse repetitiva luego de un rato, y hay unos particulares problemas con ciertos efectos de sonido, por ejemplo el de un enemigo que grita mientras corre hacia nosotros ¿se imaginan diez de esos en pantalla, gritando al unísono durante todo el lapso que tardamos en matarlos o que lleguen a nosotros? Es algo que nuestros oídos no agradecen.
En conclusión, podemos decir que la buena intención está, pero varios elementos alejan a I Hate Running Backwards de lograr ser una experiencia memorable, sobre todo si lo van a jugar en soledad. Sin embargo, si le gustan los shooters que no pidan demasiado uso del cerebro, o en algún lugar de su corazón hay un espacio reservado para las franquicias que publica Devolver Digital, especialmente Serious Sam, y por alguna razón tienen una debilidad por los gráficos voxelados, esto es lo suyo. Los demás, bueno… ustedes decidirán para dónde correr. [i]
DESARROLLADO POR: Binx Interactive, Croteam Incubator & Croteam
DISTRIBUIDO POR: Devolver Digital
GÉNERO: Shoot’em up
DISPONIBLE EN: PS4, Xbox One, Nintendo Switch, PC, Linux
CALIFICACIÓN
72%
QUÉ ONDA: Un shoot’em up que logra combinar un estilo arcade con gráficos voxelados, pero que agota su novedad demasiado rápido.
LO BUENO: Acción rápida y disparatada, controles sencillos, modo cooperativo, mundos generados al azar.
LO MALO: El estilo gráfico puede resultar confuso, problemas con efectos de sonido, repetitivo, no tiene mucha rejugabilidad.
Este análisis fue realizado a través de un código de Nintendo Switch provisto por sus desarrolladores.
Santiago Figueroa, alias Morton, fue durante unos años el Jefe de Redacción de [IRROMPIBLES]. Ahora es padre y vive en otro continente. Es fan de Sonic. También sabe hacer juegos y pelis. Pueden ver sus locuras en YouTube, o por Twitch, o vigilarlo por Twitter como @aliasmorton.