Llegué y me detuve frente a la puerta. El cartel colgante que rezaba “Cufa y Morton, Detectives Privados” pendulaba al ritmo de mis golpes. Nunca estuve de acuerdo con que su nombre esté primero. Finalmente abrió la puerta, mientras miraba hacia los lados, nervioso.
—Morton, escuchame —exclamó, serio—. Es Nintendo. Tenemos un encargo doble de Nintendo.