
Desde Sony con amor.
Crucé el pórtico, el velo lumínico y, embebido en índigo, me dejé guiar por los jeroglíficos que danzaban sobre mí; aquellos símbolos de mi infancia. ΔOX□, y así resonó en mi mente él por qué estaba allí. Irrompibles era coartada, la PS4 sería mía. Solo debía recordar que dijo Macko y todo iría viento en popa.
“Visualiza la victoria, Coco”
Hace unas semanas atrás:
(NOTA: lo narrado a continuación aún hoy está sujeto a duda y análisis)
Macko: “Cocoman, ¿me querés acompañar al evento de SONY?” – Guiño, guiño.
Y desde ese momento una parte de mi cerebro simplemente estuvo Comfortably Numb.
Coco: “Considéralo un hecho Mackoman, pero… ¿qué tengo que hacer?”
Macko: “Solo visualiza la victoria Coco, yo tengo la coartada.”
Visualicé y uno de esos míticos “choque los cinco” cerró la charla.
Coco Win!
[Escena borrada]
Copa Stracraft 2 Latinoamérica, véase reporte anterior.
[Escena borrada]
Crucé y embebido en índigo, resonó en mi mente el por qué estaba allí. La Rural, 18 de Noviembre, la PS4 sería mía. Observé a Macko con mirada cómplice y obtuve ese esquiafo legendario.
Macko: “Por enésima vez Coco, ¡no vinimos a robar la Play! ¡Y sin guiño! Anda a cubrir el evento, ¡PRONTOU!”
Con la cámara al cuello y sumido en el frenesí, me adentré en el auditorio. Bajo el brillo de la pantalla que captaba el comentario del momento, del twit, las copas iban y venían. Sony desplegaba su presentación, nos agasajaba el paladar, la vista. Recorrí esos pasillos a tono, esas calles tematizadas que albergaban clásicos. El AMP, las espadas del caos, los ítems de mis héroes en vitrina. Tomé prestado el diario y la revolución me esperaba en primera plana, se sucedía a mí alrededor.
Por primera vez una consola era presentada en nuestro país. Silencio, ovación y el mismísimo Mark Stanley tomó el escenario. Las pantallas vertían colores a borbotones y, junto al despampanante logotipo, nos contaron lo necesario, lo correcto, lo sabido. No esperaba menos.
Ovación, cierre y nos sumimos en #EstadoPlay.
El museo abrió sus puertas. Albergaba las raíces, la trayectoria, las entrañables consolas; pero aún con el gratificante toque nostálgico, deseaba sostener el nuevo DualShock en mis manos. El deseo fue atendido, y las treinta consolas nos esperaban para deleitarnos. Los controles fueron usados con ímpetu. Bebimos, comimos, jugamos. La consola fue ganada por el usuario.
Ya sin fantasías de fantásticos hurtos y satisfecho, deje ese auditorio atrás. ¿Qué me llevo?, pues…
La inclusión de Latinoamérica al mercado, la atención a la producción independiente con proyectos como “Incubation”. No me considero fanático de una empresa en particular y estaré con quien me provea mejor de aquello que me gusta. Con esto dicho y sin caer en la ingenuidad de la bondad desinteresada, creo que Sony ha entendido juego; justamente hoy, promete brindarme eso.
A diez días de su lanzamiento, Sony me despide con la promesa de un futuro con su consola que, de realizarse, será excelente. [i]