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Singularity 5 [REVIEW]

singularity 5 head

Como Skynet, pero más fashion

Todos sabemos que, tarde o temprano, nos vamos a mandar tremenda cagada desarrollando una inteligencia artificial. Y no es que tiene que ser super inteligente para concluir que lo mejor es aniquilarnos, es algo clarísimo. Con saber la tabla del dos y el abecedario ya le alcanza.

Entonces, ya que es inevitable y eventualmente tendremos que cuetearnos con organismos cibernéticos, ¿que mejor que hacerlo de manera elegante y con glamour? O sea, todo bien con Skynet, pero la verdad es que no se jugó mucho con el diseño. Por ello, Singularity 5 es un juego VR de disparos por oleadas que viene a corregir esto. Porque, si vamos a ser aniquilados, que sea en París, con toda la distinción, estilo y a puro avant garde. ¡Qué noche, Teté!

La propuesta de realidad virtual de este fichín es sumamente sencilla. Vista en primera persona, donde no está permitido moverse de manera libre por el escenario —ni siquiera por el ya clásico método VR de la teletransportación— por lo que podemos decir que termina siendo un on-rails. En nuestro avance —y sin usar demasiado nuestra materia gris— tenemos que hacer pelota numerosas oleadas de robots, que cuentan con una variedad de modelos respetable.

Cada tanto, nos toca lidiar con una horda especialmente dura, que nos hace transpirar y sentir todo el rigor de una dificultad algo elevada. Incluso combatiremos contra jefes, cuyo diseño está muy bien desde lo estético, pero son muy básicos en su comportamiento y mecánica para eliminarlo.

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En consecuencia, pensando al género al que pertenece, uno podría imaginar que poseemos una amplia variedad de armas. Nada más alejado de la realidad: nuestro arsenal se compone de una especie de escopeta lanzagranadas, una pistola y una ametralladora. Podemos disparar a dos manos y empuñar un arma diferente en cada una, pero esa es toda la diversidad que vamos a tener. ¡Ah! También tenemos granadas y nos hubiera encantado que le asignaran otro botón porque, cuando la cosas se pone re jodida y estamos con los nervios destrozados, más de una vez sin querer nos tiramos una en los tobillos.

Por otra parte, ni siquiera su dificultad —que no es alta, pero sí algo quisquillosa— puede maquillar su corta duración, que no llega a las dos horas. Sólo posee cinco niveles, donde está claro que la rejugabilidad viene por el lado de la obtención de los puntajes más altos. Mecánicas tales como multiplicadores o bonus por desafíos del estilo “muerte triple” dejan en claro esto último.

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Más allá de que algunas veces notamos algunos comportamientos extraños entre el apuntado y los impactos, el gunplay del juego funciona. Nuestro enemigos son múltiples modelos de robots rebeldes controlados por la mente artificial, que intentan vapulearnos de diversas formas, incluso con ataques suicidas. Por supuesto, el viejo método de repartir plomo está presente y las balas, al acercarse a nosotros, entran en bullet time. Esto nos brinda la oportunidad de esquivarlas o, incluso, pegarles un “raquetazo” —referencia tenística, cabe aclarar, por si está leyendo un agente de la DEA y, con algo de suerte, devolverlas al remitente.

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Entonces, si tenemos un dispositivo VR, ¿deberíamos darle bola a Singularity 5? La respuesta es “depende. Lo que más nos gustó fue su ambientación en parisino futuro distópico donde, aún casi abandonando la narrativa, acompaña muy bien desde lo estético. Y ese es el fuerte del juego, con un diseño sonoro y gráfico realmente excelente. Además, existe una congruencia tan fuerte entre ambos elementos que, pese a sus flaquezas, logra una inmersión notable. Al mismo tiempo, cuando nos da un respiro, los estupendos entornos nos distraen al punto que más de una vez un disparo nos devuelve a la realidad (virtual, claro).

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En definitiva, no tiene una propuesta compleja ni una evolución notable en sus mecánicas, los enfrentamientos finales son un poco básicos y el gunplay no es perfecto. Sin olvidar que los cinco niveles ofrecen una pobre duración, la cual intentar alargar subiendo la dificultad roza lo demencial. Pero el guacho se ve y suena tan lindo que casi parece una propuesta artística interactiva. Y está muy accesible en Steam, con lo cual y pese a sus carencias, la relación nos da como para recomendarlo, en especial a Teté Coustarot. Que la amaremos por siempre, dicho sea de paso. [i]


DESARROLLADO Y DISTRIBUIDO POR: Monochrome París
GÉNERO: Acción, FPS, Realidad virtual
PLATAFORMAS: 
PC – Compatible con HTC Vive, Oculus Rift, Windows Mixed Reality. Requiere mandos de movimiento rastreados.

QUÉ ONDA: Un juego de disparos por oleadas en primera persona en realidad virtual.
LO BUENO: Estética genial, la música acompaña a la perfección y entre ambos componentes logran una inmersión muy buena.
LO MALO: A veces la sensación que transmiten las armas hace agua. Demasiado corto. Jefes con comportamiento y mecánicas básicas.

Este análisis fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.

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