Para pasarla bomba con amigos.. ¿Qué? ¿Muy obvio?
La nueva consola de Nintendo ya está en el mercado y con ella, un manojo de juegos de lanzamiento, esos que acompañan la salida de un nuevo dispositivo con el ansia de ser recordados con cierto anhelo, de quedar grabados en la nostalgia de frases como “me acuerdo que cuando recién la compré jugaba todo el día al Bomberman y al Zelda”. Y si bien no es, ni por lejos, un título que logre sacarle jugo a la potencia de la consola, consigue ser un complemento ideal a la hora de organizar juntadas y animar fiestas, con un modo multijugador dotado de una efectividad que nace de su simpleza.
Si nunca jugaron un Bomberman (¿en serio? ¿nunca?) la premisa no puede ser más simple: manejamos a un robot bombardero que pone explosivos para reventar paredes. Así nos abrimos paso por un laberinto hasta cumplir nuestro objetivo, que puede ser encontrar la salida o eliminar a todos los enemigos, entre otros. El mapa está dividido en casilleros y la explosión de la bomba (que tarda unos segundos en suceder) deja una estela de una cierta extensión, tanto en vertical como en horizontal. Todo lo que la estela de fuego toca, se lo carga, ya sea enemigos, paredes, power-ups, e incluso, nosotros. Es por eso que tenemos que ser muy cuidadosos de no encerrarnos con nuestras propias bombas, algo que siempre termina en una muerte humillante.
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Super Bomberman R no trata de reinventar la rueda: los niveles se ven de forma levemente isométrica, parándose más cerca del 2D que del 3D, una decisión que recuerda al lejano Bomberman Fight! para la Sega Saturn. Las mecánicas son las mismas que en los viejos tiempos, poner bombas, romper paredes, abrirse paso, reventar enemigos, cumplir el objetivo. Con apenas aprendernos dos o tres botones, ya estamos jugando.
Entre los modos disponibles, tenemos el modo Historia, que consta de 50 niveles. En la campaña, que se puede jugar en forma cooperativa con otro jugador (y recomendamos hacerlo), el malvado profesor Buggler despierta a los Dastardly Bombers (que venimos enfrentando desde Super Bomberman 2) con el plan de dominar los cinco planetas que componen Starry Sky. Para evitarlo, White Bomberman, con su espíritu heróico, reúne a sus otros siete hermanos, que no comparten su mismo entusiasmo pero se ven forzados a acompañarlo. Las personalidades son variadas: Blue es un dormilón, Yellow vive en las nubes, Red es brusco, Aqua es una pacifista, Green es asustadiza, Pink es alegre y Black es un creído. Su personalidad se trasluce no sólo en los diálogos, sino a través de todos los menúes del juego, lo que le otorga carisma a lo que de otra manera serían simples skins alternativos del protagonista.
Los planetas tienen distintas temáticas (el primero se llama Technopolis, lo que nos sacó una sonrisa) y los escenarios cambian acorde a esto, incluyendo algunas mecánicas. Pero en esencia, todos los mundos son lo mismo: superar ocho niveles cuya misión puede ser derrotar a todos los enemigos, activar todos los interruptores, encontrar todas las llaves, salvar a todos los rehenes o incluso, sobrevivir una cierta cantidad de tiempo. En el camino vamos a encontrar power-ups que aumentan el radio de explosión de las bombas, o les permiten atravesar muros, o incluso les dan la capacidad de rebotar. También podemos obtener el poder de arrojarlas con la mano o patearlas. Los power-ups que acumulemos persisten con nosotros durante nuestra estadia en ese planeta, incluso aunque perdamos todas las vidas y paguemos por continuar (sí, pagar, ahora vamos a hablar de eso).
Una vez superados estos niveles, llega el jefe de ese planeta, con escenarios personalizados y formas de vencerlo que te ponen a carburar un poco el bocho. Aunque claro, siempre se puede resolver todo plagando el mapa de bombas. ¡Pero no todo está dicho! Porque cada jefe tiene su repechaje para el que se convierte en un mecha gigante, lo que nos va a complicar aún más la vida.
Cuando la campaña empieza a tornarse repetitiva, se termina, lo que le da la duración justa para una tarde a puro vicio o un par de juntadas intensas. La historia, contada con ilustraciones coloridas, tiene su encanto, aunque los chistes se subrayen demasiado y se intenten calzar un par de momentos emotivos que caen en saco roto.
Sin embargo, es en los modos multijugador donde el juego brilla. Una partida con amigos es diversión garantizada, y la posibilidad de conectar hasta ocho jugadores la hace el complemento ideal para fiestas. Acá se luce la versatilidad de los controles de Nintendo Switch: podemos jugar hasta cuatro personas en una misma consola, y esto se duplica si está conectada a la TV. ¿Cada uno quiere ver su propia pantalla? No hay problema, se pueden conectar hasta ocho consolas para una partida local.
Al valerse de sólo dos botones y una curva de aprendizaje mínima, cualquiera que agarre un joy-con sale andando al minuto de comenzar a jugar. En las batallas multijugador, gana el último que quede en pie, pero cuidado: mientras haya más de dos jugadores en cancha, los caídos pueden continuar jugando desde los rieles del mapa desde donde pueden arrojar bombas. Si logran cargarse a uno de los jugadores vivos, toman su lugar, lo que garantiza que nadie se queda mirando sin hacer nada y que el resultado sea impredecible.
Finalmente, también contamos con un modo online, que a su vez se divide en categorías casuales o competitivas. Sin embargo, la conectividad de este juego tiene varios problemas, con un lag considerable y una espera eterna para encontrar adversarios.
Ahora, lo técnico: El apartado sonoro del juego está correcto, y es de hecho lo más vivo del asunto. Si el sonido repetido hasta el hartazgo de las explosiones no llega a cansarnos, alguien hizo bien su trabajo. Pero en lo visual tenemos algunos aspectos negativos, con texturas algo pobres y bastante repetidas, lo que da la sensación de un trabajo a medias a la hora de desarrollar los mapas. Por momentos, ciertos laberintos pueden volverse un pastiche en el que no logramos distinguir qué es cada cosa. La posición de la cámara, por momentos, nos juega una mala pasada a la hora de percibir la proximidad de las bombas y los enemigos.
Ah, sí. Antes dijimos “pagar” porque ciertas cosas requieren “dinero”, como continuar la partida o adquirir objetos y personajes en la tienda. Claro que no es plata de verdad, sino la moneda del juego, que vamos a obtener… jugando. Un sistema curioso pero que funcionaría si no fuese porque todo está bastaaante caro. Konami, para llorar porque no nos alcanza la guita ya tenemos la vida real.
En conclusión, Super Bomberman R es un juego que logra complementar el lanzamiento de la consola, pero no por sus proezas técnicas, que no las tiene, sino por su amplia oferta de diversión multijugador. Es el juego ideal para mostrarle a nuestros amigos lo insuperable que resulta jugar de a muchos en un mismo lugar, y para interiorizar a todos, niños y grandes en el potencial de este nuevo y versátil dispositivo. Eso sí, puede volverse repetitivo con el tiempo, y el precio, para el contenido que ofrece, está un poco exagerado. Lo cierto es que la mecha de esta bomba es bastante corta.
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¿No, tampoco? Ufa. [i]
DESARROLLADO POR: Konami Digital Entertainment & HexaDrive
DISTRIBUIDO POR: Konami Digital Entertainment
GÉNERO: Acción
PLATAFORMAS: Nintendo Switch
CALIFICACIÓN
75%
QUÉ ONDA: Para divertirse con familia y amigos (y por qué no, putearse un poco), Super Bomberman R es una gran carta de presentación al mundo con la que cuenta la nueva consola de Nintendo.
LO BUENO: Multiplayer masivo y divertido, fácil de aprender, los distintos personajes son coloridos y tienen personalidad. La historia es breve y entretenida.
LO MALO: Visualmente se queda un poco corto. La posición de la cámara puede molestar un poco.El online no anda ni para atrás. Se puede volver repetitivo bastante rápido.
Gracias a nuestro colaborador Bernabé Fernández por proveernos de la consola y de sus habilidades bombásticas.

Santiago Figueroa, alias Morton, fue durante unos años el Jefe de Redacción de [IRROMPIBLES]. Ahora es padre y vive en otro continente. Es fan de Sonic. También sabe hacer juegos y pelis. Pueden ver sus locuras en YouTube, o por Twitch, o vigilarlo por Twitter como @aliasmorton.