Cine & TV

El otro

Ariel Rotter vuelve con una película que se diferencia de su ópera prima porque en esta el foco está puesto en un solo personaje. El protagonista es Juan Desouza (Chávez), un hombre que cambia de nombre un par de veces al día para sentirse “distinto”, como si al cambiarlo pudiese ocultarse a si mismo en algún lugar donde nadie lo conozca. En un corto viaje de negocios que hace por el interior del país, más cercano a un recreo en su vida, Desouza toma distancia de su rutina dolorosa inventadose nombres nuevos y profesiones que desconoce, al punto de entrar en situaciones de riesgo, como cuando dice que es medico y tiene que tratar en un hotel a una pasajera. Pero el infierno del protagonista no es la adulteración de títulos públicos: el cuidado de su padre enfermo, postrado, más la noticia de que será papá primerizo a los cuarenta y pico, son los temas que le dan pánico. Escondido en sus repetidos bautismos, Desouza goza con ser otras personas con un mismo cuerpo. Da la sensación de que la vida de los personajes de este director tienen un punto de encuentro que los exorciza y los libera de culpas. Es ahí donde parece sostenerse un cine de fórmulas y funciones demasiado premeditadas. El otro es una de esas películas que pueden dividir a la crítica y a los espectadores entre la adoración extrema o una mueca muda de desconcierto.

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